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Alemania se suma a la tendencia de endurecer las relaciones con China
El gobierno estudia un plan para hacer más duras las condiciones para los inversionistas del gigante asiático.
China se ha vuelto el “coco” de Occidente, cuyas grandes potencias se esfuerzan por ponerle cada vez más difícil su consolidación como potencia económica de primer orden.
En ese contexto, ahora es Alemania la que se suma a la tendencia, como lo sugiere la reciente propuesta del ministro de Economía, Robert Habeck, de hacer más rigurosas las pruebas que deben pasar las empresas del país asiático que aspiran a llevar sus inversiones al país.
El borrador de esta idea está en estudio por parte del gobierno de Olaf Scholz, según lo expresado por un portavoz de la cartera durante una conferencia de prensa.
El gran objetivo del proyecto es reforzar la seguridad en un campo delicado como son las inversiones extranjeras en el país, dijo también el vocero.
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Para el ministro de Economía, es fundamental que, en el futuro, el gobierno apruebe también aquellas operaciones en que el inversionista no adquiere tajadas que podrían darle el control de una empresa. En otras palabras, será necesario controlar si el agente extranjero se hace con bienes y patrimonio representado en tecnología.
Hoy, es necesaria la autorización gubernamental cuando un extranjero quiere comprar más del 25 por ciento de una empresa o más del 10 por ciento de una compañía de infraestructura esencial.
La idea es que los entes gubernamentales den su concepto si un inversionista chino esté interesado en en el uso de licencias de diversa índole.
Otra medida que se enuncia en términos generales, pero pensada para el caso chino, tiene que ver con la construcción, por parte de los inversionistas, de fábricas en suelo alemán.
El plan también prevé que los entes alemanes vigilen la cooperación con las naciones extranjeras en ámbitos como los semiconductores y la inteligencia artificial, que de por sí llevan el rótulo de “delicados”.
Medios locales del país europeo como la revista de negocios WirtschaftsWoche recordaron un incidente que se presentó en 2022, cuando el conglomerado chino Cosmos iba a adquirir la terminal del puerto de Hamburgo, el puerto más importante de Alemania.
En ese momento, el ministro Habeck, se opuso a la transacción, pues pensaba que la operación ponía en riesgo la seguridad del país.
Algunos miembros de la coalición de gobierno lo apoyaron, pero otros, no estuvieron de acuerdo.
En últimas, el propio canciller Scholz dijo que no le veía problema a la venta, si China se hacía con menos del 25 por ciento, púes consideraba que el puerto no entraba dentro del criterio de infraestructura esencial.
No obstante, luego de demostró que sí cabía en ese rubro, pero, de todos modos, el gobernante se negó a revisar el proceso.
Como quiera que sea, agregó la prensa local, la actitud frente a China no deja de ser uno de los puntos de discrepancia más críticos en el seno de la política alemana.
Los socialdemócratas y los verdes, en particular, tienen una controversia casada al respecto. Mientras que los primeros muestran una cierta flexibilidad, los verdes tienden a todo lo contrario, pues creen que el país del Lejano Oriente merece represalias ante las violaciones a los derechos humanos emanadas de su propio gobierno.
El canciller Scholz es partidario de reducir la dependencia de China, pero no le parece necesario causar traumatismos muy profundos a la dinámica comercial, de modo que está por verse que tan receptivo se muestra ante las propuestas de su ministro de Economía.