ECUADOR
¿La mala hora de la izquierda Latinoamericana?
Con las elecciones presidenciales a la vista, la permanencia en el poder del correísmo está en vilo. Por eso muchos se preguntan qué sigue para la izquierda latinoamericana.
Las elecciones de Ecuador del domingo 19 pueden cambiar el panorama en el continente. Con un clima de incertidumbre en la región, muchos se preguntan por el papel del presidente Rafael Correa tras su “revolución ciudadana”. A pesar de haber estabilizado a un país sumido en una crisis económica e institucional, después de diez años el carisma de Correa está desgastado. En su último intento para prolongar su influencia, juega sus cartas con su exvicepresidente Lenín Boltaire Moreno. Sin embargo, a pesar de su afinidad, sus estilos difieren. Mientras Correa es conocido por su mal carácter y sus pleitos acalorados con la prensa, Moreno, que perdió la movilidad de sus piernas tras un asalto, fue enviado especial a las Naciones Unidas para asuntos de discapacidad, y fue nominado al Nobel en 2012 por su trabajo en esa delegación. Con todo, es claro que si gana la Presidencia tiene el reto de salir de la sombra de Correa.
Aunque lidera las encuestas, la difícil situación económica y los escándalos de corrupción que salpican a miembros del correísmo se han convertido en sus grandes obstáculos. En primer lugar, la caída del petróleo el año pasado golpeó duro la economía, pues los hidrocarburos son la principal exportación del país. En consecuencia, muchos ecuatorianos culpan a Correa, con lo que Moreno pierde puntos con quienes esperan cambios drásticos en las finanzas públicas.
Por otro lado, quizá uno de los factores más controversiales de Moreno es haber elegido como su fórmula al ingeniero Jorge Glas Espinel, hoy vicepresidente de Correa. Glas ha sido mencionado en el escándalo de corrupción en Petroecuador, en el que funcionarios y dirigentes están acusados de recibir sobornos y desviar recursos. En efecto, el exdirector de la empresa Carlos Pareja Yanuzzelli acusa en un video a Glas de conocer las operaciones ilegales.
Como si fuera poco, Odebrecht también ha causado daños en Ecuador. El Departamento de Justicia de Estados Unidos reveló que la empresa brasileña entregó sobornos para ganar contratos de infraestructura entre 2008 y 2015. Odebrecht adelantó diez proyectos durante el gobierno de Correa, incluida la segunda fase del metro de Quito y la construcción del aeropuerto de Tena, y el mandatario ha dicho que no permitirá que este caso se use en la “guerra sucia”. “Esto huele bastante mal, a Panama Papers, donde también sacaron información sesgada, tratando de perjudicar a los gobiernos progresistas”, afirmó el presidente.
A pesar de los obstáculos, el correísmo tiene a su favor a una oposición fragmentada, pues ninguno de sus siete candidatos ha crecido en las encuestas. En realidad, Moreno solo enfrenta a tres contendores de peso. En primer lugar, Guillermo Lasso se muestra como la antítesis de Correa, y ha prometido abrir los mercados, luchar contra la corrupción y estimular el crecimiento. Además, Lasso, del Movimiento Creando Oportunidades, afirma que Ecuador debe “dejar atrás esta larga historia de un dueño del país que nos dice que es el jefe de todas las instituciones del Estado”.
La necesidad de restaurar la división de poderes y de fortalecer las instituciones es quizá el único punto que une a los candidatos opositores, fuertes críticos de la figura autoritaria de Correa. Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano de centro derecha, representa a la elite política tradicional y ha tenido enfrentamientos con Lasso, con quien disputa el segundo lugar. Finalmente Paco Moncayo, del partido de izquierda Acuerdo por el Cambio, no logró brillar.
Sin embargo, aunque el oficialista es el favorito aparente, hay incertidumbre. Para que Moreno gane en primera vuelta, debe obtener al menos el 40 por ciento de los votos, con una ventaja de 10 por ciento sobre el segundo. Ello no será fácil, ya que los más optimistas indican que Moreno contaría con el 34 por ciento de los sufragios, y los opositores combinados suman 47,7 por ciento, y aún hay muchos indecisos. Por lo tanto, todo indica que el nuevo presidente se definirá el 2 de abril. En este escenario se espera que el segundo en votos cuente con los de los otros seis candidatos.
Así, aunque es probable que el correísmo siga en el poder, Mauricio Jaramillo Jassir, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, advierte que si Moreno pierde “sería una derrota peor que todas las anteriores porque mal que bien en Ecuador se han podido generar niveles de prosperidad. Funciona bien, tiene una disciplina tributaria instaurada por Correa, ha avanzado en infraestructura. (…) Una derrota sería un golpe muy duro para el paradigma de la izquierda, con lo que el gobierno de Evo Morales quedaría muy aislado”. A la incertidumbre sobre el futuro de los progresismos en América Latina se suma la poca fiabilidad de los sondeos en Ecuador. “Hay que recordar que todas las encuestas se equivocaron con Correa”, añadió Jaramillo. n