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A punto de ser canciller alemán: Olaf Scholz, el triunfo de la parquedad
¿Quién es este político, sin carisma, pero serio y pragmático, que se dispone a suceder a Angela Merkel?
Si todo marcha según lo previsto, Olaf Scholz tomará el relevo de Angela Merkel en la jefatura del gobierno alemán en diciembre de 2021. ¿Quién lo hubiera pensado en agosto de 2020, cuando se postuló como candidato del partido socialdemócrata a la Cancillería? Apenas un año antes, en 2019, había perdido las elecciones internas para la jefatura del SPD, no solo porque el partido añoraba una cúpula del ala izquierda, sino también porque el introvertido y pragmático dirigente nunca logró conquistar realmente los corazones socialdemócratas.
El SPD estaba por los suelos en las encuestas y, durante meses, casi nadie daba un céntimo por el candidato Scholz. Pero la forma estoica en que llevó adelante su campaña es uno de los secretos de su éxito. Aceptar las derrotas sin quejarse, volver a levantarse, seguir siempre adelante sin dudar de sí mismo: ese es el lema de Olaf Scholz, nacido en 1958 en Osnabrück. Desde hace años vive en Potsdam, a las puertas de Berlín, con su mujer, la ministra de Educación del estado de Brandeburgo.
Durante su trayectoria política de décadas ha sufrido más de un revés, pero a largo plazo nada pudo sacarlo de su carril. Ni siquiera las investigaciones parlamentarias por dos escándalos financieros en las que tuvo que declarar. Las críticas se diluyeron y no salió perjudicado.
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Evolución política
Con tenacidad fue escalando peldaños en la escalera política. Y en ese proceso experimentó una notable evolución. Como subjefe de la organización juvenil del SPD, abogaba en los años 80 por “superar la economía capitalista”. Pero en su trabajo como abogado especialista en derecho laboral, con un despacho propio en Hamburgo, aprendió mucho acerca de cómo funciona la economía y el empresariado, y eso lo marcó.
Pronto se lo adscribió más bien al ala conservadora del SPD, y no solo en materia de política económica. Como secretario general del partido, impulsó una reforma laboral que incrementó la presión financiera sobre los desempleados.
Olaf Scholz es un hombre que no muestra sus emociones. Siempre se controla, incluso en momentos de gran alegría. Los que lo conocen de cerca afirman que jamás lo han oído gritar, ni siquiera cuando seguramente estaba furioso.
Desde 2007, Olaf Scholz ha ocupado casi continuamente cargos gubernamentales. Primero como ministro del Trabajo, luego como alcalde de Hamburgo. En 2018 asumió como ministro de Finanzas y vicecanciller, en Berlín. Se dice que ya entonces tenía en la mira la Cancillería.
La “bazuca” financiera contra la pandemia
Durante la pandemia, su influencia creció. El ministro de Finanzas era el encargado de las millonarias ayudas, y supo aprovechar la situación para presentarse en escena una y otra vez. “Esta es la bazuca, con la que ahora hacemos lo que es necesario”, prometió ya en la primavera alemana de 2020, poco después de que la pandemia irrumpiera.
Alemania puede resistir la pandemia financieramente: esa fue su consigna. El país habrá contraído nuevas deudas por un monto de 400 mil millones de euros hasta finales de 2022. Pero podrá superarlo, según Scholz: “Nadie debe tenerle miedo a eso, ya lo logramos una vez, tras la última crisis de 2008/2009, y lo lograremos nuevamente, en cerca de 10 años”.
Actualmente, sin embargo, resulta evidente que la pandemia dista de haber quedado atrás. Las altas tasas de contagio tienen un impacto negativo en la economía. Y el próximo gobierno tendrá que seguir endeudándose para respaldar a las empresas. Ese también será un gran desafío para la coalición tripartita encabezada por Olaf Scholz.