Ambiente
Siembran más de 150 mil árboles en el Valle de Cauca para salvar de la extinción al águila crestada
Con el objetivo de preservar una de las especies de ave rapaz más imponentes del país, una reserva natural en el departamento del Valle, realiza labores de concientización y reforestación para que el ave continúe su ciclo de vida en la zona de la montaña andina.
El águila real de la montaña es la segunda ave más grande del sur de América y también una de las rapaces más amenazadas de Colombia, que alberga 100 ejemplares de los casi mil que existen en este lado del continente. Hace tres años se descubrió que el águila crestada, como también se le conoce, habitaba la Reserva Natural Madhu, en el Valle del Cauca. Allí, a orillas del río Amaime, se implementan distintas estrategias para salvaguardar la vida de este animal, y socializar entre la población la importancia de trabajar en su preservación.
Juan Martin Mejía, gerente operativo de la reserva, cuenta que al percatarse de la presencia del águila crestada en la zona montañosa, revisaron las investigaciones de otros biólogos y comenzaron a trabajar en el registro y monitoreo del ave para encontrar su nido; hallar la anidación es importante para dar con el material genético que garantice su reproducción. Hasta ahora eso no ha sido posible, por lo que llevan a cabo labores de reforestación y han sembrado 156.000 árboles nativos para recuperar las condiciones del hábitat ideal para el águila.
El experto en aves del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, Andrés Cuervo, explica que como estas aves no comparten el territorio, la reserva podría estar habitada solo por tres ejemplares: la hembra, el macho y el juvenil.
La deforestación, expansión de las ciudades y los cables de alta tensión representan un peligro en la vida del águila, que al quedarse sin espacios para anidar, sobrevuela las poblaciones cercanas y se alimenta de otros animales como las gallinas. Esos ataques han detonado la cacería, porque las personas consideran el ave una amenaza. Esta es la razón por la cual Mejía insiste en la importancia de avanzar en un trabajo de conservación concertado que involucre a campesinos y pobladores de estas zonas. “No se puede cuidar lo que no se conoce, debemos saber cuáles son los hábitos y comportamientos del ave para preservarla. Estamos aprendiendo de ella para poderla cuidar y el esfuerzo no puede ser de una sola reserva, debe ser un trabajo educativo y amplio en los territorios”.
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Estas aves cuentan con diferentes pisos térmicos y ecosistemas para su supervivencia en las 263 hectáreas de la reserva, que se encuentran entre los 1200 y 3200 metros sobre el nivel del mar. Viviana Cárdenas, gerente de la reserva, explica que trabajan en un proyecto de concientización y sensibilización, para que los campesinos comprendan que “sus animales no van a ser atacados si en la reserva se lleva a cabo una labor constante para que el águila real tenga alimento en sus espacios naturales”.
Para Cuervo, también es importante entender que el águila crestada es valiosa para los ecosistemas porque controla las poblaciones de otras especies. “La conectividad de los bosques y la articulación con otros sectores del país son indispensables para lograr la concertación de la ciudadanía y que esta entienda que hay que dejar de cazarla”.
Adicionalmente, la Reserva Natural Madhu busca implementar el turismo científico en el territorio, a través de un proyecto de biodiversidad que les permita a los habitantes la apropiación social de la zona y generar fuentes de ingreso sostenibles en el tiempo.