Brasil
Caído en desgracia: Así fue el descenso en picada de Jair Bolsonaro después de su mandato en Brasil
El expresidente Jair Bolsonaro pasa por sus horas más bajas después de que se anunciara su suspensión para ejercer cargos públicos. ¿Qué vendrá para el polémico exmandatario y su caudal político?
El 2019 fue un año bisagra para la política de Brasil con el ascenso de Jair Bolsonaro al poder como presidente. El líder de la derecha más radical del país estuvo durante sus seis años de poder minando la confianza en las instituciones y aumentando la polarización, creando una rivalidad casi a muerte contra el movimiento del ahora mandatario, Luiz Inácio Lula da Silva.
Esta semana, el líder de derecha fue oficialmente inhabilitado por ocho años para ejercer cargos públicos, acusado de abuso de poder público, esto después de hacer una serie de aseveraciones contra el sistema electoral alegando que estaban amañados para favorecer a Lula. Por lo cual, a Bolsonaro se le culpó de “incitar a la inseguridad, la desconfianza y la conspiración, combustible de un creciente sentimiento colectivo anti-institucional”, sostuvo el juez instructor del caso, Benedito Gonçalves.
Bolsonaro, por su parte, ha manifestado que apelará la sentencia y calificó la decisión como una “puñalada por la espalda”, teniendo en cuenta que cuando cumpla la sanción tendrá 75 años, por lo que una nueva presidencia para el líder de la derecha brasileña sería más que difícil.
Y, ahora, tendrá que ver cómo su liderato se fragmenta entre otros movimientos. La apuesta que hacen desde Brasil es que el bolsonarismo se romperá ante la ausencia de su líder natural, por lo que se cree que otros movimientos de derecha terminarán haciéndose con los votos del exmandatario de cara a las próximas elecciones, o que él termine eligiendo un sucesor, algo que hasta ahora no parece muy probable teniendo en cuenta el alto culto a la personalidad que había en torno al expresidente.
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Una de las figuras que podría emerger es la de su esposa, Michelle, que ya ha venido ocupando importantes cargos en el Partido Liberal y para muchas personas es la heredera perfecta para tener el caudal político de su sancionado marido. Ella es catalogada como una ferviente evangélica, defensora de los valores conservadores y luchadora por las brasileñas.
Aun así, nadie en Brasil se atreve a asegurar cuál es el futuro para Bolsonaro, no solo porque no volvería tan mayor a los procesos electorales, comparado, por ejemplo, con Lula, que tiene 77 años, sino porque dentro de todo hay peores procesos que acechan al exmandatario y que tendrían consecuencias mucho más graves para él, como incluso terminar en la cárcel.
Por ejemplo, Bolsonaro atraviesa otro proceso por su supuesta negligencia al mandato durante la pandemia del covid-19 que le costó la vida a más de 700.000 habitantes, esto tras haber hecho caso omiso a las asociaciones médicas que pedían mayores restricciones para evitar un mayor número de contagios en el país, algo que el entonces presidente ignoró y por lo que se le acusa formalmente.
De igual manera, el exmandatario brasileño también está siendo investigado por la justicia por su supuesta inacción y llamado violento a sus seguidores más radicales de tomarse las instituciones gubernamentales después de que la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva como nuevo presidente se hiciera oficial, luego de estar aludiendo un supuesto fraude en su contra durante meses que nunca pudo probar de ninguna manera.
Con todo esto en mente, parece más difícil que nunca que Jair Bolsonaro pueda salir de la encrucijada política y judicial en la que está, más sabiendo que su máximo rival es presidente. Lula, por su parte, no ha tenido piedad contra su antecesor y ha asegurado que sus acciones como presidente “no quedarán impunes”, además de destacar su guerra contra su oposición cada vez que puede en sus apariciones públicas.
Poco queda del líder de la derecha brasileña que pintaba en su momento para asumir las riendas del continente y ser el aliado número uno de Donald Trump. Hoy día, ambos están hundidos en problemas judiciales por sus actuaciones durante su estancia en el poder y parece poco probable que de alguna manera puedan salir a flote de nuevo.