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Cientos de curas en Alemania bendicen parejas gay en abierto desafío al papa Francisco: “El amor gana”
“La resonancia es enorme”, subrayaron los organizadores haciendo referencia a la gran cantidad de parejas que respondieron a la convocatoria, sin brindar por ahora cifras globales.
Han pasado algunas semanas desde que el Vaticano decretó que la Iglesia católica no puede bendecir las uniones entre personas del mismo sexo, ya que Dios “no puede bendecir el pecado”. La oficina de ortodoxia del Vaticano, la Congregación para la Doctrina de la Fe, emitió en su momento una respuesta formal el lunes a una pregunta sobre si el clero católico puede bendecir las uniones homosexuales.
La respuesta, contenida en una explicación de dos páginas publicada en siete idiomas y aprobada por el papa Francisco, fue “negativa”.
Este lunes, desde Alemania, cientos de católicos bendijeron el matrimonio de parejas del mismo sexo, un gesto de rebelión contra el Vaticano. Un total de 110 iglesias comunales organizaron ceremonias matrimoniales abiertas “a todos los que se amen”, homosexuales, lesbianas o heterosexuales, adhiriéndose a la iniciativa “El amor gana”, lanzada por sacerdotes, diáconos y voluntarios.
“La resonancia es enorme”, subrayaron los organizadores, haciendo referencia a la gran cantidad de parejas que respondieron a la convocatoria, sin brindar por ahora cifras globales.
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Los mismos organizadores señalaron que pese a la pandemia del coronavirus, este tipo de jornadas alrededor de la iniciativa van a continuar.
Wolfgang Rothe, sacerdote en Múnich, bendijo el domingo a unas treinta parejas, bajo protección policial, tras haber recibido emails amenazantes. “Siento la necesidad de pagar la deuda que la Iglesia católica tiene con los homosexuales, que han sido discriminados y excluidos durante décadas”, señaló a la AFP este clérigo de 53 años.
La decisión de celebrar estas misas sacramentales en público, en algunos casos al aire libre, emana de una voluntad de los sacerdotes “que han considerado indignos los sacramentos brindados en secreto” durante años, de acuerdo con los organizadores.
Y es que en su momento, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano publicó una nota reafirmando que consideraba la homosexualidad como “un pecado”, confirmando la imposibilidad de que parejas del mismo sexo reciban el sacramento del matrimonio.
Tras esto, 2.600 sacerdotes, al igual que muchos teólogos y laicos, habían firmado una petición contestando esta línea, incluso en tanto la Iglesia católica trabaja en una reforma en el marco de un sínodo dedicado a asuntos como el celibato, los sacerdotes casados y ofrecer un espacio más amplio a laicos y mujeres.
Las iniciativas de “desobediencia” se viralizaron a través de las redes sociales y es la razón por las que las banderas del arcoíris, utilizadas por la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales, transgénero, queer (LGBTQ +) también han aparecido en las fachadas de muchas iglesias en el país, así como en Austria, otra nación con tradición católica.
La nota de la (poderosa) Congregación además causó divisiones en el seno de la Asamblea de obispos, en que los más moderados la vieron como un intento de minar los esfuerzos de modernización por parte de la Iglesia alemana; en cambio, los conservadores la acogieron con total beneplácito.
El presidente de esta Asamblea, Georg Bätzing, criticó globalmente la iniciativa de los sacerdotes, afirmando que estaban enviando una “señal incorrecta”, en el marco de las discusiones de reformas actualmente en curso.
El sínodo en Alemania es visto desde el comienzo como muy sospechoso por parte del Vaticano y por los más conservadores de sus prelados, entre los que destaca Rainer Maria Woelki, arzobispo de Colonia, quien teme que separe a la Iglesia alemana del resto de la católica.
No obstante, algunos consideran como algo esencial la modernización de la Iglesia católica, en tanto pierde a muchos de sus fieles por los casos de pederastia hechos públicos y la escasez de nuevos sacerdotes. Aunque continúa siendo la mayor confesión en Alemania, sus miembros cayeron a 22,6 millones en 2019, 2 millones menos respecto a 2010, cuando se destaparon los primeros escándalos de abuso sexual infantil.
*Con información de la AFP.