geopolítica
Chávez contra el imperio
El Presidente venezolano acusa a Bush de planear los atentados del 11 de septiembre. Semejante atrevimiento es apenas un capítulo más de su ofensiva diplomática mundial.
Incluso en un líder tan? ruidoso como Hugo Chávez, las palabras del martes pasado escandalizaron a más de uno. Pocos días después del quinto aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center y la sede del Pentágono, el Presidente venezolano acusó al gobierno estadounidense de estar detrás de la tragedia que cobró cerca de 3.000 vidas. "La hipótesis que cobra fuerza es que fue el mismo poder imperial norteamericano el que planificó y condujo este atentado terrorista terrible contra su propio pueblo y contra ciudadanos de todo el mundo", afirmó en un acto transmitido por la televisión estatal. Después de dar crédito a las teorías conspirativas que aseguran que las Torres Gemelas se desplomaron porque habían sido dinamitadas, y que ningún avión habría caído en el Pentágono, pues los restos nunca fueron exhibidos, se preguntó cuál podría ser la causa del montaje. Y remató con su respuesta: "Justificar las agresiones que de inmediato desataron contra Afganistán e Irak".
El tono desafiante de Chávez hacia Washington ya es costumbre. Ha dicho que Estados Unidos es un "Estado terrorista" y frecuentemente se refiere al presidente George W. Bush como "Mister Danger". Pero hacer semejante acusación es traspasar una línea que ni siquiera gobernantes tan radicalizados como el iraní Mahmud Ahmadineyad, quien ha negado el holocausto judío, o el norcoreano Kim Jong Il, que ha amenazado con una marea de fuego si le imponen alguna sanción, se habían atrevido a cruzar. ¿Qué lo motivó a llevar su retórica antiimperialista un paso más allá?
El Presidente venezolano está en medio de dos campañas paralelas. Por un lado está la que adelanta en Venezuela para buscar su reelección el próximo 3 de diciembre. Pero a la que más tiempo, esfuerzo y dinero ha dedicado es a la campaña para conseguir una silla como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Chávez busca posicionarse como abanderado del multipolarismo y del antiliberalismo en el mundo. Y su estrategia en política exterior es avivar el fuego de su confrontación con Washington. "Presentarse como el antiBush le ha dado el liderazgo al que aspira", manifestó a SEMANA la internacionalista venezolana Maruja Tarre.
"La cumbre de los No Alineados es muy importante en este momento de decadencia imperial y de emergencia de ese nuevo mundo pluripolar. Hay que empujar en ofensiva", aseguró Chávez el jueves a su llegada a La Habana para asistir a la reunión. Desde allí, los diplomáticos venezolanos manifestaron que ya habían conseguido el respaldo necesario para asegurarse el puesto en el Consejo de Seguridad, lo que sería una bofetada a los intereses norteamericanos. Mientras Washington sospecha que Irán tiene un programa secreto para desarrollar armas atómicas, Caracas defiende el derecho de Teherán a la energía nuclear con fines pacíficos. En febrero, en una reunión del Organismo Internacional para la Energía Atómica (Oiea),Venezuela, Siria y Cuba fueron los únicos países que se opusieron a referir el caso iraní al Consejo de Seguridad. Y en la cumbre de La Habana, Chávez reiteró su respaldo. "No quiero irme de aquí hasta que haya un apoyo decisivo para Irán", declaró.
El escaño al que aspira Chávez es uno de los 10 puestos rotativos que, junto a los cinco miembros permanentes con poder de veto (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China), constituyen el Consejo de Seguridad que está a punto de abordar temas clave como, precisamente, las posibles sanciones a Irán por su programa nuclear. El mecanismo tradicional para ocupar la silla que Argentina deja vacante es escoger en la región un candidato por consenso. Pero Washington se resiste a permitir que Venezuela concrete sus aspiraciones y lanzó la candidatura de Guatemala, respaldada por algunos países centroamericanos, México y Colombia. Con los apoyos divididos en el continente, en octubre la Asamblea General tomaría la decisión en una votación secreta. Chávez necesita obtener 128 votos (dos terceras partes de los 192 países integrantes de la ONU) para ganar su pulso frente la superpotencia mundial.
Y no ha escatimado esfuerzos para lograrlo. De entrada los países caribeños, a los que vende petróleo a precios preferenciales, están del lado del ex coronel golpista. Cuba y Bolivia, como es apenas obvio, también han declarado su solidaridad con el autoproclamado "socialista del siglo XXI". Si ya en 2005 Chávez se había lanzado por toda Latinoamérica en una ofensiva diplomática sin precedentes, apoyado en sus petrodólares, este año su ambiciosa política exterior lo ha llevado a medio mundo en busca de votos. En Argentina, el 20 de julio, selló el respaldo de los países del Mercosur, pero ese era apenas el comienzo de su 'gira mundial' (ver mapa).
Desde entonces Chávez ha visitado una docena de países en África, Europa y Asia. Las paradas obligadas fueron aquellos lugares que se distinguen por su oposición a Estados Unidos. Sus visitas se consumieron entre retórica y acuerdos comerciales. En Vietnam habló de la resistencia contra la agresión norteamericana en los 60 y 70, y en Mali prometió 100 millones de dólares al año en productos petroleros para ayudar a combatir la pobreza. En Bielorrusia visitó a Alexander Lukashenko, aislado por Occidente y etiquetado por Estados Unidos como "el último dictador europeo". Lo felicitó por ahogar el amago de levantamiento tras unas elecciones que la comunidad internacional calificó de fraudulentas y dijo que las "revoluciones de colores", como la Revolución Naranja de Ucrania, eran un "nuevo formato imperial". Vladimir Putin lo recibió en Rusia, donde selló un acuerdo para comprar cazas, helicópteros y fusiles por 3.000 millones de dólares.
En China buscó dar un paso más en su estrategia de buscar nuevos clientes para el petróleo venezolano distintos a Estados Unidos. Y aunque su amenaza de 'cortarle el chorro' al país del norte parece improbable (Estados Unidos compra la mitad del crudo venezolano y las dificultades técnicas encarecen su transporte a otros hemisferios) regresó con la promesa china de invertir 5.000 millones de dólares en Venezuela.
Chávez hizo méritos para obtener el doctorado honoris causa en relaciones internacionales que recibió en la Universidad de Damasco. Según reportes de prensa, las calles de la capital siria estaban tapizadas de fotos de Chávez y banderitas de Venezuela. El presidente sirio, Bashar al Assad, otro gobernante en la mira de Washington, aseguró que los dos países comparten el "rechazo a la hegemonía internacional". Entre viaje y viaje, Chávez también sacó tiempo para visitar Cuba y tomarse fotos junto a la cama del convaleciente Fidel Castro. Allí donde Estados Unidos es visto como un agresivo poder imperial, Chávez es bienvenido.
Después de Latinoamérica, el mundo árabe es donde Chávez ha cultivado su popularidad internacional. Como país petrolero, Venezuela tiene con el mundo árabe unos lazos especiales que se remontan a la misma fundación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), en 1960 en Bagdad, y Chávez los ha sabido explotar. Ha sido más crítico con Israel que cualquier gobierno árabe. Calificó las agresiones israelíes contra el Líbano y el pueblo palestino de "genocidio" y decidió retirar a su encargado de negocios en Tel Aviv. "En canales mundiales de televisión incluso se pueden ver banderas venezolanas en manifestaciones en Beirut, al lado de banderas palestinas y libanesas, y en muchos prominentes periódicos del mundo árabe los columnistas se preguntan ¿por qué los líderes árabes no pueden hacer lo que un líder no árabe y no musulmán de un país latinoamericano hace?", afirmaba un reciente reportaje de Al Jazeera que exploraba la popularidad del venezolano en el mundo árabe. En las páginas de noticias de la región, los comentarios de los lectores apoyan a Chávez, quien se ha convertido en un ícono.
Capítulo aparte merece la 'alianza estratégica' entre Caracas y Teherán, que Washington observa con recelo. En los últimos dos años, los dos gobiernos han suscrito un centenar de convenios, y las visitas de funcionarios se han convertido en rutina. Irán invirtió el año pasado unos 1.000 millones de dólares en Venezuela. Caracas se ha convertido en el principal defensor del programa nuclear y ha apoyado la iniciativa iraní para pasar de los petrodólares a los petroeuros y así debilitar la influencia estadounidense. "Geopolíticamente, el frente más importante para Chávez en este momento es Irán y el nuevo eje intercontinental que también incluye a Cuba y Siria", dijo a SEMANA el analista Alberto Garrido, autor de una docena de libros sobre la revolución bolivariana. No en vano Chávez se ha esforzado en trazar paralelos entre la revolución islámica y la bolivariana y se prepara para recibir este domingo a Ahmadineyad, quien lo ha calificado de "hermano y compañero de trinchera".
En su estrategia para sumar apoyos, Venezuela no solo cortejó a los países individualmente sino también a los bloques. Además de Mercosur y Caricom (el bloque comercial del Caribe), Chávez asistió a una cumbre de la Unión Africana donde propuso acuerdos de cooperación y ha conseguido que la Liga Árabe lo acepte como país observador.
"La diplomacia venezolana ha sido brillante en términos de apuntar a los votos clave. Conseguir el respaldo de China y Rusia, miembros permanentes con derecho de veto, es un inmenso logro", dijo a SEMANA Larry Birns, director del Council on Hemisferic Affairs con sede en Washington. "Chávez ha conseguido convertir la votación en una carrera de popularidad entre él y Bush".
Por tratarse de una votación secreta, y con mayorías calificadas, es aventurado asegurar que Caracas se impondrá al poderoso lobby estadounidense. Pero todo apunta a que Chávez ha sabido mover sus fichas. Y en caso de salirse con la suya, sin duda cobrará su victoria.