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Ciudad en Polonia que se declaró “libre de gente LGBTI”, hoy se arrepiente tras sanciones económicas
Kraśnik, una pequeña ciudad polaca en el sureste del continente, se ufanó en 2019 de haber expulsado a todas las personas LGBTI. Ahora sufre, pues se le considera el hazmerreír de Europa.
Hace dos años, los concejales del tradicional y católico pueblo de Kraśnik, una localidad polaca con apenas 36.000 habitantes, firmaron una polémica resolución prohibiendo la estadía de personas pertenecientes a la comunidad LGBTI en su territorio.
En mayo de 2019 se declararon como el primer pueblo “libre de LGBTI” en el país.
El alcalde Wojciech Wilk no vio mucho daño en lo que parecía ser un gesto simbólico y legalmente inútil, pero hoy está luchando por contener el daño causado.
Lo que inicialmente parecía un bocado gratuito para los conservadores de las zonas rurales y de las tierras fronterizas de Polonia - religiosamente devotas junto a Ucrania - se ha convertido en una costosa vergüenza para la ciudad de Kraśnik.
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En 2020, una ciudad francesa cortó su asociación económica con Kraśnik en protesta. Y Noruega, de la que el alcalde esperaba obtener casi $10 millones de euros a partir de este año para financiar proyectos de desarrollo, dijo en septiembre que no otorgaría subvenciones a ninguna ciudad polaca que se declare “libre de LGBT”.
“Nos hemos convertido en el hazmerreír de Europa, y son los ciudadanos, no los políticos locales, los que más han sufrido”.
Ahora, Wilk intenta presionar a los concejales para que deroguen la resolución, que puso a los 32.000 habitantes de la ciudad en medio de un estridente debate sobre valores tradicionales y modernos.
Cuando Kraśnik se declaró “libre de LGBT”, se estaba uniendo a docenas de otras ciudades de la región que habían adoptado medidas similares, con un fuerte apoyo del partido gobernante de derecha Ley y Justicia de Polonia y de la Iglesia católica romana.
Estas medidas draconianas fueron parte de los esfuerzos del partido de derecha para reunir su base política antes de las elecciones presidenciales de 2020.
A pesar de la controvertida decisión de Kraśnik, en la práctica les fue imposible impedir que personas homosexuales ingresaran, además de no existir ninguna declaración formal de expulsión de los que ya estaban presentes.
En cambio, se comprometieron a evitar la “ideología LGBTI”; un término utilizado por los conservadores para describir ideas y estilos de vida que consideran una amenaza para la tradición polaca y los valores cristianos.
Cezary Nieradko, un estudiante de 22 años que se describe a sí mismo como el “único gay abierto” de Kraśnik, descartó el término “ideología LGBTI” como una cortina de humo para la homofobia.
Recordó cómo, después de que la ciudad adoptó su resolución, su farmacéutico local se negó a venderle su medicamento habitual para el corazón.
Jan Albiniak, el concejal de Kraśnik que redactó la resolución, dijo que no tenía nada personalmente contra los homosexuales, a quienes describió como “amigos y colegas”, y que su intención con la medida era únicamente “contener ideas que perturben el funcionamiento normal y regular de nuestra sociedad”.
Dijo que había redactado la resolución después de ver un video en línea de activistas por el derecho al aborto, gritando a los hombres cristianos en Argentina.
Aunque eso no tiene nada que ver con los problemas LGBTI o Polonia, Albiniak dijo que el video mostraba que estaban “lidiando con algún tipo de maldad aquí” y se podían “ver manifestaciones de comportamiento demoníaco” en todo el mundo que “deben ser detenidas”.
El Parlamento Europeo también aprobó una resolución el mes pasado, declarando a los 27 países del bloque una “Zona de Libertad” LGBTI, aunque al igual que las resoluciones polacas que alegan lo contrario, la declaración no tiene fuerza legal.
Sin embargo, todas las posturas han comenzado a tener consecuencias concretas.
El alcalde de Kraśnik dijo que le preocupaba que, a menos que se retire el estatus “libre de LGBTI” de su ciudad, existen pocas posibilidades de obtener fondos extranjeros para financiar autobuses eléctricos y programas para jóvenes, que dijo son particularmente importantes porque los jóvenes siguen saliendo.
“Mi posición es clara: quiero que se derogue esta resolución”, dijo, “porque es perjudicial para el pueblo y sus habitantes”.