Opinión
Una Colombia de buenas noticias
Existe. Es real, maravillosa, pero no tiene suficiente espacio en la agenda noticiosa de los medios de comunicación. Debemos darnos la oportunidad de mirar al país también con ojos positivos.
Que Revista SEMANA tenga dos mundos editoriales no solo es inusual, sino que suelen ser antagónicos. La revista regular se encarga de traernos un país que nos toca vivir, algunas veces soportar y su contraparte, este especial, expone una Colombia que también existe, real, maravillosa, pero que no tiene suficiente espacio en la agenda de los medios. Las noticias positivas solían o suelen ser para rellenar.
Los periodistas, al menos los tradicionales, crecimos con la teoría de que las malas noticias eran buenas porque captaban rápidamente la atención de nuestros lectores, oyentes o televidentes. Lo malo vende, era o es una regla de oro en las hoy casi desaparecidas salas de redacción. Lo bueno, en cambio, a pocos o nadie interesa, nos decían. Una chiva, esa por la que suspirábamos, necesariamente debía tener tonos de escándalo, corrupción, muerte o para no ir más lejos, de una imaginación algo perversa así no fuera profundamente verificable, lo más grave de todo.
El afán por la chiva o el excesivo protagonismo individual no ha desaparecido. Los periodistas pensamos más en cómo nos vemos que en lo que decimos. Importamos más que la noticia, nos desvelamos más por la controversia que por entender posiciones distintas a las nuestras o la sociedad que decimos representar. Los presentadores de los noticieros opinan, gesticulan sin que esa sea su función. No leen un telepronter, son actores sin libreto. Somos vanidosos, prepotentes, melodramáticos, exageramos para intentar sorprender, somos más bien pesimistas porque el miedo vuela más rápido, alarmistas y valientes, pero en grupo, cuando en la radio, por ejemplo, algunas de las tantas mesas de trabajo se encargan de acribillar en gavilla al entrevistado si este se encuentra cuestionado o en camino de serlo. Somos reyes a la hora de dar juicios de valor, tímidos cuando nos cuestionan y enigmáticos cuando nos rectifican.
De nada me excluyo, aclaro. Pero hoy, sin embargo, sí creo que existen otros caminos para descubrir un país que también respira y del que poco o nada se sabe. Y de eso, precisamente, se trata este especial. De mostrar cómo las rebanadas de pan por delgadas que sean tienen dos caras. Colombia no es siempre lo que oímos o vemos en negativas y reiteradas versiones todos los días. Con miles de problemas, también tiene miles de virtudes y de pronto más si nos damos la oportunidad de mirarla por momentos con ojos positivos.
Y para eso también existe el periodismo, sin tantos pergaminos y fanáticos. O al menos eso pensábamos. Porque Mejor Colombia, un proyecto editorial cuyos cimientos se alejan de la cotidiana negatividad de las noticias, ha llegado a números de lectura que superan las expectativas en un mundo digital de más de 38 millones de usuarios de Semana.com en cuya plataforma estamos alojados. En otras palabras: nos leen. Y mucho. Buena noticia por nuestro trabajo, pero sobre todo por la salud del corazón de miles de colombianos que ya no le apuestan tanto al periodismo negativo o real. Pero lo real también puede ser positivo. Y lo mejor: existe.
*Director de Foros Semana y Mejor Colombia