Desarrollo social
Víctimas de la violencia encontraron en el café una nueva oportunidad para producir en paz. Ya han comercializado más de 14 millones de dóales
El programa ‘Paissana’ ha logrado beneficiar a 8 mil productores en más de 170 municipios. La iniciativa logró sumar aliados como el Grupo Éxito.
Norbeiro Borja Sepúlveda es uno de los caficultores que agremia Café Cereza, en Dabeiba, Antioquia, y que hoy reúne a 500 familias que retornaron al territorio, tras haber sido desplazadas por la violencia. Apegados a sus raíces, estos dabeibanos decidieron volver para tejer una nueva historia alrededor de los cultivos del café.
Borja y sus coterráneos fueron los primeros en hacer parte del programa Paissana –país que sana–. De acuerdo con Camilo Pinzón Velásquez, director de Vinculación Privada al Acuerdo Final de Paz, existía la necesidad de “construir una estrategia de comercialización de bienes y servicios de poblaciones afectadas por la guerra”.
La iniciativa logró sumar a aliados como el Grupo Éxito, que además de vincularse a la construcción de la marca, ofreció vender los productos en sus almacenes. “Allí tenemos 96 referencias, de las cuales el 98,4 por ciento son frutas y vegetales, y 1,6 por ciento restante es miel, café y palmitos del Putumayo”, puntualizó Pinzón. Además, adelantan alianzas industriales con empresas como Hatsu, Movich y Juan Valdés, entre otras.
“Para nosotros ha sido una bendición”, expresó Norbeiro, quien contó que Paissana llegó para cristalizar el sueño de 374 familias caficultoras que en 2016 le dieron vida a Café Cereza (nombre que hace honor al grano del café listo para ser procesado). “Vinimos a sembrar paz en el municipio; regresamos a recuperar los orígenes, pero necesitábamos aliados que nos dieran a conocer”.
Para hacer posible lo pactado se organizaron, y en una planta ubicada entre los corregimientos de Urama, Camparrusia y La Balsita, diez personas se encargan de procesar el producto, para luego enviarlo a Medellín, donde se trilla y empaca. “Trabajamos para ampliar la infraestructura, tocando puertas para seguir creciendo y sembrando en los jóvenes el deseo de quedarse en el campo”, concluyó Borja.
También una producción de viche del Pacífico forma parte del portafolio de Paissana. Juan Salinas, un antropólogo de Bogotá, está a cargo del emprendimiento. Aseguró que lo que comenzó como una aventura es hoy un proyecto productivo de gran impacto social. Viche Monte Manglar nació en la vereda Soledad, de Tumaco, Nariño. “Lo iniciamos con la familia González Lafaux, liderada por el maestro Ruperto González, guardián de una receta que con él llega a la quinta generación”, relató.
Desde enero de 2021 se concentraron en la investigación de la bebida ancestral y los resultados obtenidos los llevaron a ubicar el producto en las cartas del 90 por ciento de los mejores restaurantes de Bogotá. “En 2023 esperamos ofrecerlo en los estantes de las tiendas Éxito”, añadió Salinas. Entre sus planes está vincular a más familias para replicar el modelo.
“El esquema está inspirado en la cooperativa. Invertimos en las familias y buscamos robustecer las capacidades operativas y financieras para ofrecer al mercado este saber ancestral. Esperamos se convierta en un medio económico para estas comunidades y, a su vez, generar otras dinámicas enfocadas al turismo de naturaleza y aventura”, concluyó Salinas.
Lea también: Un nuevo comienzo: así viven los empresarios el proceso de restablecimiento de relaciones entre Colombia y Venezuela
Le puede interesar: Colombia es el cuarto país del mundo que más recibe inversión social privada