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Baño turco y dos guardias ‘asistentes’: los lujos del Chapo Guzmán en prisión en México
Una vez más se reveló cómo fue el paso por la cárcel de uno de los narcos más reconocidos en el mundo. El abogado José Antonio Ortega Sánchez contó detalles de cómo Guzmán se convirtió en el “dueño de la prisión”.
“Parecía el dueño de la cárcel”. Esa fue la primera impresión que se llevó el abogado José Antonio Ortega Sánchez, quien llegó el 16 de marzo del año 2000 al Centro Federal de Readaptación Social de Puente Grande, Jalisco, para reunirse con el narcotraficante Joaquín ‘ el Chapo’ Guzmán, detenido en 1993 por su presunta participación en el crimen del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
El jurista, de la Iglesia católica y que llevaba el caso del asesinato del arzobispo, reveló el verdadero trato que recibía en la cárcel uno de los capos más conocidos en el mundo. Sánchez comenzó por decir que en el momento en el que fue a entrevistarlo, un funcionario de la cárcel le dijo que el recluso no estaba listo para su entrevista y que tendría que esperar un rato, el cual se convirtió en 12 horas, lapso durante el que los abogados fueron llevados a una habitación contigua a la oficina del director de la prisión donde había una impresora y una computadora y no al cuarto donde se realizaban las audiencias con los detenidos.
La cadena CNN obtuvo en 2016 la copia del testimonio que el Chapo había rendido ese día ante Ortega Sánchez. En él, señala que cuando Guzmán llegó a reunirse con el abogado y este le había preguntado el motivo de su tardanza, el narco le había respondido: "Mire, tenía mi visita conyugal hoy. Luego fui al baño turco y luego tenía que tomar una siesta para poder saludarlo como usted se merece”.
Cuando se realizó la audiencia, Guzmán ya era el cabecilla del Cartel de Sinaloa (CDS), el que operaba desde su encierro. “De acuerdo con Ortega, Guzmán Loera no se comportaba como un prisionero, sino como la persona a cargo, y los guardias, como sus asistentes personales. Guzmán les ordenó traer café y bebidas sin alcohol para todos los presentes. Los guardias inmediatamente cumplían”, citó la cadena sobre uno de los apartes del testimonio del narco.
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Además, según el abogado, el Chapo, a pesar de que vestía el mismo atuendo que los demás, era el único que nunca llevaba esposas y que además siempre estaba acompañado de dos guardias, que más que eso “parecían sus asistentes”. “El Chapo era el dueño de esa prisión en ese momento. Era como si nos hubiera invitado a su casa. Nos ofreció café sabiendo muy bien que la audiencia iba a durar varias horas”, agregó el abogado.
No obstante, los lujos con los que contaba el Chapo no eran pocos. El narco era el único interno de la cárcel que tenía acceso a un teléfono celular el que a veces prestaba a otros reclusos para que pudieran hablar con sus familiares, ya que las reglas establecían que solo podían tener acceso a los teléfonos de la prisión por 10 minutos cada 12 días.
En algunas ocasiones pedía comida al exterior, la que repartía entre los presos. Su llegada a la cárcel federal marcó el inicio de grandes fiestas en las que había alcohol, música, mujeres y comida.
De acuerdo con la narración del periodista Jesús Lemus, quien también estuvo en este centro penitenciario, Guzmán no solo era el único que tenía un teléfono propio sino que también el único al que se le permitía pasear libremente por todos los módulos de la cárcel en los que platicaba con los reclusos, quienes siempre le pedían distintos tipos de favores.
Vale mencionar que el Chapo pudo escapar de la prisión federal de Puente Grande el 19 de enero de 2001 en un carro de lavandería, lo que fue la primera fuga en la historia de una cárcel de máxima seguridad en México. Este sitio de reclusión inclusive fue noticia en las últimas horas, pues el gobierno de México informó que será cerrado como parte de un plan de modernización para garantizar los derechos y rehabilitación de internos.