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Toda una hazaña: la aventura del neurólogo que recorrió los 1.105 municipios de Colombia
Hace 20 años este médico emprendió un viaje que lo llevó a los lugares más recónditos y asombrosos del país. Este mes de julio, al pisar Unguía (Chocó), finalizó la odisea.
Diego Rosselli es un viajero obstinado de 66 años que en 2024 culminó su proyecto más ambicioso: visitar los 1.105 municipios de Colombia. Se lo propuso hace 20 años, cuando ya conocía los 32 departamentos del país, pero aún le intrigaban los tesoros que se escondían en los municipios.
“El primero donde puse el carro al frente de la iglesia, sin saber que ese se volvería el ritual, fue Pamplona, en Norte de Santander”, recordó.
Una vez Rosselli llegaba a los municipios, se fotografiaba al frente de la iglesia del parque principal junto con su camioneta Land Rover, a la que apodó “el tinieblo rezandero”. “Ahí mismo se la mandaba a alguien, por si me pasaba algo o se dañaba el celular. Por lo menos necesitaba dejar constancia de que había llegado”, mencionó.
Desde entonces, no pudo parar. Roselli visitó Ituango (Antioquia), Palmar (Santander), La Jagua del Pilar (La Guajira), Barichara (Santander), Damasco (Antioquia), Guaitarilla (Nariño) y así sucesivamente.
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El pasado 13 de julio completó su hazaña al llegar a Unguía, en el departamento del Chocó. Un territorio a 478 km de Quibdó, en la región del Darién. Fue uno de los lugares más inaccesibles de la ruta.
Rosselli dice que desde que empezó la travesía se ha mantenido fiel a sí mismo. No olvida que, además de viajero, es un experimentado médico neurólogo y epidemiólogo graduado de las universidades de Harvard y la Escuela de Economía de Londres. También es profesor, escritor y padre. Le encanta ser papá.
“De niños, nosotros hacíamos viajes a los llanos, a una finca en Casanare. Eran épicos porque no había carreteras y nos tocaba cruzar los ríos montados en el carro. A inicios de la década de 1970, me acuerdo que las carreteras a la costa eran malas. Mis padres nos inculcaron eso: viajar”, recordó el médico, nostálgico.
“Cuando entré al bachillerato, cada que salía de vacaciones me echaba un morral al hombro. Mis papás me daban algo de dinero, pero el viaje era en bus, e incluso echábamos dedo. Escalábamos montañas; fuimos al Nevado del Cocuy muchas veces”, añadió.
En 1981 su padre le heredó su primera camioneta, una Land Rover modelo 1966 que el médico todavía conserva. Fue hasta el año pasado que el motor “sacó la mano” y Rosselli tuvo que cambiarle el cigüeñal por primera vez.
Al neurólogo le emociona la idea de la vida tradicional de un pueblo “en los que usted puede caminar, sentarse en la banca, ir a la iglesia, tomar una cerveza. Son joyas escondidas”, afirmó.
“La mayoría de mis viajes han sido en solitario. El 80% de los municipios los he visitado yo solo por el tema del presupuesto. Además que viajar conmigo no es agradable, soy muy madrugador. Me gusta estar en marcha a las cinco de la mañana”, agregó.
Dice conocer más de 35 países del mundo, pero que guarda una deuda con Paraguay. Es el último país de Sudamérica que le falta. Sin embargo, desde que emprendió su viaje por Colombia se volvió a enamorar de la diversidad nacional.
“Uno de los viajes más épicos que todo aficionado de viajar por tierra en Colombia debe experimentar es a Puerto Carreño, en la desembocadura del río Meta, en la Orinoquia. Son cuatro días para llegar hasta allá. Son carreteras exigentes. Nos unimos cinco vehículos”, aseguró Rosselli.