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La nuestra es una historia de innovación
Latinoamérica se ha convertido en un actor clave en la innovación tecnológica, con startups que enfocan sus esfuerzos en mejorar la accesibilidad y el tiempo de los usuarios. Estas empresas, al adaptarse a los desafíos regionales, están transformando industrias y demostrando que la innovación es tanto una cuestión tecnológica como humana.
El mundo en el que vivimos hoy, es uno en el que las economías tecnológicas lideran el frente de innovación. Cada región ha afrontado sus proyectos con el ímpetu necesario para sobreponerse a las adversidades. Pero la historia latinoamericana es distinta, única y reveladora. Hemos aprendido que, lejos de ser tan solo espectadores, somos un protagonista determinante en la creación de soluciones verdaderamente novedosas. La historia de las startups, y de quienes trabajamos en el sector tecnológico en la región, no es solo un fenómeno de avances y cifras impresionantes: nos hemos posicionado como un retrato en el que aprendemos cada vez más de lo que somos, de nuestra fuerza de adaptación, creatividad y de nuestro compromiso inquebrantable con el tiempo. En el mundo global en el que vivimos, sabemos como emprendedores de la región, que crear una cultura de innovación puede transformar el futuro de Latinoamérica.
Lo que nos distingue es que el enfoque de cada startup es de una dedicación, casi absoluta, sobre lo que realmente importa para los usuarios: cuidar su tiempo. En un contexto geográfico donde las distancias pueden ser extensas y desafiantes, y en el que las estructuras socioeconómicas son diversas, las startups de la región han logrado una increíble capacidad de ofrecer soluciones que reducen barreras de accesibilidad, facilitando la vida diaria de millones de personas.
Consideremos ejemplos como las nuevas plataformas que han impulsado, con una operación nunca antes vista, proyectos educativos y de formación virtual que reúnen a profesores y expertos en diversos temas para conectarse a enseñar en línea, como Platzi. O, el caso de Not Co, una aplicación que está reinventando la industria alimentaria a través de las plantas y la biodiversidad de nuestros territorios. También hemos revolucionado prácticas comerciales, que eran mucho más complejas, alejándose de los modelos tradicionales del mercado de autos, por ejemplo, y se han fundado plataformas como Kavak que permiten a los clientes comprar o vender un automóvil de forma fácil y segura desde su teléfono.
Las plataformas nacidas en Latinoamérica tenemos esa chispa que nos hace pensar, sentir y actuar de formas que responden a lo incierto y que nos han hecho versátiles ante la adversidad, mientras construimos una visión transformadora de los países. Una visión que se fundamenta en tecnología para permitir que las personas puedan dedicarse más a lo que realmente importa: a sus familias, a sus proyectos, a sus propios retos personales. La eficiencia de estas startups es, al fin y al cabo, una nueva extensión de la libertad de los usuarios.
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Ahora, esto no se trata tan solo de un ejercicio técnico y automático. Solemos creer que lo perfecto es enemigo de lo bueno porque, en el fondo, cada aplicación es el producto de la capacidad humana para adaptarse, aprender y superar limitaciones. Las startups de la región, por lo tanto, debemos adoptar un enfoque más profundo, lo que en Rappi llamamos ADN innovador. Es decir, la tecnología no es solo el medio, sino una mentalidad que se cultiva a través de ella. El tiempo, el aprendizaje, la adaptación y la colaboración son los fundamentos que nos hacen distintos, porque en Latinoamérica, como en ningún otro lugar, innovar no es solo una cuestión tecnológica; es también una motivación que busca profundizar lo humano.
Por: Juliana Pulecio, Directora global de Relaciones Públicas de Rappi