MUNDIAL RUSIA 2018
Mario Mandzukic, el 'cabeza dura' croata que no perdona a nadie
El refugiado que logró el gol de la clasificación de Croacia a la final ha sido la pesadilla de los defensores a lo largo de su carrera. En sus tatuajes guarda una dura historia de vida.
¿Qué podrán decir los defensas que han enfrentado a Mario Mandzukic? Quizás nada bueno porque es un especialista en hacerse odiar. Así ha sido su carrera en el fútbol. Sin embargo hoy eso poco le debe importar: el ‘cabeza dura‘ metió a Croacia en la final de Rusia-2018.
Su personalidad no es su mejor amiga en la cancha. Actúa como un pitbull, es impulsivo y siempre termina trenzándose en peleas con los rivales. Pero todo tiene un origen: las guerras de los Balcanes (1991-2001) que destruyeron su natal Yugoslavia.
La muerte, la desolación, la barbarie marcaron su memoria, tatuaron su piel. Y en verdad lo hicieron, porque Mandzukic se tatuó los brazos y parte de la espalda con mensajes de guerra, quizás como intención para nunca olvidar lo que vio y lo que vivió.
Su fama de difícil, de conflictivo, justamente lo han llevado a más de una discusión con sus entrenadores, con sus mismos compañeros, con los árbitros que no le perdonan un grito, un empujón, un codazo. Nada. Mandzukic se labró una fama bien ganada de problemático y carga sin remordimientos con ella.
Pero este hombre ‘cabeza dura‘ de pocos amigos hoy es el héroe de una pequeña nación de casi 4,5 millones de habitantes de la Europa central reconocida independiente en 1991, cuando apenas Mandzukic tenía 5 inocentes años.
A ‘Súper Mario‘ el fútbol le entró por los ojos cuando su familia decidió refugiarse en Alemania huyendo de la guerra.
Cuando retornó a los 12 años a su amada Slavonski Brod, a unos 200 km de Zagreb, el chico difícil se hizo profesional en la segunda división con el NK Marsonia en 2004.
Guerrero trotamundo
El Dínamo de Zagreb se lo llevó en el inicio de la temporada 2007-2008 y un año después se reportó como el máximo anotador de la liga croata con 16 goles. Sus buenos números lo llevaron en 2010 al Wolfsburgo, donde estuvo dos temporadas hasta fichar por el Bayern Múnich (2012 al 2014).
Con los bávaros anotó 48 goles en dos campañas, en las que ganó de todo con el gigante alemán, incluida una Liga de Campeones de Europa, haciéndose un lugar en el escenario internacional como uno de los delanteros centro más valorados.
Pero una rabieta por el fichaje del polaco Robert Lewandowski puso punta final a su estadía en Munich, dando el salto al Atlético de Madrid (2014-2015) de Diego Simeone. Un cambio que le venía como anillo al dedo porque su personalidad se acomodaba en la filosofía del ‘Cholo‘.
Pero el personaje fue más fuerte que su deseo de triunfar en España y sólo una temporada permaneció con los colchoneros. No tuvo química con el entrenador argentino.
La Juventus de Italia le abrió las puertas y con la ‘Vecchia Signora‘ explotó en llamas. Quizás los mejores momentos de su carrera los ha vivido en Turín, donde ya completó tres temporadas ganando todo lo posible en la Serie A.
Internacional con Croacia desde 2007, Mandzukic es un auténtico guerrero en la cancha, a la que salvajemente la llama "un anfiteatro moderno".
Allí ha sangrado, se ha quebrado huesos, ha perdido batallas, pero también ha ganado otras. Como la de este miércoles en las semifinales del Mundial de Rusia a Inglaterra, un gol con su firma y sello, liquidando en el área grande sin compasión de nadie.