MUNDO
Albert Rivera, el antiindependentista que sueña con destronar a Rajoy
Inspirado en el francés Emmanuel Macron y el canadiense Justin Trudeau, el líder del partido liberal y antiindependentista Ciudadanos, Albert Rivera, sueña con desbancar a Mariano Rajoy del poder en España
De 38 años, Rivera recibe a la AFP en su oficina del Congreso de los Diputados en Madrid, donde su formación entró en 2015.
Su partido, creado en 2006 en Barcelona en oposición al creciente nacionalismo catalán y bajo la bandera de la lucha contra la corrupción, es ahora la primera fuerza en la región, aunque sus 36 escaños en la cámara catalana son insuficientes ante la mayoría absoluta de una coalición independentista (70 de 135 sillas).
Se imagina como el primer catalán al frente del gobierno español desde el regreso de la democracia tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975.
"Yo quiero gobernar España también como catalán (...) para tener una visión muy clara de lo que hay que hacer en Cataluña de cara al nacionalismo", afirma.
"Que nadie se equivoque. El separatismo catalán va a dar medio paso atrás para coger fuerza", afirma Rivera, en momentos en que una parte de los independentistas anunció haber renunciado a la secesión de España, luego de la fallida declaración de independencia del 27 de octubre.
"España como país y Europa como continente y como unión se tienen que preparar para la batalla política e intelectual al nacionalismo", señala.
Rajoy ‘no hace nada‘
A nivel nacional, Ciudadanos es solo la cuarta fuerza política, pero sondeos recientes le otorgan un fuerte avance, e incluso una encuesta del instituto Metroscopia lo ubica por delante del Partido Popular (PP, derecha) de Rajoy.
El abogado y antiguo campeón juvenil de natación, que viste un brazalete con el color naranja de su formación, estima que la tendencia perdudará en el tiempo, aun cuando en el pasado los sondeos han sobrevalorado a Ciudadanos.
El PP de Mariano Rajoy, de 62 años, "está haciendo lo mismo de siempre, no hacer nada, no liderar, no limpiar la corrupción" que ha manchado al partido, indica.
Con 32 escaños en el Parlamento nacional, los diputados de Ciudadanos permitieron a Rajoy obtener un nuevo mandato en 2016, al respaldarlo en la investidura, lo que les valió críticas de ser una versión 2.0 de los conservadores.
Su apoyo vino a cambio de un amplio acuerdo para implementar reformas, en materia de educación, lucha contra la corrupción o transparencia, recuerda Rivera, quien se muestra cada vez más crítico con el gobierno.
"Rajoy por naturaleza, después de cuarenta y tantos años en política, no parece que vaya a ser un reformista y un hombre dinámico, sino más bien lo contrario", subraya.
Lo que explica, a su juicio, la progresión de Ciudadanos en los sondeos, gracias al apoyo de electores del PP pero también del Partido Socialista.
Las críticas de Rivera no han sentado bien en el PP, cuyo coordinador general Fernando Martínez-Maillo, acusó en días pasado a Ciudadanos de ser un partido "veleta" que cambia de opinión según sus intereses. Una fuente gubernamental señala además que este mismo viernes el gobierno tiene previsto analizar cinco anteproyectos de ley.
Liberal y progresista
Por el contrario, Rivera ensalza la figura del presidente francés Emmanuel Macron, a su juicio "un referente para cualquiera que quiera una nueva forma de hacer política" y "que sea liberal y progresista".
Con Macron y el canadiense Justin Trudeau "compartimos valores de libertad, de progreso social y de globalización", dice. "La globalización no es una opción, es una realidad, es como que sale el sol, no hay que discutirla, el tema es cómo la aprovechas".
Rivera, cuyo partido ha evolucionado ideológicamente de la socialdemocracia al liberalismo, estima que se puede ser a la vez liberal en la economía y progresista en los temas sociales.
Ante la crisis política en Cataluña, Rivera ha defendido las opciones más duras para combatir al independentismo, incluyendo la intervención de la autonomía regional.
Y para ganar terreno en este territorio muy dividido socialmente frente a la secesión, defiende "un plan para una década, un plan estratégico de país, de seducir, de vigilar las políticas que se hacen en Cataluña", como el control de los separatistas en algunas escuelas, algo que los independentistas niegan.
Hay que "respetar al independentismo, pero sobre todo respetar al que no es independentista y cumple la ley y quiere ser español, porque ésa es la mayoría social", agrega.