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Así avanza la mudanza de Melania Trump
A Melania Trump se le conoce por sus actos más que por sus palabras. La primera dama de los Estados Unidos dejó claro en los últimos días que está ansiosa por dejar la Casa Blanca e iniciar una nueva vida en la Florida.
Melania Trump ya empezó a empacar. A diferencia de su esposo, el presidente Donald Trump, la primera dama no parece tener ningún interés en luchar por mantener su posición de poder en Washington o su residencia en la Casa Blanca. Días después de que una fuente cercana a ella contara que solo quiere volver a su casa, se supo a cuál de todas sus residencias se refería: Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, y no la Torre Trump en el corazón de Manhattan, donde vivió hasta mudarse a la capital.
Al mejor estilo de la primera dama de origen esloveno, sus actos hablan por ella. Si bien rara vez se le escucha hablar, los estadounidenses han aprendido en los últimos cuatro años a leer sus gestos e interpretar su agenda. Por eso, cuando en los últimos días se le vio visitando colegios para su único hijo Barron, de 14 años, en la Florida, quedó en evidencia que es ahí donde ella quiere vivir después del 20 de enero, cuando deje la Casa Blanca.
La elección de Trump parece ser el colegio Pine Crest en Fort Lauderdale, a 40 minutos de Mar-a-Lago. Una institución privada donde cuesta más de 35 mil dólares la educación anual y donde piden la declaración de impuestos de los padres para asegurase que puedan pagar una de las escuelas mas caras de Estados Unidos. Donald Trump, quien se ha rehusado a compartir su información financiera siendo presidente, tendrá que hacerlo si quiere que Barron sea aceptado en la lujosa academia. Las directivas del colegio ni niegan ni confirman el ingreso del joven a su plantel, que en su video promocional dice ser un lugar donde enseñan los valores de la empatía, la integridad y el buen carácter.
Mientras tanto, en la Casa Blanca los diferentes estilos del matrimonio Trump no podían ser más distintos. El presidente se niega a aceptar que perdió las elecciones el pasado noviembre y desde su despacho en la Oficina Oval, pero sobre todo desde su cuenta de Twitter, se defiende a capa y espada de lo que considera fue un robo en las urnas. Melania, en cambio, pidió se le entregara lo antes posible una lista del inventario que podría llevarse con ella, en especial arte y muebles, y con lapicero en mano empezó a marcar sus pertenencias para definir qué se lleva a la Florida, qué envía a su penthouse en Nueva York, qué se regala y qué se bota. Fuentes cercanas a la futura exprimera dama dicen que preguntó también si tenía derecho a un presupuesto una vez deje la residencia presidencial, solo para enterarse que ya no corresponde a los constituyentes financiar su estilo de vida.
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Otra señal de que la exmodelo sueña con su nueva vida es que en su residencia en La Florida se están haciendo arreglos por estos días para acomodar a los Trump, que convertirían la mansión en su sede política. Con el paso de las horas aumenta el rumor de que Donad Trump buscaría ser candidato presidencial de nuevo en 2024 y aunque quienes conocen a Melania dicen que ella cree que ese sería un error, ella se enfoca en terminar a su manera la tarea que empezó. Por estos días se dedica –además de empacar– a ultimar detalles de la decoración de su ultima Navidad en la capital, a elegir la vajilla que dejará a Jill Biden y a repartir regalos a niños de mano de los marines.
Si bien ya se sabe a qué se dedicará Donald Trump desde Mar-a-Lago, pues ya está claro que seguirá en la política, no se conoce aún la agenda de su mujer. Una vez establecido Barron en su nuevo colegio, Melania, de 50 años de edad, queda libre para ocupar su tiempo como quiera. De acuerdo con medios de comunicación, se dedicaría a escribir un libro sobre sus días en la Casa Blanca, el cual no se espera sea para perjudicar a su marido, pues aseguran que el más entusiasmando con la idea es él. Escribir sus memorias le permitiría, además, tener sus propios ingresos y aclarar dudas sobre su personalidad que dejó el libro escrito por su amiga Stephanie Winston Wolkoff.
A Melania no le gusta hablar, eso ya lo dejó claro, pero son sus actos los que cuentan y por ellos se puede concluir que no solo no le da pesar dejar la casa residencial, sino que, por el contario, ya está ansiosa por irse.