Equidad de género
Aumento en enfermedades de salud mental: el alto costo que están padeciendo las mujeres en su camino al empoderamiento
En la búsqueda del equilibrio entre la vida laboral y familiar y el empoderamiento, el precio que está cobrando la salud mental de las mujeres es alto.
En las últimas décadas, Colombia ha alcanzado importantes conquistas en relación con la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, si bien aún hay brechas relevantes por reducir.
Basta hacer un breve repaso: el país ha ratificado todos los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos y derechos de las mujeres, además de evidenciar un progreso significativo en el desarrollo de leyes para promover la igualdad de género y garantizar los derechos humanos de las colombianas.
Sin embargo, un estudio reciente adelantado por la firma Provokers, una agencia de investigación de mercados, pone sobre la mesa el hecho de que detrás de los avances de las mujeres en su lucha por el empoderamiento femenino se esconde un incremento de distintas enfermedades.
En ese sentido, uno de los hallazgos más significativos evidencia que, en la búsqueda del equilibrio y el empoderamiento, el precio que está cobrando su salud mental es bastante alto.
Los datos muestran un panorama inquietante, pues más de la mitad de las mujeres consultadas declaran estar diagnosticadas con alguna condición o enfermedad física o mental como el sobrepeso, el colesterol, la hipertensión, el estrés y la depresión, entre otros. Lo que preocupa, en este caso, es que miles de mujeres, por condiciones sociales o económicas, no acceden a buenos servicios de salud que les permitan identificar y tratar estas afecciones.
La situación con relación a la salud mental femenina es alarmante: el estudio muestra que el 45 por ciento de las encuestadas declara haber sido dictaminada con alguna condición sicológica o psiquiátrica derivada de la gran carga emocional que implica responder a las exigencias sociales y familiares a la par con su afán de empoderamiento.
A nivel mundial, las mujeres tienen mayor prevalencia de trastornos de salud mental, como la depresión, la ansiedad, los trastornos de alimentación y el estrés postraumático, en comparación con los hombres.
Y son muchos los factores que contribuyen al deterioro de la salud mental femenina: la ansiedad relacionada con el trabajo, el hogar y las relaciones personales, los detalles específicos del ciclo de vida femenina como el embarazo y la menopausia, la violencia de género, la inequidad, la discriminación y la falta de acceso a servicios de salud mental de calidad.
El estudio muestra que el 70 por ciento declara tener una red de apoyo en familia y amigos cuando lo necesitan, pero únicamente 2 de cada 10 mujeres consideran importante hablar de su salud mental y emocional con personas externas que no conocen y que sean expertas en el tema.
De acuerdo con los autores del estudio, hablar de estos temas es aceptar ante los demás debilidades o fragilidades, en un entorno en donde ellas se sienten la piedra que sostiene relaciones de amigos, familia y trabajo. En donde, además de su auto exigencia al máximo, está lo que su contexto espera, cumpliendo con todos los roles de cabeza de familia, proveedora, protectora y cuidadora, entre muchos otros.
Para Paula Duque, gerente de planeación estratégica de Provokers, “hablar y reconocer dificultades no es fácil para las colombianas, cuando se está buscando responder a todo y a todos sin defraudarse a sí misma y sin defraudar a los demás. A pesar de lo anterior, las mujeres muestran un falso optimismo frente a su familia y seres queridos, a pesar de que las condiciones externas como la sociedad y las instituciones no se las pongan fácil”.
¿Igualdad de género?
Es que, incluso cuando las mujeres ganan más o menos lo mismo que sus maridos, ellas siguen dedicando más tiempo a las tareas domésticas y al cuidado de los hijos, mientras que sus esposos destinan más tiempo al trabajo remunerado y al ocio, tal como lo revela un nuevo estudio del Pew Research Center.
“Aunque las contribuciones económicas se han igualado en los matrimonios, la forma en que las parejas dividen su tiempo entre el trabajo remunerado y la vida doméstica sigue estando desequilibrada”, señala Pew.
Esta firma descubrió que en el 29 por ciento de los matrimonios heterosexuales actuales, las mujeres y los hombres ganan más o menos lo mismo. “Los maridos de los matrimonios igualitarios dedican unas 3,5 horas semanales más a actividades de ocio que las esposas. Las mujeres de estos matrimonios dedican unas 2 horas semanales más al cuidado de otras personas que los maridos, y unas 2,5 horas más a las tareas domésticas”, señala el estudio.
En el 55 por ciento de los matrimonios de distinto sexo, el hombre es el principal o único sostén de la familia. Mientras tanto, en el 16 por ciento de los matrimonios las esposas ganan más que sus maridos como principal (10 por ciento) o único sostén económico (6 por ciento).
En todos los casos, se trata sin embargo de un gran cambio con respecto a hace 50 años, cuando, por ejemplo, los maridos eran el principal sostén de la familia en el 85 por ciento de los matrimonios.