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Así se aferra el comunismo cubano al poder
En una columna en ‘The Wall Street Journal’, Walter Rusell Mill explica cómo el sistema no hizo que la isla prosperara, pero mantuvo a los hermanos Castro en control y lo que está en juego con las protestas que sacuden la isla desde el domingo.
Cuba se vio sacudida el domingo por históricas protestas que sorprendieron al Gobierno, las mayores manifestaciones desde el triunfo de la Revolución en 1959. Detrás de este estallido hay factores como la crisis económica, la pandemia y los efectos del internet móvil. Sin embargo, es poco claro que lo que sucede pueda generar la caída del régimen que tiene la isla desde hace décadas. “Cuando estallaron las protestas en Cuba el fin de semana pasado, el país enfrentó su prueba más severa desde la caída de la Unión Soviética”, sostiene el columnista Walter Rusel Mill del diario The Wall Street Journal.
Desde el domingo, en Cuba ha pasado de todo. Cuatro años y medio después de la muerte de Fidel Castro y tres meses después de que Raúl Castro dejara el poder para jubilarse, muchos cubanos, fundamentalmente jóvenes, piden un cambio. Un buena cantidad reclama al presidente y primer secretario del Partido Comunista (PCC único), Miguel Díaz-Canel, espacio para otras formas de pensar y para el debate de diferentes puntos de vista. Más allá de esas demandas políticas, los cubanos quieren también mejorar las condiciones de su vida cotidiana y más libertad en los negocios, en un país donde la apertura del sector privado avanza a paso lento.
Pero la historia podría repetirse. Según advierte Rusel Mill, “muchos observadores esperaban que el régimen se desintegrara en la década de 1990, cuando el colapso soviético dejó a la isla políticamente aislada y separada de los subsidios que habían mantenido a flote su economía en apuros. La escasez generalizada de alimentos y energía marcó lo que Castro llamó el “periodo especial”, pero una mezcla de represión despiadada y oportunismo astuto mantuvo al Partido Comunista en el poder”.
El columnista explica cómo hizo Castro para poder sobrevivir sin los rusos. “El turismo trajo divisas de europeos y canadienses que buscaban sol y sexo. La Venezuela de Hugo Chávez proporcionó energía a cambio de asistencia política y militar cubana. La Habana alquiló a su personal médico en el extranjero, pagando directamente al Gobierno por sus servicios y proporcionando a los trabajadores sanitarios reclutados solo una miseria”.
Rusel Mil agrega que “Castro utilizó cínicamente como arma los lazos familiares entre los cubanoamericanos y sus parientes en la isla. Y además, permitió que los cubanoamericanos visitaran la isla y enviaran dinero a los miembros de su familia. El Gobierno estableció una red de tiendas solo en dólares que venden productos escasos a precios altos para capturar estos ingresos”.
Sin embargo, la crisis en Cuba comenzó a no dar tregua con los años. La isla ya estaba colapsando antes de la llegada de la pandemia del coronavirus en marzo de 2020. La caída de la economía de Venezuela, que ha sido su principal apoyo, y el endurecimiento del embargo estadounidense durante el mandato de Donald Trump, con más de 240 sanciones adicionales, noquearon la economía cubana.
Las sanciones impuestas por el exmandatario republicano incluyeron el cierre de las oficinas de Western Union en la isla a finales de 2020, lo que afectó directamente a la población que recibe dólares de sus familiares en el exterior. Adicionalmente, se prohibió que los cruceros estadounidenses hicieran escala en la isla y se aplicó el capítulo 3 de la Ley Helms-Burton, que ahuyentó a inversores y bancos, afectando directamente al Gobierno.
La administración de Joe Biden ha mantenido esta política, mientras que la pandemia ha impedido la entrada a la isla de turistas, el segundo ingreso de divisas al país. La economía cubana, afectada por la lentitud en sus reformas y el deficiente manejo administrativo, registró en 2020 una caída del producto interno bruto del 10,9 %, el peor descenso desde 1993.
Los cubanos hacen largas filas desde hace casi dos años ante la escasez de alimentos y medicinas en el país. El Gobierno, necesitado de divisas, abrió numerosas tiendas en dólares, una moneda que los cubanos reciben del exterior o la tienen que conseguir en el mercado negro debido a que no la pueden obtener en bancos o casas de cambio.
En tanto, las tiendas que reciben pesos cubanos están prácticamente desabastecidas, lo que ha provocado rechazo de parte de la población que no tiene divisas. Varias termoeléctricas de las 18 que generan la corriente del país han tenido problemas al llegar el verano, lo que ha obligado a realizar cortes del suministro. Los apagones provocan una creciente irritación.
A todo esto se suma la reforma financiera que entró en vigor a principios de 2021 para unificar el peso cubano y el peso convertible (CUC) vigente durante 26 años. La medida quintuplicó el sueldo mínimo a 87 dólares y aumentó significativamente el resto de los salarios, pero también hubo un incremento de precios de bienes y servicios. Según Economist Intelligence Unit, en 2021 habrá una inflación del 400 al 500 %.
Aunque la isla, de 11,2 millones de habitantes, ha conseguido durante más de un año contener relativamente el avance de la pandemia, en la última semana ha enfrentado el momento más crítico desde que se detectaran los primeros casos. La isla registra 244.914 contagios y 1.579 fallecimientos hasta ahora. Los científicos cubanos han desarrollado cinco candidatas a vacuna contra la covid-19, entre ellas Abdala, que la semana pasada recibió la autorización para su uso del regulador de medicamentos de Cuba y se convirtió en el primer inoculante desarrollado en América Latina. El país inició en mayo la vacunación de la población y hasta la fecha 1,7 millones de personas han sido inmunizadas con tres dosis.
Como sostiene Rusell Mill, “este sistema no hizo que la isla prosperara, pero mantuvo a los hermanos Castro en control. Respaldado por el Ejército, el Partido Comunista, que mantiene una red nacional de fisgones y ejecutores, protege al régimen. El régimen garantiza que sus partidarios tengan acceso prioritario a los recursos disponibles”.
Mill asegura que “a más largo plazo, la pregunta es si el parásito puede encontrar nuevos anfitriones: ¿puede el Gobierno cubano monetizar la hostilidad china y rusa hacia Estados Unidos para proporcionar una nueva fuente de ingresos a largo plazo?”.
La respuesta –según él– la tiene en gran parte Joe Biden. El columnista recuerda que en 1980 Castro respondió a los disturbios permitiendo que unos 125.000 cubanos huyeran a Estados Unidos, lo que generó un gran dolor de cabeza político para Jimmy Carter. “Influenciada sin duda por los sentimientos anticomunistas del presidente de Relaciones Exteriores del Senado, Bob Menéndez, así como por el poder de Florida en el Colegio Electoral, la administración Biden ha dejado vigentes las sanciones de la era Trump contra Cuba. Sin embargo, a menos que los acontecimientos en la isla se salgan rápidamente de control, es más probable que Washington se tape la nariz y se adapte al statu quo cubano que presione con fuerza para lograr un cambio político”.
*Con información de la AFP.