TECNOLOGÍA
Amenazas, noticias falsas y trinos de Trump: la prueba de fuego de las redes sociales en las elecciones de EE.UU
Las redes sociales controlaron la desinformación en las elecciones y sembraron un moderado optimismo al respecto. Las noticias no lograron sembrar el caos, pero las semanas que vienen pondrán a prueba el papel de internet en la contienda poselectoral.
Una batalla secreta tuvo lugar la semana pasada, y no en los cuarteles de las campañas, sino en los centros de datos de las redes sociales. Facebook, Twitter y YouTube se esforzaron por primera vez en serio para controlar el impacto de las noticias falsas y evitar el apocalipsis electoral. Cerraron decenas de cuentas de orientación republicana el 3 de noviembre; en algunas ocasiones bloquearon los temidos trinos del presidente Trump y, en otras, los etiquetaron como “presumiblemente falsos”. Como se esperaba, avalanchas de mensajes coordinados que promovían la idea trumpista de que los demócratas estaban robando las elecciones inundaron las redes, y el presidente se proclamó ganador muy temprano. El libreto estaba previsto, pero esta vez las redes estaban preparadas.
El balance es moderadamente optimista. Los intentos más agresivos de provocar ira en las calles no surtieron efecto. Dos de las ofensivas más claras, bajo las etiquetas #StopTheSteal y #Sharpiegate, fueron parcialmente contrarrestadas al cerrar las cuentas que las originaron. El FBI abrió investigación por una tempestad de llamadas telefónicas automáticas a ciudadanos con mensajes que advertían de fraude.
Twitter fue el más enérgico en los controles. Cubrió el esperado trino de Trump en el que se proclamó vencedor con una señal de noticia falsa y le impidió a sus seguidores compartirlo. Pusieron la etiqueta con la advertencia “Parte o todo el contenido compartido en este tuit está en disputa y podría ser engañoso sobre una elección u otro proceso cívico” sobre los mensajes de líderes y funcionarios de la Casa Blanca. Y YouTube y TikTok eliminaron videos falsos.
No obstante, los estrategas digitales republicanos hicieron su tarea. El video de Trump en el que anunció su victoria alcanzó 2,6 millones de vistas y las ‘bodegas’ hicieron las jugadas típicas vistas en otros países: un activista republicano hizo circular un video en el que supuestamente le impedían ingresar a un puesto de votación y un falso funcionario de la autoridad electoral juró que había destruido miles de votos en favor de Trump por orden de sus superiores.
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Election Integrity Partnership, una alianza de universidades e instituciones de la sociedad civil constituida en julio pasado, tuvo días maratónicos tratando de contener el caudal de mensajes, pero todavía no cantan victoria. Alex Stamos, director del Observatorio de Internet de la Universidad de Stanford, es una de sus cabezas visibles. En 2016 era el jefe de seguridad de Facebook cuando los rusos ejecutaron la más grande campaña de manipulación política en Facebook sin que él se enterara. La llamada “trama rusa”, que contribuyó al triunfo de Trump, se descubrió solo tres semanas después, así que tiene razones para la cautela.
El relativo éxito logrado en controlar la desinformación en internet demuestra que es posible solucionar el dolor de cabeza de la democracia que vino con las redes. Pero se requiere de mucha presión social y política sobre estas empresas, como ocurrió, para que adopten las medidas necesarias. Sin embargo, varios analistas consideran que las redes pudieron hacer mucho más. Jesse Lehrich, de la ONG Accountable Tech, dijo a los medios que estas no se han desprendido aún de las influencias de los poderes políticos y económicos. Analistas de The New York Times aseguraron que las redes apenas sobrevivieron al día de las elecciones, y un portavoz de la ONG Avaaz, que chequea noticias falsas, declaró que Twitter, Facebook y YouTube debían esforzarse más.
Los medios de comunicación norteamericanos contribuyeron a mitigar el impacto negativo de la desinformación. En su mayoría se abstuvieron de hacer eco de trinos y no los utilizaron como fuente de noticias. El primer round fue una relativa derrota para las noticias falsas, pero las semanas que vienen serán cruciales, cuando la campaña republicana despliegue una ofensiva poderosa para convencer a la opinión pública del supuesto fraude.