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Hace pocos días, Hugo Chávez nacionalizó todos los negocios ligados a los servicios petroleros en Venezuela

VENEZUELA

"Chávez es la dictadura perfecta"

A raíz de las nuevas medidas del Presidente venezolano, SEMANA reunió a tres prestigiosos académicos venezolanos para analizar el rumbo de su gobierno.

16 de mayo de 2009

En los últimos días, el presidente venezolano, Hugo Chávez, nacionalizó las empresas de servicios petroleros; promovió la detención de líderes opositores como el alcalde de Maracaibo, Manuel Rosales, atacó a la propiedad privada y amenazó con cerrar Globovisión, único canal crítico de su gobierno.

Para analizar el tema, SEMANA reunió en la Universidad de Harvard a tres prestigiosos académicos venezolanos. Ricardo Hausmann, ex economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), formó parte de la junta del Banco Central de Venezuela y dirige hoy el Centro de Desarrollo Internacional de la Escuela John F. Kennedy. Carlos Blanco, ex ministro de Planeación, autor y profesor de la Universidad de Boston. Y Leonardo Vivas, que dictó un curso titulado 'Chávez', en la Universidad de Tufts de esa ciudad y quien pronto publicará una biografía del Presidente. Estos son algunos apartes del encuentro.

SEMANA: ¿Para dónde va el presidente Chávez?

RICARDO HAUSMANN: Chávez tiene una agenda totalitaria que lleva a cabo según la resistencia que enfrenta. Pero como la renta petrolera ha caído, Chávez está repartiendo activos en vez de ingresos. Por eso expropió una gran hacienda de la familia Vollmer y a las empresas de servicios petroleros. Pero con esto ha vuelto inimaginable su idea de invitar a las petroleras a explotar los yacimientos de gas. La aceleración de su agenda revolucionaria está haciendo inviables algunos fundamentos de su supuesta estrategia económica.

CARLOS BLANCO: Avanza hacia el totalitarismo. Se ha tomado las Cortes, ha anulado los partidos y controla los medios y el tiempo que emiten las cadenas. Utilizó la democracia para llegar al poder y usa la autocracia para mantenerse. Chávez es un militar vociferante que dirige un gobierno autoritario, militarista y con rasgos fascistas. Y el petróleo, bendición y maldición de Venezuela, le ha permitido aplicar un populismo de izquierda.

SEMANA: ¿Qué le espera a la economía?

R.H.: Nada bueno. Es un proceso de implosión, de fallas sistémicas. Cuando en febrero el precio del petróleo llegó a su punto más bajo, el gasto público estuvo volando. Las elecciones fueron justamente el 15, y el gobierno raspó la olla. El año pasado, cuando el precio del barril rondaba los 86 dólares, hubo déficit fiscal. La diferencia con los 56 ó 60 dólares de hoy es, en términos anuales, 21.000 millones de dólares de incremento del déficit. Eso es más grave, pues se le ha cerrado el financiamiento internacional, si se considera el cambio del dólar y que los costos de producción petrolera aumentan un 30 por ciento anual. Además, en lo que va de año el país sigue viviendo de vender activos. Lo anterior permite concluir que el Estado es insostenible. Este año, el crecimiento económico será negativo, y el año que viene la situación será aun más difícil. Por si fuera poco, el sector del aluminio está quebrado, al igual que el del acero. No se consigue cemento. El crimen está disparado. La Policía roba. Venezuela es un carro que viaja a 150 kilómetros contra una pared.

LEONARDO VIVAS: La crisis económica y la situación internacional han llevado a Chávez a reforzar su control social. Como la política de Barack Obama no cae en provocaciones, Chávez no puede usar a Washington para unir a los venezolanos. Para atornillarse gasta dinero y actúa selectivamente contra la oposición. Ahí está el caso de la Alcaldía de Caracas. Chávez creó una vicepresidencia con funciones sobre la ciudad y envió gente para que tomara las oficinas. El alcalde no puede ejercer. Lo mismo hizo con la gobernación del Táchira. Por otro lado, sus amenazas de acabar Globovisión son preocupantes. No hay más canales de televisión críticos. Como si fuera poco, Chávez quiere apropiarse de la cultura. Se ha tomado el Ateneo de Caracas, manejado durante años por la familia de Miguel Otero Silva.

SEMANA: El Parlamento Europeo dictó una resolución crítica contra Chávez. ¿Cambiará ante la presión internacional?

C.B.: Hasta ahora, el ambiente externo lo ha hecho ver como un vengador de los pobres. Chávez ha representado el antineoliberalismo en América Latina y así lo ha considerado la izquierda mundial. Dos elementos lo han legitimidado. Uno, Fidel Castro, que lo llamó su heredero. El otro, George W. Bush, pues los que lo odiaban veían a Chávez con simpatía. Pero todo cambia. En Cuba, Chávez ya no tiene a Fidel, sino a Raúl, y en Washington no tiene a Bush, sino a Obama.

SEMANA: Las relaciones de Chávez con Álvaro Uribe, han sido tensas...

R.H.: Ese es un matrimonio mal avenido. Chávez preferiría que a Colombia lo gobernaran las Farc. Pero para Venezuela sería costoso romper los nexos. Venezuela tendría problemas de desabastecimiento, y más en la frontera. No es casual que en Táchira y Zulia haya ganado la oposición. Venezuela importa bienes colombianos por 5.000 millones de dólares al año.

L.V.: Colombia es el obstáculo de su proyecto continental. Mucha gente lo ha interpretado como un accidente. Pero es un proyecto de larga maduración en el ejército. Su cercanía con las Farc se debe no sólo a que son enemigas de la institucionalidad colombiana, sino a que son un movimiento bolivariano. Cuando Chávez estaba mejor posicionado en el continente, apostó fuerte por las Farc y perdió.

C.B.: Introducir un bisturí para diseccionar a Colombia y Venezuela es como separar unos siameses. Pero Chávez, con la visión antiimperialista que proclama, ha afirmado que Estados Unidos podría invadir Venezuela y por eso ha estado preparándose para una confrontación militar con Colombia, aliada de Washington. Es una fantasía.

SEMANA: Chávez cita mucho a Bolívar. ¿Qué tan bolivariano es?

C.B.: Bolívar cumple una función simbólica en su proyecto. No cae bien en estos tiempos ser marxista-leninista o apelar a la Revolución China. Chávez usa otros símbolos, y uno que funciona en Venezuela y Colombia es Bolívar. Se ha apropiado del Libertador. Dice que Bolívar era socialista, lo cual es una exageración. Chávez representa al pueblo, la voz del pueblo es la voz de Dios, y el pueblo está representado por Bolívar. Chávez, el pueblo y Bolívar son una misma persona. Es la Santísima Trinidad encarnada en la Revolución Bolivariana.

L.V.: Un punto en común de los dos es el caudillismo. Bolívar entendía el proceso de la independencia sobre la idea del héroe, un concepto del siglo XVIII. Bolívar criticaba a los políticos. Basta recordar sus últimas palabras: "Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro". Bolívar era centralista. Bolívar impulsaba un panamericanismo sin Estados Unidos. Por eso, Chávez ve a Mercosur no como una unión económica, sino política. Él ha leído a Bolívar y lo recita. Sin embargo, nada permite pensar que sea su reencarnación.

SEMANA: Chávez es popular. Los venezolanos acaban de darle en las urnas la posibilidad de ser reelegido y el 53 por ciento lo apoya. ¿Qué ha hecho bien?

C.B.: Lo que ha hecho bien, desde su perspectiva, es controlar la sociedad. Maneja el Parlamento y los tribunales. Si necesita una ley, la hace dictar. Si quiere una sentencia, la hace expedir. Es la dictadura perfecta.

L.V.: Es verdad que Chávez se ha convertido en un monarca republicano. Pero ha puesto de su lado a los más pobres. Les ha llenado los vacíos. Por ejemplo: en salud, la atención primaria se había deteriorado y él, con la ayuda de Cuba y el presupuesto de Pdvsa, la mejoró. También consiguió que los precios de los alimentos en los mercados populares estén subsidiados en el 60 por ciento.

SEMANA: ¿Cuándo saldrá el Presidente?

R.H. No me atrevo a predecirlo. Sólo sé que vendrán momentos difíciles para él, y Venezuela sufrirá un proceso de descomposición.

L.V.: A pesar de los problemas económicos, no creo que el fin de Chávez esté cerca. No avizoro ninguna salida irregular ni creo que ocurra una sacudida social. La sociedad venezolana no se ha entregado, pero la oposición no tiene herramientas para manifestarse.