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A la cárcel
La redada de disidentes más grande de la última década pone al gobierno de Fidel Castro en una difícil posición internacional.
Mientras la atención de los medios estaba centrada en el ataque de Estados Unidos contra Irak una noticia más cercana pasó prácticamente inadvertida: la detención de más de 70 activistas de la disidencia cubana en la operación más grande de ese tipo en los últimos 10 años.
Entre los afectados están periodistas 'independientes', bibliotecarios y varios líderes nacionales y regionales del 'Proyecto Varela', una iniciativa de Oswaldo Payá para llamar a un referendo acerca de la posibilidad de producir un cambio político en la isla. Los personajes más conocidos en la lista son el veterano periodista Raúl Rivero, la economista Martha Beatriz Roque y el dirigente Héctor Palacio.
Como dijo a SEMANA un corresponsal extranjero acreditado en La Habana, "los familiares de varios de ellos fueron a visitarlos al centro de detención de Villa Marista y sacaron en claro que el Estado pretende aplicarles el artículo 91 del código penal, que castiga la colaboración con una potencia extranjera, léase Estados Unidos, en detrimento del Estado cubano". Eso indica la seriedad con la que el gobierno está tomando el asunto: una acusación de ese calibre implicaría una pena de entre 18 y 20 años de prisión.
La ola de detenciones tomó a todo el mundo por sorpresa, sobre todo por su oportunidad. Para empezar, Cuba está en plenas negociaciones para entrar al acuerdo de Cotonu, un mecanismo por el cual la Unión Europea ofrece, entre otras cosas, ventajas comerciales a 78 países de Africa, el Caribe y la cuenca del Pacífico. Los hechos de la semana pasada podrían poner en peligro que Cuba, al entrar al convenio, duplique su intercambio comercial con el Viejo Continente.
Por otro lado, en unas cuantas semanas el país se enfrenta a una casi segura condena en la reunión de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra (Suiza). En otro aspecto, el 11 de abril La Habana convocó por tercera vez en 10 años el acto 'La nación y la emigración', que busca el acercamiento con los cubanos que abandonaron la isla tras la revolución de 1959.
Y, para completar, se esperaba para abril la puesta en práctica la decisión del presidente norteamericano George W. Bush de flexibilizar la prohibición que existe para sus conciudadanos de visitar al único país comunista del hemisferio. Una decisión histórica que demostraría que en Estados Unidos están pesando más el cabildeo de grupos interesados en el mercado de la isla, como los agricultores, que el poderoso lobby cubano-norteamericano de la Florida.
Por todo eso no parecen claras las razones que haya tenido el gobierno de Fidel Castro para lanzarse a reprimir, precisamente ahora, a los disidentes y terminar con una época de relativa tolerancia. En los últimos tiempos los opositores habían tenido un perfil más visible a través de reuniones con dignatarios extranjeros, inclusive con el ex presidente Jimmy Carter, quien declaró su respaldo al 'Proyecto Varela'.
Una explicación podría estar en que al gobierno se le llenó la copa con la actitud de James Cason, el jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos, quien desde que llegó a la isla comenzó una serie de actividades abiertamente desafiantes. Cason no solamente ha asistido a actos en casa de los opositores sino que los ha invitado a la suya en varias oportunidades. En diálogo con SEMANA Wayne Smith, director de The Cuban Exchange Program, fue muy gráfico: "imagínese qué haría el gobierno de Bush si los cubanos se reunieran en Washington con el Partido Comunista de Estados Unidos o con el Independentista de Puerto Rico, les diera recursos y luego llamara a una rueda de prensa para defenderlos".
Una prominente cubana-norteamericana le contó a SEMANA cómo, en su visita a la isla a comienzos del año, estuvo en una fiesta en casa de Cason y vio "cosas que nunca me imaginé, era un circo muy burdo. Los invitados cubanos estaban lujosamente vestidos, la escena era como de la época de Batista" (el dictador pronorteamericano derrocado en 1959). Esa fuente, que pidió el anonimato, sostuvo a esta revista que era muy claro que los vínculos económicos de Cason con algunos de los llamados periodistas 'independientes' confirmaba que ellos eran precisamente lo contrario.
Si algo sugiere la extraña oportunidad de los arrestos es que el gobierno cubano está muy preocupado con la actitud de Washington de apoyar abiertamente a la disidencia en un momento en que la economía de la isla atraviesa una de sus peores crisis. Y el 'Proyecto Varela' parece ser particularmente amenazante pues se basa en una disposición de la propia Constitución cubana, según la cual los ciudadanos pueden convocar un referéndum si reúnen 10.000 firmas, lo cual ya está conseguido, según dice Payá.
Eloy Gutiérrez Menoyo pasó 20 años en la cárcel por apartarse de su antiguo jefe Fidel Castro pero ahora lidera, desde Miami, a Cambio Cubano, un grupo que favorece el diálogo con el gobierno en busca de la democratización. Gutiérrez Menoyo dijo a SEMANA que "el gobierno norteamericano opta por la confrontación al apoyar de esa forma a los disidentes. Eso contribuye a su mala imagen y en nada ayuda al surgimiento de opciones legítimas". Para Gutiérrez Menoyo, lo único que puede hacer Castro en respuesta es la represión, pues le es imposible cerrar la Oficina de Intereses, porque eso implicaría el cierre de su propia representación.
Para otros, el apresamiento de los opositores es una suerte de respuesta a la condena de cinco agentes cubanos que se infiltraron en los grupos extremistas del anticastrismo de Miami. Los cinco 'mártires' de la inteligencia cubana purgan condenas a prisión perpetua aunque, como afirma La Habana, nunca pusieron en peligro la seguridad de Estados Unidos, pues su misión era evitar los actos terroristas contra Cuba urdidos por la extrema derecha anticastrista.
En todo caso los arrestos son mirados con preocupación por quienes piensan que podrían ser un síntoma de que algo anda muy mal en la isla. El surgimiento de clases sociales con la introducción de la inversión privada extranjera ha dado lugar a que en el país comunista se vean ya las desigualdades de sus vecinos. Por lo visto el gobierno se siente acorralado entre su situación económica y la actitud del gobierno de Estados Unidos, reflejada en las actividades de Cason. Pero como dijo a SEMANA Gutiérrez Menoyo, "reaccionar poniendo presos a los disidentes es típico de una dictadura. El gobierno no se da cuenta de que lo mejor para el país, y para él mismo, es permitir un espacio a la oposición, reglamentado para impedir la influencia interesada de Estados Unidos. Eso es lo que nosotros proponemos".