SEGURIDAD
Apple versus FBI: la pelea del año
Tim Cook, CEO de Apple, se niega a piratear su propio sistema operativo en el teléfono de los terroristas de San Bernardino y desata una acalorada discusión sobre la privacidad de las comunicaciones.
Un inusual enfrenta-miento tiene lugar en el mundo de la tecnología: Apple, uno de los principales fabricantes de teléfonos móviles del mundo dijo “no” la semana pasada, a la petición que la juez Sheri Pymle extendió para que ayude al FBI a acceder a la información que contiene el iPhone del terrorista acusado de los atentados de San Bernardino ocurridos el pasado 2 de diciembre, en los que murieron 12 personas.
Los investigadores del FBI no han logrado desbloquear el móvil del acusado, en el que esperan encontrar información sobre la red de contactos de Syed Rizwan Farook y otros cómplices suyos que habrían participado en el cruento ataque al Inland Regional Center en San Bernandino, California. Impotentes ante la dificultad para desbloquear el teléfono del terrorista, los investigadores del FBI pidieron a Apple crear una herramienta que les permita entrar al dispositivo saltando el sistema de seguridad.
El lado problemático de la petición es que con dicha herramienta el FBI estaría en capacidad de acceder a cualquier teléfono de esta marca. Habla muy bien de Apple el poderoso sistema de cifrado que utiliza a partir de la versión 8 de su sistema operativo móvil iOS, puesto que la inteligencia norteamericana no ha logrado vulnerarlo, pero habla mejor aún del fabricante el compromiso mostrado en la defensa de la privacidad de sus clientes. La negativa tajante de Apple tomó por sorpresa al FBI y, por supuesto, ganó los aplausos de cientos de ciberactivistas que defienden el derecho a la privacidad y las libertades digitales.
Tim Cook, el CEO de Apple, resolvió rápidamente el dilema moral y en una comunicación pública redactada el 16 de febrero, explicó las razones de su posición: “Nos han pedido algo que simplemente no tenemos y que consideramos demasiado peligroso crear: construir una puerta trasera para el iPhone”. El tema de las ‘puertas traseras’ –puertos de comunicación que estarían presentes en algunos sistemas operativos, funcionando en modo invisible para el usuario, y que permitirían el acceso o la salida de datos hacia fuentes externas– ha sido un mito permanente en el mundo del ciberactivismo. Microsoft ha sido acusado varias veces de poner mecanismos de estos en Windows y otros productos; algo que nunca fue comprobado y que la empresa negó tajantemente.
Técnicamente, lo que el FBI ha pedido a Apple es facilitar el acceso al teléfono del acusado mediante el ataque conocido en el mundo hacker como ‘fuerza bruta’, el cual consiste en combinar todos los números posibles hasta que una de esas combinaciones coincida con la clave del usuario. Actualmente, no es posible aplicar este viejo método porque los teléfonos iPhone se bloquean después de diez intentos fallidos de ingresar una contraseña. Apple explicó que no puede ‘adivinar’ la contraseña de Syed Rizwan Farook ni de ningún propietario de teléfonos de esta marca en el mundo, porque cada usuario define su código de acceso, y el FBI, consciente del problema, solicitó a Apple desarrollar rápidamente una herramienta que elimine el bloqueo tras diez intentos, lo que dejaría desprotegidos a los usuarios de este popular dispositivo.
Para el público ha resultado toda una curiosidad el hecho de que la inteligencia de los Estados Unidos, capaz de ‘chuzar’ prácticamente todas las comunicaciones internacionales –mediante plataformas como Carnivore, del FBI, o Echelon, de la NSA– se vea en aprietos para desbloquear la pantalla de un teléfono móvil. Hay que entender que una cosa es interceptar las telecomunicaciones (correos, conversaciones y chats) que circulan a través de las redes que conforman internet, y otra es ingresar a un dispositivo físico desconectado, que es lo que se pretende en este caso. Cellebrite, una empresa de tecnología para actividades forenses, ofrece una solución para que investigadores accedan a los datos de cualquier teléfono, incluido el iPhone; y el año pasado la compañía Zerodium lanzó un concurso con premio de 1 millón de dólares para quien lograse hacer jailbreak –así se denomina a la operación de romper la seguridad del sistema operativo iOS 9– a un iPhone 6s. Un equipo de hackers aseguró que lo había logrado a distancia en diciembre, explotando vulnerabilidades del navegador Chrome instalado en un iPhone que estaba conectado a internet; aun si fuese cierto, nadie ha logrado desbloquear todavía uno de estos teléfonos de manera física.
Es evidente que Tim Cook está tratando de proteger la reputación de marca y que acceder a la solicitud del FBI podría costarle un alto precio en la confianza que los usuarios tienen en sus productos. El derecho a la privacidad y la protección de los datos ha ganado enorme importancia en la última década, y ofrecer garantías de seguridad de la información hace parte de la oferta con la que los fabricantes de teléfonos compiten en el mercado. Bruce Schneier, todo un mito en el mundo de la criptografía y creador de los más prestigiosos algoritmos de encriptación de datos, aplaudió públicamente a Tim Cook, así como otras voces prominentes del ciberactivismo. Hasta su archirrival en los negocios, la poderosa Google, manifestó apoyo a la empresa de la manzanita, porque, según dijo Sundar Pichai, el CEO de Google, el caso abriría las puertas para que se formularan peticiones similares en relación con el sistema operativo Android, el más utilizado en el mundo de los teléfonos móviles. En el mismo sentido se pronunció el fundador de WhatsApp, Jan Koum, para quien “la libertad está en juego”, y Snowden se manifestó también en apoyo a Apple asegurando que “este es el caso de tecnología más importante de la última década”.
El caso del FBI versus Apple resucitó el viejo debate acerca de si es válido o no permitir a las autoridades husmear en los datos privados de los ciudadanos cuando se investigan casos de terrorismo. Este debate estuvo en boga por primera vez tras los atentados del 11 de septiembre, poco después que el mundo comprobara la existencia del mítico Carnivore, un sistema creado por el FBI para espiar masivamente los correos electrónicos, faxes y llamadas telefónicas de millones de ciudadanos, y desde entonces argumentos en favor y en contra han sido esgrimidos. Edward Snowden, el mismo que hizo público el programa secreto de vigilancia de los Estados Unidos, indicó que, por ejemplo, AT&T ha sido leal colaborador de la inteligencia norteamericana en su tarea de vigilancia sobre los ciudadanos, algo que ejecutivos de esta poderosa empresa de telecomunicaciones prácticamente admitieron, indicando que se vieron forzados por el gobierno. La legislación de muchos países obliga a los operadores que prestan servicios de internet a revelar la información de navegación de un ciudadano cuando la autoridad policial lo solicite, y de este modo han sido capturados piratas, hackers y otros acusados de delitos a la propiedad intelectual. Hasta ahora ninguna gran compañía había cerrado las puertas en las narices a los agentes del FBI.
La tensión entre el FBI y Apple apenas comienza. Se estima que el poderoso organismo investigador no dará su brazo a torcer, apoyado en la Constitución estadounidense, pero Cook ha sido claro en que no modificará su decisión: “El FBI nos está pidiendo que ‘hackeemos’ a nuestros propios usuarios y enterremos décadas de avances en ciberseguridad”, explicó.