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Disfrazado sale de paseo el caníbal de Rotemburgo condenado a cadena perpetua
Armin Meiwes, sentenciado hace 14 años por devorar a otro hombre, tiene derecho a salidas vigiladas en Alemania. "Sigue siendo amigable, extrovertido y educado", dice su abogado.
Con un sombrero y gafas de sol, el caníbal de Rotemburgo sale de paseo fuera de la prisión. Se oculta de los extraños que lo identifican, de quienes recuerden el rostro que circuló en los medios de comunicación en 2004, cuando fue acusado de comerse a un hombre después de matarlo.
De acuerdo con lo que reveló al diario Bild un investigador de Policía, el alemán Armin Meiwes puede salir de prisión para dar paseos cortos acompañado de dos agentes. "Por motivos de seguridad, lo llevamos a otro estado federal. Allí se le permite pasear por la ciudad", explicó el oficial.
"El primer bocado fue, por supuesto, muy extraño", dijo Meiwes a Barcroft TV en Entrevista con un caníbal. Agregó: "Había pasado más de 40 años deseándolo, soñando con ello. Y ahora tenía la sensación de que en realidad estaba logrando esta conexión interna perfecta a través de su carne".
Pese a ese comportamiento que lo puso tras la rejas con una cadena perpetua, su abogado cuenta que se trata de un preso ejemplar. Trabaja en la lavandería y asiste a los servicios religiosos.
"Sigue siendo amigable, extrovertido, educado. Los funcionarios de la prisión dicen que, en teoría, su puerta podría quedar abierta todo el día y no pasaría nada", sostiene Harald Ermel, quien asegura que es uno de los pocos prisioneros con los que no hay problemas.
El caníbal cibernético
A los 42 años, Meiwes, técnico informático, se hizo famoso por confesar haberse comido en parte a un hombre al que conoció navegando en la web. Se trataba de Bernd Juergen Brandes un ingeniero de 43 años que vivía en Berlín.
Según las pruebas recogidas, Brandes viajó hasta Rotemburgo para responder a un anuncio publicado por Meiwes en internet en busca de "hombres dispuestos a ser devorados".
Meiwes primero lo asesinó y luego cortó el cadáver, congeló algunas de sus partes y enterró el resto. Lo que hace la situación más extraña es que Brandes, minutos antes de morir, escribió una nota en la que declaró que se sometió voluntariamente al ritual caníbal.
Porque la víctima aceptó ser asesinada y el canibalismo no es castigado penalmente en Alemania -el delito es tan raro y extremo que nunca se ha creado una legislación al respecto- Meiwes estuvo a punto de quedar libre.
En enero de 2004, después de cerca de cuatro meses de juicio, el tribunal que seguía el caso de Meiwes, conocido a nivel mundial como ‘el caníbal alemán‘, lo declaró culpable de homicidio no premeditado, pues no tenía "motivaciones abyectas" en el delito. Ello le evitó ser condenado por asesinato.
La defensa argumentó que, dado que la víctima se ofreció voluntariamente a ser asesinada y comida, el crimen debía considerarse como algo similar a la eutanasia, que se castiga con un máximo de cinco años de prisión.
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Al explicar su veredicto, el presidente del tribunal, el juez Volker Muetze, dijo que la intención de Meiwes no era cometer una maldad "sino satisfacer una fantasía". Agregó que su motivo principal era "el deseo de convertir a otro hombre en parte de sí mismo y alcanzó esa experiencia emocional a través del consumo de la carne".
Por su parte, la Fiscalía manifestó que Meiwes era "un carnicero humano" que actuó simplemente para "satisfacer un impulso sexual" y exigía que se lo condenara a cadena perpetua. Por ello aseguró, en su momento, que apelaría la sentencia.
Meiwes relató que Brandes le dijo que deseaba morir a puñaladas tras tomarse una botella de una medicina contra el resfriado para perder el conocimiento. "Bernd se acercó a mí por su propia voluntad para poner fin a su vida", aseguró Meiwes en su declaración final ante el tribunal. "Para él, fue una muerte agradable", afirmó.
Sin embargo, en el juicio agregó: "Tuve un gran placer, y no necesito hacerlo de nuevo. Lamento mucho lo ocurrido, pero no puedo deshacer lo que hice".