Relato

804 días en una prisión iraní: la académica que los sobrevivió describe su trauma

La experta en estudios islámicos, Kylie Moore-Gilbert, fue capturada y torturada psicológicamente. Tras sobrevivir a un larguísimo confinamiento solitario, contó los detalles de su pesadilla.

7 de marzo de 2021
Kylie Moore-Gilbert
Kylie Moore-Gilbert | Foto: Sky News Australia

La australiana de 33 años Kylie Moore-Gilbert jamás imaginó verse involucrada en la red de acusaciones geopolíticas que suelen protagonizar Irán y los países que le marcan el paso en cada una de sus acciones. Pero eso sucedió y casi acaba con su vida.

En noviembre de 2020 salió de un encierro que consideró siempre injusto. Por más de siete meses (804 días exactamente) vivió en condiciones terribles en la prisión iraní de Evin. Allá llegó luego de ser capturada en 2018 cuando se dirigía al aeropuerto de Teherán. En ese momento, se le consideraba una espía del Gobierno estadounidense.

La académica, profesora en la Universidad de Melbourne, contó a la televisión australiana detalles de lo que fue esa traumática experiencia. Habló de la primera celda diminuta y gélida que la recibió al principio. En esta no tenía ni luz del sol ni la capacidad de conciliar el sueño, pues sus captores usaban luces artificiales y ruido para mantenerla despierta y desestabilizada.

“El primer cuarto en el que me pusieron, el de confinamiento solitario extremo, está diseñado para romperte. Es tortura psicológica. Pierdes la cabeza”, aseguró la mujer a la periodista Mellissa Doyle de Sky News Australia. “Es muy dañino vivir esto. Sentí dolor físico por causa del trauma psicológico que me causó”, añadió mientras mencionaba como se trata de un cuarto de 2x2 metros, sin baño y con solo un teléfono para llamar a los guardias.

En medio de un escenario en el que no podía reconocer qué hora del día era, encontraba solaz en poder escuchar a los pájaros trinar o reconocer un rayo de sol entre las grietas de las paredes. Eso servía para distraerse del hecho que solo tenía un tapete viejo, sucio y manchado, en el cual recostarse, y tres sábanas delgadas y sucias, usadas por otro prisioneros previamente. Un tipo de sábana militar “llena de pelo, piel muerta, basura”. “Usaba una de almohada, la otra para cubrirme contra el frío, pero no servía de nada”.

Estos episodios le causaron, según aseguró, episodios prolongados de ansiedad, ataques de pánico” luego de dos semanas en esa caja helada.

Hacia el final de su cautiverio, sus captores, los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, dejaron de interrogarla a diario. Esto le significó pasar días en medio de la nada.

¿Cómo sobrellevar la pesadilla? La australiana contó que la rabia y la indignación (productos de la injusticia de la que era víctima) la impulsaron a seguir adelante. “Empecé entonces a sentirme testaruda, a responder y a romper las reglas, porque sentía que no merecía este trato”.

La pesadilla

La académica fue detenida luego de que un informante la reportó como sospechosa. Esto, se cree, pues su marido Ruslan Hodorov es ruso e israelí. La académica aseguró que conoce la identidad de ese informante.

En su momento, se le juzgó y condenó a 10 años de prisión por espionaje, pero luego de negociaciones fuertes entre Irán y Australia (lideradas por el jefe de Inteligencia australiana) se logró la libertad para Moore-Gilbert. Se habla de que posiblemente el acuerdo incluyó un intercambio de presos.

Pero la pesadilla no terminó ahí. De vuelta en casa, su marido sostenía un romance con otra académica. De esto supo dos días después de regresar, y aceptó que este también fue un “inmenso shock” para ella.

Especialmente, pues en sus interrogaciones y tácticas, los iraníes querían atraparlo a él específicamente y ella resistió para no incriminarlo en nada.

Se divorciarán, y Moore-Gilbert seguirá con su vida después de sobrevivir el infierno.