justicia
Mortal acusación
Fernando Botero y 'Rasguño' coinciden en que el asesinato de Álvaro Gómez fue un crimen de Estado, y Botero vincula a Samper. El cuento no es muy convincente.
¿Quién mató a Álvaro Gómez Hurtado? En la serie interminable de declaraciones, versiones e indagatorias que se vienen realizando por parte de los organismos judiciales en los últimos meses en distintos procesos, han surgido nuevas versiones sobre el magnicidio del líder conservador, el 2 de noviembre de 1995.
La primera proviene del ex ministro de Defensa del gobierno de Ernesto Samper Fernando Botero Zea. Según su versión, el de Gómez fue un crimen de Estado que involucra al ex presidente Samper. Semejante acusación pone de presente hasta dónde ha llegado la pelea entre estos dos antiguos aliados.
Lo cierto es que un fiscal, Juan Hernando Poveda, viajó hasta Ciudad de México para escuchar a Botero. El ex ministro explicó que había establecido una relación estrecha con Gómez a raíz del conocimiento que tenía este último sobre los temas de su cartera. Se reunieron varias veces para analizar una eventual reestructuración de las Fuerzas Armadas y de Policía. "El doctor Gómez era un experto en el tema y yo lo escuchaba como el que escucha a un maestro", le dijo Botero a la Fiscalía.
El ex ministro de Defensa explicó que el entonces primer mandatario se puso feliz al saber que se había creado un puente de buen entendimiento entre su gobierno y Gómez Hurtado. Sobre este punto, Botero Zea dijo que tras varias reuniones, y cuando la crisis del llamado proceso 8.000 tocó fondo para el gobierno, Gómez Hurtado tomó distancia de él. "Incluso lo llamé dos veces, llamadas que nunca me respondió", comentó.
El fiscal Poveda le pidió a Botero que explicara con detalle por qué había dicho en la prensa colombiana que el de Gómez Hurtado había sido un crimen de Estado. El ex ministro afirmó que en el interior del gobierno Samper había una creencia general sobre el momento político que estaba viviendo el país: "Que el incendio del proceso 8.000 sólo podía ser apagado con un incendio más grande". Y añadió: "Esa estrategia podía incluir cualquier hecho que estremeciera al país".
Antes de advertirle al fiscal Juan Hernando Poveda que no quería hablar más hasta tanto las autoridades no le garantizaran la seguridad de sus familiares residentes en Colombia -"es que este tema me da miedo"-, Botero Zea tocó los que para la Fiscalía pueden ser los aspectos clave de su declaración: primero, que Samper Pizano veía a Gómez Hurtado como un eventual enemigo; segundo, que, sin autorización legal, funcionarios del DAS le hacían seguimientos y labores de inteligencia al fundador del Movimiento de Salvación Nacional, y tercero, que por la reacción y los comentarios que le hizo Samper, 48 ó 36 horas después del magnicidio -vía telefónica- es que puede asegurar que el de Álvaro Gómez fue un crimen de Estado. "Existía a nivel del alto gobierno, y en particular del presidente Samper", la creencia de que "la mayor amenaza para la supervivencia del gobierno y su integridad estaba representada por el doctor Álvaro Gómez Hurtado", concluyó.
El de Botero no es el único testimonio que le achaca un origen político al magnicidio de Álvaro Gómez. El confeso narcotraficante Hernando Gómez Bustamante, alias 'Rasguño', en vísperas de ser extraditado a Estados Unidos, dio una versión semejante, aunque con algunas variaciones. Señaló, también, que el objetivo del asesinato fue tender una cortina de humo para desviar la atención del proceso 8.000, y dijo que el autor del crimen "fue la mafia". Agregó que: "Fue un amigo muy cercano que se creía un político importante y quiso con eso ayudarles a algunos políticos comprometidos en el escándalo del 8.000". La asociación del testimonio de Botero con el de 'Rasguño', con la coincidencia de la 'cortina de humo' fue lo que le dio validez a la denuncia de Botero, la cual había sido inicialmente descartada por inverosímil. Sin embargo, 'Rasguño' nunca mencionó el nombre de Samper, por lo tanto nadie sabe si están hablando de lo mismo.
La mayoría de los observadores consideran los testimonios más impactantes que creíbles. Los testigos, Botero y 'Rasguño', tienen poca credibilidad porque en el pasado han sido erráticos y contradictorios en sus declaraciones. La hipótesis de que a Gómez Hurtado lo mataron para ocultar el proceso 8.000 es a la vez ingenua y desproporcionada. La prueba es que las investigaciones de la Fiscalía y el juicio contra el Presidente en el Congreso siguieron adelante después de la muerte del líder conservador. Inclusive, hay que recordar que la fase crítica del escándalo, cuando Samper estuvo a punto de caerse, se produjo en enero de 1996, cuando Botero hizo su célebre entrevista con Yamid Amat en CM&, y a Álvaro Gómez lo habían matado en noviembre del año anterior. Por otra parte, la mutua enemistad con Pastrana había acercado a Gómez y a Samper a comienzos del gobierno, hasta el punto de que un sobrino del primero, Daniel Mazuera Gómez, había ingresado al gabinete como ministro de Comercio Exterior y como cuota del alvarismo.
Posteriormente, los editoriales de Gómez en El Nuevo Siglo se habían endurecido, pero en medio de la tempestad del proceso 8.000, finalmente, eran marginales. Inclusive suaves frente a la contundencia de otros medios que como El Tiempo, SEMANA y la mayoría de los columnistas del país habían cerrado filas para destapar todos los detalles del escándalo. Gómez hacía disquisiciones filosóficas con frases ambiguas como "Samper no puede renunciar, pero tampoco puede quedarse". Mucho más daño le hacían al gobierno medios de comunicación más influyentes o empresarios que como Hernán Echavarría se la jugaron a fondo por tumbarlo, o militares como el general Harold Bedoya, que podían tener mando militar en un momento de crisis.
Hasta el momento, la hipótesis más probable sobre el magnicidio tiene que ver con la posibilidad de que se había fraguado un posible golpe de Estado como salida a la crisis política, y que a Gómez, quien conocía los planes, lo silenciaron para evitar que se develara la conspiración. La versión no está comprobada, pero es la más creíble. Lo otro -la participación de Samper- es más bien un episodio más de su pelea a muerte con Botero. Y un campanazo sobre hasta dónde puede llegar semejante pleito.