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Así es la criticada guerra contra las drogas de Arabia Saudí
Si bien hay medidas para tratar el consumo de drogas como un problema de salud, también hay condenas para los traficantes que van hasta la pena de muerte.
Arabia Saudita está llevando a cabo una amplia y dura campaña contra las drogas en su país que, entre otros, incluye medidas como una dura represión, con redadas a los traficantes y condenas a muerte para los involucrados, hasta la cura y prevención con la multiplicación de tratamientos de desintoxicación.
Como resultado, los traficantes como Ibrahim son más cuidadosos que nunca. “No acepto nuevos clientes”, confía el hombre de 37 años, interrogado por la agencia AFP bajo condición de anonimato.
Sus clientes habituales “deben asumir los riesgos”, se justifica, unas semanas después de una ola de detenciones por parte de las autoridades en la riquísima monarquía del Golfo. A finales de abril, el gobierno del país lanzó lo que presentan como la mayor campaña contra las drogas en su historia, con la que esperan sacar las sustancias de las calles de una vez por todas.
En todo el reino árabe, la Policía controla las carreteras y registra los vehículos sospechosos de llevar drogas. Mientras, en las calles, las campañas publicitarias impulsadas por el gobierno incitan a los habitantes a denunciar a los traficantes para “preservar la seguridad”.
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Ciertos clientes inclusive fueron detenidos en zonas residenciales donde los jóvenes suelen organizar fiestas privadas. Algo que “nunca ocurrió antes” en este país musulmán ultraconservador, afirma Ibrahim. La campaña se puso en marcha tras una serie de incidentes violentos en los que participaron personas que mataron a familiares en estado de drogodependencia.
Número de toxicómanos en aumento
Arabia Saudita es el principal destino del captagon, que convirtió a Siria -de donde proviene esta anfetamina sintética- en un narcoestado con una industria ilegal de más de 10.000 millones de dólares. La lucha contra este tráfico es una de las razones que llevaron a los sauditas a normalizar recientemente sus relaciones con el régimen sirio, después de más de una década, a causa de la guerra civil en Siria.
Pero la campaña de las autoridades se reforzó sobre todo “a nivel interno”, señala Caroline Rose, analista del New Lines Institute, con sede en Washington. “En los dos últimos años observamos un aumento de las detenciones y del uso de la pena de muerte”, detalla.
A finales del año pasado, Arabia Saudita -uno de los países que más aplica la pena de muerte en todo el mundo- reanudó las ejecuciones por delitos relacionados con las drogas, rompiendo una moratoria iniciada en 2021. Desde entonces, al menos 20 personas fueron ejecutadas por esos delitos en varios cargos distintos de los que han sido acusados, según un recuento de AFP.
Para el analista político Suleiman Al Oqiley, la juventud está “en el centro” de las reformas en curso para cambiar el rumbo de la guerra contra las drogas en los países árabes. Arabia Saudita lanzó en los últimos años una diversificación de su economía (entretenimiento, turismo, deportes, tecnología) acompañada de una operación de seducción, tanto a nivel internacional como en el interior del país, para cambiar su imagen en el exterior.
En este contexto, el mensaje de las autoridades y todo el reino a los traficantes y consumidores de drogas es: “si no temes por tu salud, teme al gobierno”, avisando de la fuerte represión y medidas que les pueden esperar, si no cambian su estilo de vida, indica Suleimane.
Según los datos revelados por distintos medios de comunicación locales, el reino árabe cuenta oficialmente con más de 200.000 toxicómanos, de los cuales pocos son atendidos por el sistema de salud o alguna institución especializada. El “miedo” a ser detenido llevó a cientos de víctimas a buscar ayuda profesional, asegura Hamad Al Chihane, director de programas de tratamiento en un centro especializado de Riad.
En la puerta de su consultorio, una decena de jóvenes sauditas, algunos con gafas oscuras, esperan. Según el médico, “el número de personas aumentó” en el centro, que ahora recibe “1.000 personas al mes en lugar de las 100 que recibía antes”.
*Con información de AFP.