Delito cibernético
Cinco años de cárcel para joven adicto a videojuegos que hackeó a Joe Biden, Obama, Elon Musk y Bill Gates, entre otros famosos
Forma parte del que es considerado el mayor caso de hackeo en la historia de las redes sociales. Esta es su trágica historia.
A los ocho años, Joseph O’Connor obtuvo el permiso de su madre para empezar a divertirse con los videojuegos, sin saber que le abría así la puerta a la perdición que ahora le ha valido una sentencia de cinco años de cárcel por parte de un tribunal del distrito sur de Nueva York.
Lo anterior por formar parte de una estafa que involucró el hackeo de unas 130 cuentas de Twitter, entre ellas las de los hombres más ricos, poderosos e influyentes del mundo: el presidente de Estados Unidos Joe Biden, el expresidente Barack Obama y los multimillonarios Elon Musk y Bill Gates.
Sin embargo, su historia comenzó muy lejos del país que lo acaba de condenar, en Liverpool, Inglaterra, y tiene visos trágicos que, para su propia familia, determinaron que terminara por convertirse en un delincuente cibernético.
Cuando el padre de su madre, Sandra O’Connor, supo que ella estaba embarazada sin casarse, trató de que abortara a la criatura.
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Como ella se rehusó, intentó provocar que perdiera al bebé dándole fuertes golpizas.
Esto incluso cuando ella empezó el trabajo de parte, de acuerdo con las declaraciones que ella dio en el juicio a Joseph.
El nieto no atenuó para nada la violencia del padre de Sandra, así que cuando él tenía cinco años, huyó con él a España, a las costa del Sol, más exactamente.
Allí, dicen su madre y su abuela, era un niño “peculiar”, nervioso y ansioso, aunque le gustaba nadar e ir a la playa.
A los videojuegos quedó “enganchado” desde el primer día, atestiguaron sus familiares.
Esto no despareció cuando volvieron a Liverpool, momento en que Joseph tenía diez años, con el fin de que continuara allí su educación secundaria.
Más bien en su propio país se intensificaron las razones para alarmarse con él.
La ansiedad lo obligaba muchas veces a no ir a clases, pasaba 18 horas al día jugando, no comía con la familia y no salía de la casa en semanas.
Otra alerta que su madre ignoró fue la vez que se presentaron a su casa unos jóvenes que querían golpearlo.
En represalia, ella le quitó todos los aparatos electrónicos, ante lo cual él se negó a comer y a salir de la cama.
Temerosa de que pudiera atentar contra su vida, Sandra le repuso los aparatos y empezó a tratarlo con guantes de seda, como lo manifestó en la corte.
De un momento a otro, la familia empezó a ser blanco de amenazas y llamadas a la policía en su contra, una táctica que suelen usar los delincuentes cibernéticos.
En una ocasión, un hombre llegó a su vivienda y transmitió con su teléfono como lo amenazaba de muerte.
Para alejarlo de todo eso, Sandra decidió volver a España, a Estepona, pero lo cierto es que ahí las cosas se pusieron peor, pues fue el lugar donde cometió los crímenes que hoy lo tienen tras las rejas por siete cargos de hackeo, acoso cibernético, lavado de dinero y extorsión.
Sus parientes también cuentan que, como adolescente, Joseph nunca desarrolló las mínimas habilidades sociales ni entendía de normas de convivencia.
En un restaurante, se negaba a hablar con los meseros y lo mismo pasaba si lo llevaban a una peluquería para que le cortaran el pelo.
Todo en él seguía y sigue siendo muy infantil, de modo que no es capaz de hacerse casi nada por sí solo, afirmó también su familia .
Sin embargo, con la ayuda de muy malas relaciones en la red, sí aprendió a delinquir.
Al parecer, a través de la web oscura, se vinculó a una banda de piratas informáticos que, en 2019, se robó más de 700.000 dólares en cripto monedas de una empresa de este ramo con base en Manhattan, informó The Times, de Londres.
La sofisticada técnica de la banda consistió en llamar por teléfono a algunos empleados de Twitter, a quienes, con una historia creíble, convencieron de entregarles sus claves de acceso a las herramientas administrativas de la red social.
Luego, a través de trucos de ingeniería, ganaron acceso al poderoso panel de control interno de Twitter.
Fue así como pudieron hackear unas 130 cuentas, muchas de ellas de ricos y poderosos, pero la jugada no terminaba ahí.
Una vez en control de dichas cuentas, los hackers escribían mensajes en nombre de los personajes pidiendo dinero.
En 2020, en pleno auge de la pandemia, escribieron esto haciéndose pasar por Elon Musk en su cuenta: “Me siento generoso por el covid 19. Doblare cualquier pago de bitcoin que me envíen a mi cuenta durante una hora. Buena suerte y cuídense”.
Los mismo hicieron con las cuentas de Barack Obama y Bill Gates, entre otros.
Al ver semejante mensaje del hombre más rico del mundo, muchos creyeron la historia y le enviaban el dinero.
Los mismo hicieron con las cuentas de Barack Obama y Bill Gates, entre otros.
Así, solo en ese plan, la estafa ascendió a 100.000 dólares en la criptomoneda.
Connor no solo fue condenado por participar en eso, sino además por extorsionar a una jovencita de 16 años y a la actriz Bella Thorne.
El criminal hackeo el teléfono de la artista y quiso chantajearla con publicar unas fotos de ella desnuda que encontró allí.
Harta del abuso, Thorne decidió publicar ella misma las imágenes.
“J*** tú y el poder que crees que tienes sobre mí. El FBI pronto estará en tu casa”. Y, en efecto, ahí empezó a derribarse su castillo de naipes hasta que fue puesto tras las rejas.