Entrevista
Mikhail Krasnov, alcalde de Tunja, asegura que su ciudad está “muy endeudada”: “Tenemos que organizar la casa”
Mikhail Krasnov aseguró que encontró varios elefantes blancos y que concentrará esfuerzos en mejorar las finanzas de la ciudad para terminar los proyectos que están en fase 3. En el turismo ve una gran oportunidad.
Desde proyectos de seguridad hasta la ambiciosa iniciativa Tunja 24 horas, Mikhail Krasnov, el alcalde de la capital boyacense, avanza en estrategias que le están dando forma al desarrollo de la ciudad y que buscan mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Krasnov es economista y profesor. Es el primer alcalde del país de nacionalidad rusa. “Quiero que me recuerden como un loco visionario, como un alcalde que ha hecho cosas y obras que nadie ha hecho, una persona que ha cambiado el ritmo de vida de Tunja”, aseguró.
¿Cuál será su prioridad durante este primer año de gobierno?
Mikhail Krasnov (M. K.): Nosotros tenemos que organizar la casa. Es muy importante invertir lo poco que tenemos en la producción de dinero porque al día de hoy tenemos una ciudad endeudada. Hemos descubierto muchas fugas en el presupuesto, arriendos que se pagan cuatro veces más caros. Además, tenemos que apostarle a hacer un recaudo de 200 mil millones de pesos y continuar con el desarrollo de proyectos que están en la fase 3, porque en un año ya empiezan otras campañas políticas y la gente que nos puede ayudar con la financiación se va a dedicar más a la política que a la inversión de los recursos. Por otro lado, tenemos que hacer contactos con las inversiones privadas. Una cadena de almacenes ya está firmando arriendos y está preparada para llegar a Tunja dentro de los próximos dos meses.
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¿Cuál cree que será su gran reto?
M. K.: Además de la infraestructura, la deuda de la ciudad y los elefantes blancos que nos dejaron, el reto principal es la liberación de las mentes en el sentido de que todo es posible. No podemos ponernos barreras a nosotros mismos y limitarnos por estar acostumbrados a pensar que nada es posible solamente porque es Tunja. Todos tenemos que empezar a creer realmente en la idea, dejar los miedos y estar dispuestos para recibir algo nuevo.
El empleo es otro indicador que preocupa, ¿qué planes tiene para impulsar la generación de nuevos puestos de trabajo?
M. K.: En este momento hemos decretado a Tunja como una ciudad 24 horas. Esto quiere decir que todas las actividades económicas, excepto la construcción, pueden funcionar todo el día. Desde centros comerciales, bibliotecas, gimnasios y cafeterías, hasta discotecas, que tendrán restricción para la venta de alcohol.
¿Le preocupa la seguridad de la ciudad?
M. K.: Hemos hecho un Centro de Vigilancia con alrededor de 200 cámaras; gracias a esto podemos identificar e investigar varios crímenes. También se ha promovido que la gente joven preste servicio en la Policía como bachiller y con respecto al decreto de las 24 horas, pensamos que cada persona relacionada a las ventas nocturnas es potencialmente un agente de seguridad.
Todas estas medidas seguramente fomentarán el turismo…
M. K.: Estamos promoviendo a Tunja como un lugar turístico y por eso por primera vez tuvo su propio estand en Anato, la feria más grande de Colombia en cuanto al turismo. Sabemos que debemos trabajar de la mano con el sector hotelero para mejorar la oferta y desarrollar una red de hostales juveniles, pues en Europa son muy recomendados y promueven el intercambio de una buena atmósfera cultural.
Atraer inversión es otra tarea importante…
M. K.: Ofrecemos mano de obra calificada, buena educación a nivel nacional, tenemos seguridad, gastronomía y conexión. Con respecto a los inversionistas, Tunja les ofrece un mercado inmediato de 10 millones de habitantes a una hora de Bogotá. Cualquier empresa puede tener una oficina aquí.
¿Tiene pensado hacer ajustes en el POT?
M. K.: Este año tenemos que actualizar el Plan de Ordenamiento Territorial (POT). Lo actualizaremos pensando en los enfoques del desarrollo económico, no según los negocios privados que implican, por ejemplo, comprar la tierra agrícola y convertirla en industrial.