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Así comenzó el viaje de la reina Isabel a su última morada. Salud Hernández-Mora lo cuenta desde Londres
Precedido por un policía motorizado y escoltada por seis camionetas negras, el féretro, envuelto en la bandera escocesa, salió del Castillo de Balmoral, donde falleció, para llegar a Edimburgo tras recorrer 280 kilómetros en cinco horas.
Nueva Zelanda y Australia celebraron este domingo la ceremonia que proclamaba al hijo de Isabel II como su nuevo monarca. En el solemne acto, celebrado en el parlamento de Camberra, Jacinda Arden, la joven y popular primera ministra neozelandesa, fue más allá y manifestó que “el rey Carlos (siendo príncipe heredero) ha mostrado de manera consistente su honda preocupación por nuestra nación. No dudo de que profundizará esta relación, muy valorada por nuestra gente”.
Agregó que “están muy tristes” por el fallecimiento de Isabel II, pero, también, “agradecidos por su vida y el ejemplo que dejó. Estaremos eternamente agradecidos por los lazos que estrechó con nuestro país, pero son lazos y afectos que se extienden a toda su familia”.
El día anterior había sido Canadá en que realizaba la misma proclamación. La gobernadora general, Mary Simon, que representa a la corona británica en su país, firmó, junto al primer ministro, Justin Trudeau, el documento que declara a “su real alteza el príncipe Charles Phillip Arhtur George es ahora, tras la muerte de nuestra última soberana, el rey Carlos III, por la gracia de Dios, del Reino Unido, Canadá y sus otros dominios y territorios”.
Son quince los países de la Commonwealth (Mancomunidad de naciones) que tienen a la monarquía británica como Jefe de Estado. Además de los mencionados, figuran Papua Nueva Guinea y las Islas Salomón, entre otros. El resto de las 55 naciones que conforman el citado organismo son repúblicas o tienen su propia familia real. Lo que comenzó como una unión de naciones que habían estado bajo la soberanía británica, derivó en una unión para el desarrollo de sus miembros que, además, amplió su base a países que nada tuvieron que ver con Londres.
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Entretanto, en el Reino Unido, atravesando parajes verdes, hermosos, los restos de Isabel II comenzaron el domingo el largo viaje hacia su última morada. Precedido por un policía motorizado y escoltada por seis camionetas negras, el féretro, envuelto en la bandera escocesa, salió del Castillo de Balmoral, donde falleció, para llegar a Edimburgo tras recorrer 280 kilómetros en cinco horas.
Las cientos de personas que aguardaban el paso del cortejo fúnebre a lo largo del recorrido, lo recibieron en completo silencio, como muestra de respeto.
En la capital de Escocia, que pretende celebrar otro referendo independentista, los restos hacen una primera escala en el Palacio de Hollyrood para reposar después en la catedral de San Giles, en una capilla ardiente por la que desfilarán los ciudadanos que quieran despedir a su reina.
Pero no todo son parabienes para la familia real. Cuando aún no llevaba no tres días de monarca, Carlos III ya ha sufrido su primera lluvia de críticas en redes sociales. La manera desagradable y un tanto despótica con que ordena a un empleado mover un poco la escribanía de la mesa para poner las hojas de su discurso, algo que él mismo podía hacer sin problema, no pasó desapercibida para los internautas.
Aunque nadie ha dudado de que es el legítimo heredero de la corona, aún debe ganarse el cariño que los súbitos de Su Majestad profesaban a Isabel II, igual que si hijo Guillermo, Príncipe de Gales. Sin descartar a la reina consorte Camila o al díscolo Harry, que pronto publicará un libro donde dejará mal parada, una vez más, a su familia. De todos ellos dependerá que la monarquía mantenga los niveles de aceptación que logró la reina más longeva de la Historia. Y ese tipo de detalles no ayudan.