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Angustia en la frontera: miles de niños migrantes intentan ingresar solos a EE. UU.
El presidente Joe Biden enfrenta su primera crisis migratoria en la frontera mexicana. Desde febrero han entrado casi 9.000 menores sin acompañamiento al país del norte. Consideran alojarlos en un centro de convenciones.
La nueva política migratoria de Joe Biden que pretendía ser distintas a la de Donald Trump al ser más flexible con la migración mexicana y centroamericana, dio un resultado que ni él mismo había previsto. En febrero fueron arrestadas unas 100.000 personas en la frontera sur -entre ellas 9.457 menores no acompañados-, un aumento del 28 % respecto a enero, según las autoridades. Estas cifras obligan a la administración Biden a buscar donde alojar a los menores mientras se define su futuro.
Para hacer frente al flujo de menores, Alejandro Mayorkas, jefe del Departamento de Seguridad Interior (DHS), anunció que la agencia de emergencias FEMA va a apoyar en la tarea de albergar temporalmente a los niños, en medio de las críticas de que las autoridades los retuvieron durante largos períodos en instalaciones abarrotadas.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) tiene a su cuidado actualmente a unos 8.800 niños migrantes.
Las autoridades de FEMA están buscando cerrar un contrato con un lugar de convenciones en Dallas, Texas, como “centro de descompresión” para albergar ahí a niños y adolescentes de forma temporal.
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El líder de la minoría republicana de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, denunció la “crisis” en una visita con varios congresistas a la frontera en Texas.
“Esta crisis fue creada por las políticas presidenciales de este nuevo gobierno”, acusó.
El congresista republicano Chuck Fleischmann afirmó que el gobierno de Biden ha “creado un ambiente” propicio para un incremento de la migración. Otros miembros de la delegación afirmaron que los traficantes de personas se están beneficiando de las políticas del gobierno.
Cerca de 200 migrantes irregulares pasaron por la estación de buses de Brownsville, en Texas, cerca de la frontera con México, según asociaciones locales.
El aumento de la llegada de personas a la frontera es un desafío político para Biden, que busca revertir muchas de las políticas contra la inmigración impuestas por su predecesor, Donald Trump.
El presidente demócrata quiere tramitar una ambiciosa reforma migratoria en el Congreso, que podría dar una vía para la ciudadanía para millones de indocumentados.
Para el gobierno de Biden, que decidió suspender acuerdos firmados por Trump como el programa “Quédate en México”, que obligaba a los demandantes de asilo a esperar al otro lado de la frontera y reinstauró la iniciativa CAM para acoger a menores centroamericanos con padres con residencia legal en Estados Unidos, el mensaje es que “la frontera está cerrada” a la inmigración irregular.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, admitió este lunes que hay un “gran problema”.
“El gobierno precedente nos dejó con un sistema desmantelado y con el cual es imposible trabajar, al igual que con otros problemas, vamos a hacer todo lo que sea posible para resolverlo”, agregó.
Para los republicanos, el anuncio de que el presidente demócrata busca dar una vía hacia la ciudadanía a cerca de 11 millones de inmigrantes irregulares generó un efecto llamada que dio a entender a miles de migrantes que son bienvenidos en Estados Unidos provocando el desbordamiento en la frontera.