Conflicto en Ucrania
En dos meses de guerra, Putin ha replanteado constantemente sus objetivos: ¿qué ha logrado?
A dos meses de la invasión a Ucrania, Vladímir Putin ha replanteado constantemente sus objetivos y pretensiones, según las condiciones en el terreno. Parece moverse entre intereses geopolíticos y simbólicos.
Dos meses han pasado desde que Vladímir Putin lanzó una campaña de “desnazificación de Ucrania”, que buscaba “liberar” a las repúblicas independentistas del Donbás, en el este del país.
Los objetivos “son comprensibles y nobles”, dijo el mandatario hace unas semanas. Luego aseguró, con su confianza característica, que “no hay duda” de que Rusia conseguirá sus propósitos en Ucrania.
Estos, sin embargo, nunca han sido bien definidos y se han transformado a medida que las condiciones en el terreno lo pedían. A la par que decía que el objetivo principal era “liberar” el Donbás en el este, lanzó una campaña para tomarse la capital de Ucrania, Kiev, más al norte.
El fiasco logístico del Ejército de Putin en la captura de esta ciudad –que dejó a sus tropas sin suministros durante varios días– y la organización y ferocidad de la defensa ucraniana provocaron una retirada parcial de las tropas rusas, que se movilizaron, ahora sí, en una campaña directa de control del este.
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Fue necesaria, entonces, una derrota parcial y un mes y medio de guerra para que el mandatario pusiera todos sus esfuerzos en la “noble” meta de liberar el este ucraniano. De repente, la captura de Kiev ya no era un objetivo político ni territorial importante.
A medida que las tropas rusas se retiraron de los alrededores de Kiev, en las ciudades controladas por las fuerzas de ocupación, como Bucha, se empezaron a hacer evidentes los verdaderos resultados de esta guerra.
Fosas comunes, cuerpos con signos de tortura y ciudades casi destruidas fueron los escenarios que dejaron atrás las tropas rusas a medida que se desplazaban a otras regiones del país en su campaña de liberación.
Mariúpol es una importante ciudad portuaria. Ubicada en el mar de Azov, es el punto vital de conexión de las nuevas conquistas territoriales de Putin con el mar Negro y el puerto de Sebastopol en Crimea. Sumado a esto, esta población cuenta con una valiosa industria metalúrgica, de vital provecho económico para Rusia.
Sin embargo, los intereses por capturarla, dos meses después de la invasión, no eran solamente geopolíticos, sino también simbólicos. Desde el inicio de la guerra, Mariúpol plantó una feroz defensa, que se convirtió en la insignia nacional de la resistencia.
El objetivo de captura de esta ciudad, según las autoridades rusas, ya fue cumplido. En la mañana del pasado jueves. Putin anunció, por medio de la televisión, que “el fin del trabajo de liberación de Mariúpol es un éxito”.
Tan solo un par de semanas después de la reagrupación de sus fuerzas, el mandatario presuntamente cumplió el que, según sus planes, siempre fue su objetivo principal: controlar el este de Ucrania.
A dos meses de la invasión, Putin ha cumplido solamente los fines que sabe que podía lograr con un cuidadoso análisis de las condiciones en el terreno. Los otros, se dice, nunca formaron parte del verdadero plan.
Lo que sigue para Ucrania es incierto. El complejo escenario se mueve en medio de un tratado de paz, entre partes iguales, y un proceso de capitulación, en el que una devastada nación deba ceder algunas partes de su soberanía nacional. La incertidumbre aún no se despeja.