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Berlín votó ‘sí’ a las expropiaciones: ¿de qué se trata?

Fue una de las decisiones más fuertes que se tomó en medio de la jornada electoral alemana.

27 de septiembre de 2021
Protesta por cambio climático en Alemania
Activistas de Extinction Rebellion alrededor de la Puerta de Brandenburgo en Berlín, Alemania, el 16 de agosto de 2021. REUTERS / Christian Mang | Foto: REUTERS

Las autoridades berlinesas aprobaron el referéndum consultivo para exigir la expropiación de las grandes empresas inmobiliarias de la capital alemana, muy damnificada por la falta de viviendas, tras acceder a una solicitud que recogió más de 300.000 firmas. La Comisión electoral del estado de Berlín constató la validez de 183.711 firmas sobre las 346.000 presentadas, “por encima de la cantidad necesaria” para que tuviera lugar la consulta, en la que se impuso el ‘sí'.

La ley local berlinesa prevé que una petición puede someterse a referéndum si es rubricada por el 7 % del electorado, en este caso más de 170.000 personas. Dado a que el ‘sí' se impuso en el referéndum, este “no será legalmente vinculante” para el Senado de Berlín, órgano ejecutivo local, puesto que no se somete a votación ningún proyecto de ley concreto, según indicó Geert Baasen, portavoz de la Autoridad de Votaciones de Berlín.

Con la decisión tomada, la municipalidad deberá abordar políticamente este asunto. El objetivo de la solicitud era claro: presionar a la municipalidad para que adquiera, a través de una estructura pública e independiente, los bienes de sociedades con más de 3.000 viviendas en Berlín, para así poner fin a la especulación inmobiliaria.

De acuerdo con lo que se aprobó, serán 240.000 viviendas, que en su mayoría están vacías, las que serán expropiadas para que el Estado las pueda regular. Actualmente los dueños son grandes compañías.

“Es el resultado de un fuerte descontento por el precio de la vivienda, con un aumento promedio de los alquileres del 85 % entre 2007 y 2019, aunque siguen siendo muy inferiores a los de Londres o París. Así, el 56,4 % de los votantes se pronunció a favor, frente a un 39,0 % en contra, de que el Senado redacte un proyecto de ley para socializar más de 240.000 inmuebles pertenecientes a “grandes empresas inmobiliarias con ánimo de lucro que posean más de 3.000 viviendas, que pasarían a ser de propiedad pública”, informó DW.

Según se informó, Berlín pasó de ser una de las ciudades más baratas de Europa a ser una de las más caras de alquiler. La gente adjudica ello a la concentración de estas propiedades en manos de grandes compañías. Todo un monopolio que la ciudadanía quiere abolir luego de las elecciones.

Las elecciones

Según los resultados oficiales difundidos el lunes, el SPD ganó por escaso margen las elecciones, con un 25,7 % de votos frente al 24,1 % del centroderecha de la canciller. El partido alemán más antiguo también consiguió conservar el prestigioso ayuntamiento de la capital, Berlín, y ganar casi el 40 % de los votos en las elecciones regionales en Mecklemburgo, en el este del país. “El SPD celebra su resurrección”, señala la revista Der Spiegel.

Los socialdemócratas tienen la intención de regresar a la Cancillería, tras haber participado en tres gobiernos como socios de los conservadores de Angela Merkel.

Sin rumbo

El SPD ha recorrido un largo camino. Hace solo un año las encuestas otorgaban al partido menos del 15 % de los votos. “Muchos expertos lo daban más o menos por acabado y que pasaría a la oposición para curar sus heridas”, afirma Sudha David-Wilp, politóloga del grupo de reflexión German Marshall Fund en Berlín. Y es que durante dos décadas el partido más antiguo de Alemania, creado en 1863, parecía desorientado.

Olaf Scholz
El ministro de Finanzas alemán y candidato del SPD para la cancillería Olaf Scholz da una declaración al salir de una comisión de investigación financiera en el Parlamento alemán o Bundestag en Berlín, Alemania, el 20 de septiembre de 2021. REUTERS / Michele Tantussi | Foto: REUTERS

Arrastraba el lastre del legado de la política de inspiración liberal aplicada a principios de siglo por el canciller Gerhard Schröder, algo difícil de digerir para el “partido de los trabajadores”. Sobre todo la impopular reforma del mercado laboral, que redujo el desempleo, pero precarizó el empleo. Además, parecía condenado a hundirse debido a las disputas internas entre el ala izquierdista y la centrista y a la pérdida de su identidad, a fuerza de participar en coaliciones con los conservadores.

La crisis existencial se acentuó tras la aplastante derrota en las elecciones legislativas de 2017 (20 % de los votos) y la bofetada en las europeas en 2019. Por falta de opciones hace tres años y medio el partido se resignó a renovar su asociación con Angela Merkel, pero acabó muy dividido y debilitado. El partido se separó en un tiempo récord de dos presidentes, antes de nombrar en 2019 a un tándem de desconocidos del ala izquierdista para bloquear las ambiciones del centrista Olaf Scholz.

El movimiento parecía buscar su salvación en un giro a la izquierda, como durante un tiempo los laboristas en el Reino Unido o los socialistas en Francia, pero finalmente eligieron al ministro de Finanzas y vicepresidente Olaf Scholz. Porque la historia demuestra que el centro es el que permite ganar las elecciones en Alemania. Ganaron la apuesta. El cálculo fue un éxito como se ha visto con el retroceso de la izquierda radical alemana este domingo.

La unidad, a prueba

Pese a su escaso carisma, Olaf Scholz engrosará probablemente la lista de cancilleres del SPD de la posguerra, integrada por Willy Brandt (1969-1974), el padre de la apertura diplomática al este, Helmut Schmidt (1974-1982) y Gerhard Schröder (1998-2005).

Queda un gran interrogante: ¿resistirá la unidad del partido?

Es posible que el ala izquierdista no aprecie los compromisos inevitables que Scholz tendrá que aceptar con el partido liberal FDP si quiere formar una coalición mayoritaria, sumando también a los ecologistas. El FDP, un partido más a la derecha que el de Angela Merkel, se opone, por ejemplo, a cualquier subida de los impuestos y a gravar las rentas más altas. Y el SPD hizo campaña a favor de imponer un impuesto a las grandes fortunas.

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