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30 años del plebiscito en Chile: el No que acabó la dictadura
Mientras esta semana en Colombia se conmemoraron dos años de un No que reabrió la negociación del acuerdo de paz, los chilenos celebran este viernes un triunfo en las urnas que puso fin a 14 años de gobierno de Pinochet. Un No que significó el regreso de la democracia.
Los chilenos celebran este viernes los 30 años del Plebiscito Nacional de 1988 que significó, dos años después, el fin de la dictadura militar de Augusto Pinochet. El triunfo del No en el plebiscito inmortalizó varias canciones, inspiró peliculas, y es el hito esencial que marca el retornó de la democracia en el país.
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Previo al plebiscito, los chilenos habían sufrido 14 años de una represiva y violenta dictadura militar, que comenzó con el golpe de Estado de 1973 que derrocó al presidente socialista Salvador Allende. En 1988, Pinochet buscó demostrar su aprobación ciudadana con un plebiscito y, con ello, aferrarse al poder hasta 1997. El 5 de octubre, 7 millones y medio de personas salieron a las urnas a decidir si el dictador podría ser elegido de nuevo como Presidente de la República.
El 5 de octubre
La campaña por el ‘no’ es recordada en todo el mundo. El poderoso estribillo de su canción: “Chile, la alegría ya viene” es una reminiscencia que retumba en la cabeza de todos los chilenos. Su triunfo, a pesar de no haber sido contundente -45/55-, se recuerda en el mundo como el comienzo del fin de una época oscura en el país austral.
Pero no fue una campaña fácil. El sociólogo chileno Eugenio Tironi contó a SEMANA que "la sensación que más predominaba era de escepticismo y temor. Muchos chilenos creían que si el No ganaba, los resultados iban a desconocerse y que los que habían apoyado esa opción iban a sufrir represalias de la dictadura".
En las calles, las tensiones entre militares y partidarios del ‘no’ se sentían en el ambiente. Los militares estaban en un limbo entre obedecer y apoyar a los opositores contra el dictador. Muchos acudieron con miedo a las urnas, temiendo las represalias. Y es que, para algunos, ambos escenarios eran terribles: la victoria del sí prolongaría el régimen y, por ende, las violaciones a los derechos humanos. Con listas en mano de quienes habían votado, sería mucho más sencillo identificarlos. De ganar el ‘no‘, como Tironi contó, los resultados posiblemente se desconocerían.
Sin embargo, tras el triunfo del ‘no’, las imágenes de los militares -los mismos que horas antes los reprimían- abrazados en las plazas de Santiago con los miles de manifestantes que salieron a celebrar los resultados dieron la vuelta al mundo. El impacto político del ‘no’ impidió, entre otras cosas, que Pinochet llevara a cabo su plan de contraataque militar para desconocer los resultados y perpetuarse en el poder.
De hecho, según varios documentos desclasificados, Pinochet intentó realizar un autogolpe para atornillarse en el poder. El 45 por ciento de popularidad en el plebiscito le daba, al menos, una esperanza. Fueron miembros del mismo ejército los que denunciaron sus intenciones y desobedecieron sus órdenes.
En 1989 se celebraron elecciones presidenciales y parlamentarias y en 1990, luego de 17 años, Patricio Aylwin reemplazó a Pinochet y se proclamó el primer presidente de la transición a la democracia. El paso de la dictadura a la democracia no fue, como muchos lo dicen, un proceso “pactado”. El plebiscito obligó a Pinochet a salir del poder y el impacto político de su derrota impidió que, de nuevo por medio de las armas, desconociera el resultado.
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Una larga transición
La popularidad de Pinochet en Chile duró varios años tras el fin de la dictadura. Fue comandante en jefe del Ejército chileno hasta 1998, y en diciembre de 2006, su funeral reunió a miles de seguidores nostálgicos de la dictadura. Sin embargo, 30 años después, su legado es cada vez menos aceptado.
Sus políticas de represión generan repudio en la mayoría de chilenos. Documentos desclasificados e investigaciones judiciales demuestran las constantes prácticas de persecución, secuestro, tortura, desaparición y asesinato de opositores políticos a su régimen. Varios de los altos cargos de su gobierno fueron juzgados por violaciones de derechos humanos.
La campaña del No, por su parte, se convirtió en un hito histórico para los chilenos. La historia fue relatada por la película No, de Pablo Larraín, protagonizada por Gael García Bernal y basada en la obra de teatro El plebiscito de Antonio Skarmeta. En 2013 se convirtió en la primera película chilena candidata al Óscar.
Aún hoy en día, el nombre de Pinochet provoca controversia en Chile. Miles de manifestantes se reunieron el mes pasado en Santiago para rechazar la negación de los crímenes de lesa humanidad de su gobierno. Finalmente, el tiempo y las investigaciones judiciales redujeron la aprobación de su gobierno y la nueva generación de chilenos lo recuerda, en su mayoría, como lo que fue: un dictador.