Llega Insulza a una Honduras polarizada

3 de julio de 2009

TEGUCIGALPA (AP) — El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, llegó el viernes a Honduras para gestionar la restitución del depuesto presidente Manuel Zelaya, en medio de protestas masivas a favor de ambos mandos.

Insulza comenzó de inmediato una serie de reuniones con algunos de los actores políticos hondureños antes de que se cumpla el sábado el ultimátum impuesto por la OEA al gobierno designado de Roberto Micheletti para devolver la presidencia a Zelaya, quien prepararía su regreso al país para el domingo, según dijo desde Managua el presidente nicaragüense Daniel Ortega.

Aunque no se tiene previsto un encuentro con el gobierno de Micheletti, el nuevo canciller Enrique Ortez dijo que están "satisfechos" con la visita de Insulza y que habían dado instrucciones para que se le abrieran las puertas.

"Si lo estima oportuno, podrá negociar con nosotros, pero nuestra soberanía no se negociará jamás... Insulza puede negociar todo lo que quiera, menos la situación de Zelaya", dijo en rueda de prensa.

Insulza se dirigió en primer lugar a la Corte Suprema de Justicia y sostenía una reunión con el presidente del máximo tribunal, Jorge Rivera. También se preveían encuentros con líderes sociales, los candidatos a la presidencia, representantes de la Iglesia y la Fiscalía General.

Zelaya fue depuesto el 28 de junio por las fuerzas armadas en medio de un rechazo de los otros poderes a una "consulta popular" que había convocado para ese día por considerar que la usaría para reelegirse pese a estar prohibido en la Constitución.

Ortega dijo que habló con Zelaya, quien le dijo que el domingo regresaría a Honduras, una vez que Insulza haya presentado un informe sobre su visita a Tegucigalpa.

Poco antes de la llegada de Insulza, miles de simpatizantes de Zelaya marcharon para pedir el retorno del mandatario depuesto, mientras alzaban pancartas con leyendas como "No al golpe, sí a la paz" y "queremos que regrese el legítimo presidente", al tiempo que gritaban consignas como "¡el pueblo, arrecho, exige su derecho".

En tanto, otros miles más de seguidores de Roberto Micheletti se congregaron fuera de la casa presidencial, desde donde el presidente designado les agradeció por demostrar al mundo "que queremos vivir en paz y en democracia".

Tras salir de su despacho, Micheletti se dirigió a la multitud y les pidió a todos comunicarse a cualquier parte del mundo, a programas de radio y televisión, para "decirle al mundo que aquí no hubo golpe de Estado".

Entre gritos de apoyo, le dio la bienvenida a Insulza y le envío un mensaje "somos pacíficos, venga a enterarse de lo que aquí pasa".

"Esta tarde hablaremos con Insulza", dijo a la AP el líder sindical y candidato independiente presidencial Carlos H. Reyes, aunque no quiso dar más detalles.

Insulza dijo la víspera que llegaría a Honduras a hacer todo lo posible, aunque advirtió que "será muy difícil cambiar las cosas en un par de días".

La víspera, Micheletti dijo no tener "ninguna objeción" en adelantar las elecciones generales de noviembre como una salida a la crisis que enfrenta Honduras por el derrocamiento de Zelaya.

El mandatario derrocado ha sido advertido que de pisar suelo hondureño será detenido de inmediato para ser juzgado por varios delitos como traición a la patria, atentar contra la forma de gobierno democrático, abuso de autoridad, usurpación de funciones públicas y desobediencia a la Constitución.

Mientras, la Interpol aseguró el viernes que no ha recibido en sus oficinas centrales de Francia alguna solicitud con miras a la detención de Zelaya, como afirmó esta semana la fiscalía hondureña.

La Interpol señaló, además, que está impedida de publicar notificaciones para aprehender a algún mandatario, salvo que sea a petición de un tribunal internacional.

La ministra de Finanzas del gobierno depuesto, Rebeca Santos, dijo en Chile que el golpe de Estado ya ha dañado la economía hondureña, con la decisión de los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo de congelar recursos por entre 300 y 450 millones de dólares, lo cual se podría traducir en más pobreza y una profundización de los efectos de la crisis internacional.