Agujero sobre la Antártida. | Foto: Revista Madretierra

MUNDO

Capa de ozono: el agujero de 2020 fue uno de los más grandes en décadas

El servicio de Monitoreo de Atmosfera Copernicus señaló, el pasado 30 de diciembre, sin embargo que la tendencia reciente mostraba un avance hacia su recuperación.

3 de enero de 2021

El agujero de ozono de 2020 sobre la Antártida fue uno de los más grandes y largos de los últimos años, según las mediciones del satélite Copernicus Sentinel-5P.

El tamaño del agujero de ozono fluctúa de forma regular: de agosto a octubre, el agujero de ozono aumenta de tamaño, alcanzando un máximo entre mediados de septiembre y mediados de octubre. Cuando las temperaturas altas en la estratosfera comienzan a subir en el hemisferio sur, el agotamiento del ozono se ralentiza, el vórtice polar se debilita y finalmente se rompe. Para fines de diciembre los niveles de ozono vuelven a la normalidad.

En 2020, las mediciones del satélite Copernicus Sentinel-5P muestran que el agujero de ozono alcanzó su tamaño máximo de alrededor de 25 millones de kilómetros cuadrados el 2 de octubre, comparable a los tamaños de 2018 y 2015 (donde el área era de alrededor de 22,9 y 25 millones de kilómetros cuadrados en el mismo período). En 2019, el agujero de ozono se cerró antes de lo habitual y fue el más pequeño registrado en los últimos 30 años.

El de 2020 fue el duodécimo agujero de ozono más grande por área en 40 años de registros satelitales. Sin embargo no todo es negativo: las continuas disminuciones en los niveles de sustancias químicas impidieron que el agujero fuera tan grande como lo hubiera sido en las mismas condiciones climáticas hace décadas.

“Desde el pico del año 2000, los niveles de cloro y bromo de la estratosfera antártica han caído alrededor del 16% hacia el nivel natural”, dice en un comunicado Paul A. Newman, científico en jefe de Ciencias de la Tierra en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland. “Tenemos un largo camino por recorrer, pero esa mejora marcó una gran diferencia este año. El agujero habría sido alrededor de un millón de millas cuadradas más grande si todavía hubiera tanto cloro en la estratosfera como en 2000”.

El pasado 30 de diciembre, la cuenta en Twitter del satélite señaló que la tendencia reciente mostraba un avance hacia su recuperación.

“El agujero de ozono de 2020 fue uno de los más grandes y de mayor duración en nuestros registros, que se remontan a varias décadas. Pero la tendencia general sigue siendo hacia la recuperación general”, señaló.

La variabilidad del tamaño del agujero de ozono está determinada en gran medida por la fuerza de una fuerte banda de viento que fluye alrededor del área antártica. Esta fuerte banda de viento es una consecuencia directa de la rotación de la Tierra y las fuertes diferencias de temperatura entre latitudes polares y moderadas.

Si la banda de viento es fuerte, actúa como una barrera: las masas de aire entre latitudes polares y templadas ya no se pueden intercambiar. Las masas de aire permanecen aisladas en las latitudes polares y se enfrían durante el invierno.

Diego Loyola, del Centro Aeroespacial Alemán, comentó en octubre pasado: “Nuestras observaciones muestran que el agujero de ozono de 2020 ha crecido rápidamente desde mediados de agosto y cubre la mayor parte del continente antártico, con un tamaño muy superior al promedio. Lo que también es interesante de ver es que el agujero de ozono de 2020 también es uno de los más profundos y muestra valores récord de ozono. Las mediciones totales de la columna de ozono del instrumento Tropomi en Sentinel-5P alcanzaron cerca de 100 unidades Dobson el 2 de octubre”.

En las décadas de 1970 y 1980, el uso generalizado de clorofluorocarbonos dañinos en productos como refrigeradores y latas de aerosol dañó el ozono en lo alto de nuestra atmósfera, lo que provocó un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida.

En respuesta a esto, el Protocolo de Montreal fue creado en 1987 para proteger la capa de ozono eliminando gradualmente la producción y el consumo de estas sustancias nocivas, lo que está conduciendo a una recuperación de la capa de ozono.

De acuerdo con los canales oficiales del satélite Copernicus “desde la prohibición de los halocarbonos, la capa de ozono se ha ido recuperando lentamente”. “Los datos muestran claramente una tendencia a la disminución del área”.

Agujero en el ártico

En abril pasado, un agujero sin precedentes fue registrado en la capa de ozono estratosférico sobre el Ártico debido a la irrupción de “aire rico en ozono por la división del vórtice polar, un ciclón persistente a gran escala en la zona ubicado en la media y alta troposfera y la estratosfera”.

“El agujero de ozono sin precedentes del Hemisferio Norte en 2020 ha llegado a su fin. El vórtice polar se ha dividido, pemitiendo la irrupción de aire rico en ozono en el Ártico”, afirmó a finales de abril el equipo del satélite Copernicus.

Condiciones meteorológicas especiales provocaron entonces un inusual agotamiento del ozono estratosférico sobre el Ártico esta primavera, del mismo modo que se produce desde hace décadas en la Antártida tras concluir el invierno austral. La pérdida de este gas llegó al 30 por ciento en la vertical del Polo Norte, con temperaturas por debajo de -80 grados Celsius. Normalmente, la estratosfera sobre el Ártico es demasiado cálida y el vórtice polar demasiado inestable para que se dieran esas condiciones.

Con información de Europa Press