RUSIA
¿Acorralado?: Vladimir Putin plantea una tregua con Ucrania, tras asilamiento mundial y oposición interna. No se ve duradera
El Gobierno de Vladímir Putin, en medio de sus horas difíciles y del aislamiento internacional de su nación por cuenta de la guerra en Ucrania, por fin da un paso atrás y ofreció una tregua de Navidad. ¿Es sostenible?
El 24 de febrero se cumplirá un año desde que Rusia decidió invadir Ucrania en medio de un clima de tensiones internacionales. Desde entonces, la nación se ha convertido en paria para el resto del mundo y eso ha contribuido a que la imagen del Gobierno de Vladímir Putin se vea deteriorada, su gobernabilidad pueda estar en vilo para el futuro y pueda provocar que la guerra sea mucho más costosa para los rusos de lo que se esperaba.
Por eso, el aviso que hizo esta semana se veía venir. Por fin, el líder de Rusia decidió darle al mundo un respiro, y anunció una tregua de Navidad, que los creyentes ortodoxos celebran el 7 de enero. Se espera que este sea un símbolo de que las cosas puedan mejorar. El giro no se explica en la nobleza.
La situación de los rusos es realmente crítica. Fronteras sin control, ejércitos privados que funcionan al margen del Estado, miles de ciudadanos que huyen del país y una decadencia social en aumento; así es como se vive en Rusia desde hace casi un año, donde crecen las dudas acerca de la capacidad militar del ejército del Kremlin ante la incapacidad de conseguir los objetivos militares en Ucrania, pero asimismo el país podría caer en el caos y volverse ingobernable.
Empezando por el tema de fronteras, hace un par de meses el Gobierno de Putin anexionó de manera ilegal las provincias ucranianas de Kherson, Donetsk, Luhansk y Zaporizhia, pero esto sin ningún plan al respecto de cómo hacer funcionar dichos territorios como parte de Rusia y del cómo poder ejercer control militar, algo en lo que han fracasado y en dichas regiones funciona no solo el ejército ruso, sino también tropas paramilitares que actúan a la par.
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Estos ejércitos paramilitares prorrusos hacen que el Gobierno de Putin haya perdido el monopolio del uso de la fuerza física, a pesar de que los ejércitos al margen y los mercenarios no sean legales en Rusia, es algo que va en aumento y es otro síntoma del deterioro del país. Además, en términos de seguridad, la población tiene miedo del Gobierno, en especial después del anuncio de que más de 300.000 personas –mal entrenadas y mal equipadas– fueran reclutadas para la guerra.
Esta cifra se repite cuando se habla de los ciudadanos que han huido de Rusia en las primeras semanas de la guerra y otras 300.000 han abandonado el país después de iniciado el conflicto, la gran mayoría son jóvenes que huyen de poder ser llamados a la guerra. Los centros de reclutamiento, en señal de protesta, han sido quemados y vandalizados, alegando que las personas que son enviadas a morir en Ucrania son ciudadanos pobres que no pueden irse a otra nación.
Putin habría cometido un gran error al reclutar gente, ya que parecía que la población había aceptado no protestar contra la guerra con tal de que el Gobierno ruso no los hiciera partícipes de ella. Pero el tejido social parece haberse roto en Rusia, todo bajo la excusa del Kremlin de que la gente debe luchar en las trincheras por el bien de su país, algo que no ha calado en la población, que no quiere intervenir en el conflicto.
La esperanza de cambio en Rusia es que Putin definitivamente no logre los objetivos militares en Ucrania, lo cual haría que la situación en el país siga en el rumbo de la inestabilidad, haciendo que el descontento crezca entre los ciudadanos. Esto, sumado a que la economía siga en decadencia, haría que la millonaria élite retire su apoyo al Gobierno, provocando seguramente una salida y un cambio para los rusos.
Rusia sigue en un estado de convulsión y el final de una guerra parece muy lejos aún por las distantes posiciones entre Putin y Volodímir Zelenski, pues cada uno quiere ganar en el campo de batalla de manera incontestable. Será cuestión de tiempo saber si el Kremlin podrá manejar la descomposición en aumento que se vive en el país y poder tener aún margen de acción antes de que se le caiga toda la estantería.