Agro
Santa Elena, el corregimiento de la uva isabela
En esta población del Valle del Cauca se cultivan más de 100 hectáreas de esta fruta. La mayoría de sus habitantes vive de ella. Los productos derivados como mermeladas, vino, arequipes y bebidas artesanales impulsan su comercialización. Solamente en Medellín se consumen a la semana 15 toneladas de este alimento.
Más de 70 productores de uva isabela en el corregimiento de Santa Elena, municipio El Cerrito, Valle del Cauca, trabajan para fomentar el consumo de este fruto entre los colombianos. Muchos de ellos la han cultivado desde hace varias generaciones y con el paso del tiempo descubrieron en la fabricación de zumos, mermeladas, arequipes y bebidas artesanales una oportunidad para no perder grandes cosechas y garantizar su comercialización a un precio justo.
Hector Fabio Sánchez, director comercial de la Asociación de Viticultores de Santa Elena (Asoprouva), asegura que la uva isabela ha ganado reconocimiento a nivel nacional porque ayuda a mejorar la digestión, es antioxidante, rica en potasio, hierro y magnesio. “En Colombia normalmente se consume como fruta fresca, pulpa o zumo pero hay otros derivados que se pueden aprovechar del aceite de la semilla de la uva”, detalla.
Desde la Asociación explican que aunque hay una oferta importante de productos derivados de este fruto por parte de los cultivadores de la región, el 90 por ciento de los clientes están en Medellín. “El consumo de la uva en el Valle del Cauca no es tan alto como en Medellín y Bogotá. Mientras que en el Valle se vende una tonelada semanal en la capital antioqueña son 15”.
Jessica Amaya, gerente administrativa de Productos Artesanales Tierra Paraíso, cuenta que sus cultivos llevan más de 60 años. Fueron una iniciativa de su abuelo que falleció y ahora ella junto a su esposo y familia trabajan para preservar este esfuerzo. Uno de sus productos estrella es el vino de uva isabela. Para fabricarlo lo primero es constatar que el fruto esté en un grado de dulzor adecuado, luego se estruja la uva y se deja ocho días incubada. Después hay que esperar entre seis y ocho meses, y cuando ya tienen el grado de alcohol definido embotellan, etiquetan y la comercializan.
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Este proceso lleno de detalles se ha convertido a su vez en una posibilidad para generar ingresos adicionales a través del turismo y continuar fomentando el consumo de la uva de maneras distintas en el país. Actualmente están adecuando los protocolos para comenzar con el Tour por el Paraíso: ritual de la uva y el vino. Una experiencia para que las personas también conozcan los beneficios que ha aportado el fruto a este corregimiento en donde la mayoría de la población vive de cultivarlo y sacarle provecho a sus derivados.