Especial Banca Sostenible
Solo una de cada diez mujeres está plenamente incluida dentro de la banca formal
Los expertos consideran imprescindible incorporar la formación financiera desde la educación básica para contribuir al cierre de las brechas de género.
La inclusión financiera es un concepto muy estudiado en los últimos años tanto por las autoridades como por la industria financiera. Ya se le reconoce como un elemento central para el desarrollo social. Sin embargo, en la gran mayoría de países de América Latina aún no podemos hablar de una población plenamente incluida en el sistema y mucho menos de una inclusión con equidad de género.
Así se vio reflejado en el estudio que realizamos desde el Grupo Credicorp en siete países de la región, incluyendo Colombia, para medir el acceso, el uso y la calidad percibida del sistema financiero. Según la investigación, el promedio regional de inclusión financiera es de 38,3, en una escala del 1 al 100, es decir, nivel ‘bajo’ de medición.
Asimismo, al hacer zoom en los resultados con una perspectiva de género, se encontró un escenario retador en inclusión financiera: el 56 por ciento de las mujeres se encuentran en el nivel ‘bajo’; 33 por ciento, en el nivel ‘en progreso’, y solo un 11 por ciento clasifica dentro del nivel ‘logrado’.
Si aterrizamos estos resultados en Colombia, encontramos que las cifras no son tan distintas al promedio regional: solo una de cada diez colombianas se encuentra en el nivel ‘logrado’ de inclusión financiera, es decir que está plenamente incluida dentro del sistema, con diversos productos financieros que usa cotidianamente y tiene una relación positiva con el sistema formal.
Tendencias
Uno de los retos más importantes en términos de brechas de género en el país se centra en la dimensión del acceso al sistema financiero. Por ejemplo, solo el 30 por ciento de las mujeres tienen cuentas de ahorro o corriente, el 21 por ciento maneja tarjetas débito y el 16 por ciento cuenta con productos crediticios formales. Esto muestra que hay grandes oportunidades de inclusión desde iniciativas enfocadas en aspectos como la tenencia y uso de determinados productos de entrada.
Bajo este escenario, la pregunta que surge es cómo profundizar los programas actuales para que lleguen a más mujeres y lograr que el sistema sea más funcional para ellas. El punto de partida debe ser la educación financiera en los niños y jóvenes, de educación primaria, secundaria e incluso técnica. Esto les permitirá tener mayor comprensión y, por ende, confianza en el sistema financiero.
También será clave profundizar iniciativas públicas y privadas que habiliten un acceso más equitativo a cuentas de ahorro, de la mano de estrategias digitales y acciones con énfasis en la independencia financiera de las mujeres: es necesario comprender a profundidad y atender con efectividad sus necesidades y expectativas, desafiando el statu quo para que ellas tengan más cercanía con el sistema financiero, y sus beneficios se trasladen a sus familias y comunidades.
*Gerente de Sostenibilidad del Grupo Credicorp.