En Venezuela cualquier cosa puede pasar y nadie se anima a apostar por un desenlace que puede producirse en cuestión de días, meses o años.

VENEZUELA

Venezuela, un país con dos caras

Con la autoproclamación de Juan Guaidó, Venezuela queda con dos presidentes y una tensión crítica que puede desembocar en más violencia. El mundo se divide.

27 de enero de 2019

A pesar de las multitudinarias manifestaciones en su contra y de que el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, juró como presidente interino, al cierre de esta edición Nicolás Maduro seguía sentado en el Palacio de Miraflores. De puertas para adentro sigue contando con el apoyo del Ejército y hacia afuera la comunidad internacional no termina de ponerse de acuerdo para desconocer su mandato y respaldar uno nuevo. El jueves en la noche, una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA, en Washington, dejó en claro que ni siquiera en ese organismo existe un consenso para apoyar la tentativa de Guaidó.

La mayoría de los análisis coinciden en que los militares son el fiel de la balanza y que su apoyo determinará la continuidad del régimen o el paso a una transición democrática. El jueves, el alto mando militar mostró su respaldo al gobernante “bolivariano” y lo reconoció como único mandatario legítimo. Pero la imagen de un generalato con los puños levantados y gritando “¡Chávez vive!” puede ser engañosa. Y aunque de momento el apoyo a Maduro parezca intacto, hay quienes ven señales de división en el cuerpo castrense.

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Todas las autoridades de los poderes públicos acusaron un golpe de Estado para sustituir a Maduro, pero ninguna anunció acciones concretas para combatirlo, al menos públicamente. Apenas horas después de que Guaidó apareció en la plaza Juan Pablo II de Caracas, corrieron rumores (que resultaron falsos) de que se había refugiado en la embajada de Colombia para evitar que lo detuvieran. Después de todo, el Tribunal Supremo de Justicia, controlado por magistrados de tendencia chavista, determinó que en sus actuaciones había delitos que la Fiscalía debía procesar.


Juan Guaidó se autonombró presidente interino el 23 de enero en la plaza Juan Pablo II de Caracas. Fue el acto culminante de una gigantesca movilización nacional.

Guaidó ha decidido evitar exponerse en las calles. Ahora la indicación es solo hacer apariciones públicas en actos multitudinarios, como la del viernes 25. Una manera de blindarse ante lo que se asume con toda normalidad como el siguiente paso de Nicolás Maduro: detenerlo. En contraste, el chavismo convocó a una vigilia permanente alrededor del palacio presidencial, como escudo humano del gobernante, a la que nadie asistió.

Trump, en la práctica

Estados Unidos es el principal cliente de la industria petrolera venezolana, y el único que paga la factura con dinero en efectivo. Recibe unos 500.000 barriles de combustible diarios y paga al contado aproximadamente el 75 por ciento de la generación de caja vía exportaciones de Venezuela. Estados Unidos, además, vende al país latinoamericano diluyentes y componentes que la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) necesita para refinar los crudos extrapesados que extrae de la rica Faja del Orinoco, para venderlos a mercados internacionales. En ese sentido, es un factor determinante en la producción de unos 350.000 barriles diarios de crudo para exportar, un tercio de la disminuida generación actual venezolana.

El economista Francisco Rodríguez, de la firma Torino Economics con sede en Nueva York, explica que el reconocimiento de Donald Trump a Guaidó hace que el Gobierno de Nicolás Maduro pierda la posesión de los activos que tiene el país en Estados Unidos, como Citgo, y también que PDVSA no recibiría el pago por el petróleo que pudiera exportar, sino quien designe el opositor.


Nicolás Maduro, en respuesta, pronunció un discurso en el Palacio de Miraflores en donde se ratificó como el único gobernante legítimo.

Por ello, se espera que el presidente interino nombre a alguien que asuma ese papel, pues sería una manera de asegurar el control sobre los activos.

Durante los últimos días, a Guaidó se le ha visto acompañado de Yon Goicoechea, militante de su partido Voluntad Popular, y uno de los impulsores de un plan económico de transición en materia petrolera que contempla abrir la industria a empresas extranjeras, con beneficios fiscales e incentivos gubernamentales. Ese Plan País, como lo han llamado, descarta la privatización del sector petrolero nacional.

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El actual director de Citgo, que representa a la administración de Maduro, Asdrúbal Chávez, tiene prohibido ingresar a Estados Unidos después de que la Casa Blanca revocó su visa. Por otro lado, a través de Citgo el Gobierno negocia las importaciones a Venezuela de los insumos necesarios para la operación de PDVSA. De no contar con esa posibilidad, Maduro podría optar por otros mercados, como ha hecho antes, por ejemplo, con Albania (esa nación manifestó su apoyo y reconocimiento a Guaidó el jueves).

Venezuela se mantiene altamente integrada con el mercado estadounidense, lo que la hace vulnerable a cualquier acción de ese gobierno

Cuando Maduro anunció el quiebre de las relaciones bilaterales con Washington, no mencionó nada del intercambio petrolero o comercial.

El banco de inversión Barclays Capital divulgó un estudio esta semana que afirma que, a pesar de la pérdida de producción, Venezuela se mantiene altamente integrada con el mercado estadounidense, lo que la hace particularmente vulnerable a cualquier acción de ese Gobierno. “Las opciones que permanecen en la tabla incluyen una restricción a las importaciones de diluyentes de Estados Unidos a Venezuela o un embargo total de petróleo a las exportaciones desde Venezuela a Estados Unidos”, cita el documento.


La cúpula de la Fuerza Armada cerró filas en torno a Maduro. El apoyo de los militares y el destino de los ingresos petroleros son las mayores incógnitas en este momento.

Tomando en cuenta el escenario actual, Barclays sostiene que el reconocimiento a un Gobierno distinto al de Maduro podría tener un efecto aún mayor que un embargo. De hecho, calculan que Maduro de todas maneras tendrá una contracción de caja importante, pues, en su escenario base, estiman que la producción de petróleo de Venezuela disminuirá en 350.000 barriles diarios en promedio en 2019, más del 20 por ciento en comparación con 2018. Un escenario más catastrófico sería la pérdida de hasta 800.000 barriles diarios de los actuales 1,1 millones.

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Barclays afirma que con una eventual transición se abre la oportunidad para recuperar rápidamente la producción petrolera entre 300.000 y 400.000 barriles diarios.

En contraste, Eurasia Group emitió un informe en el que asegura que una congelación de activos de Citgo en Estados Unidos es un proceso largo y complejo, y también un desafío legal y logístico, por lo que podría tardar un tiempo en materializarse “si es que se hace”.

En la calle, otra historia

La conversación pública cambió en Venezuela. Si bien en la gente hay inquietud por las consecuencias de tener dos presidentes, algo inédito en la historia del país, en realidad le preocupa la profundización de la crisis política venezolana en los barrios más pobres de la capital.


Las multitudinarias marchas contra el régimen de Maduro se multiplicaban por toda Venezuela

Desde el 21 de enero allí se ha visto la mayor cantidad de protestas. Estas ya no se producen en las típicas zonas del sureste donde viven las clases medias, sino en las cercanías del propio palacio presidencial donde los vecinos alzan la voz para mejorar su calidad de vida y exigir a Nicolás Maduro que se aparte del poder.

“Aquí no hay agua hace un año, hay que subir a buscarla al cerro. El gas ahora se consigue menos que antes y hemos tenido que cocinar con leña, y no me hagas hablar de la comida o las medicinas”, dijo este jueves Andrea Cedeño. Habitante de Cotiza, esta mujer de 33 años vive en una comunidad que como nunca antes ha salido a las calles a reflejar su descontento. “Si Maduro se queda montado ahí, nos tendremos que ir todos del país o morirnos aquí”, apuntó.

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Muerte es lo que ha sobrado. Tan solo en la jornada del 23 de enero murieron 17 personas en las protestas en todo el territorio nacional, según un conteo preliminar del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social que aún esperaba la confirmación de más fallecidos. Extraoficialmente, se hablaba de dos cadáveres más.

En cualquier caso, no se veía en Venezuela un número de muertos tan alto desde el 30 de julio de 2017, cuando la elección de la chavista Asamblea Constituyente produjo disturbios en varios lugares del país.

Esas víctimas del 23 de enero se suman a las otras cuatro muertes acontecidas desde que “se alzaron los pobres” dos días antes, para sumar 22 en apenas tres días, todas por armas de fuego. El jueves 24 tampoco hubo descanso, con al menos tres personas muertas en Caracas, incluyendo una en el sector José Félix Ribas de Petare, la favela más emblemática del país. Allí las fuerzas policiales hicieron redadas para detener a manifestantes y delincuentes que se batieron a tiros con los cuerpos de seguridad durante la madrugada anterior, haciendo uso incluso de un arsenal de ametralladoras y granadas de uso militar.

El Observatorio Venezolano de Violencia calcula que en Venezuela circulan ilegalmente unas 3 millones de armas, en un país con una impunidad tan grande que ha permitido que las bandas delictivas se conviertan en auténticos ejércitos paramilitares. La ONG defensora de derechos humanos Provea contabiliza un total de 229 personas muertas en un contexto de protestas desde que Maduro está sentado en la silla presidencial.

Esa inestabilidad promete continuar en los próximos días con comunidades que han asumido un virtual toque de queda a partir de las seis de la tarde. Reclaman principalmente no solo por la permanencia de Maduro en el poder, sino por la precariedad en los servicios públicos, la poca disponibilidad de medicinas y hasta por la irregularidad con que los alimentos subsidiados llegan a los hogares.

El régimen se aferra al poder mientras la oposición lucha por no perder el impulso.