MUNDO
Cómo intenté localizar a un niño que aparecía en un video de abuso sexual
La periodista de la BBC, Lucy Proctor, quedó horrorizada al recibir en WhatsApp un video de un niño abusado sexualmente. Esta es la historia de su búsqueda.
Un día, justo antes de dejar a mi hijo en la escuela, me enviaron un video horrible en WhastsApp. Me hizo cuestionarme cómo se producían las imágenes y videos de abuso sexual infantil y cómo estos pueden circular abiertamente en las redes sociales. Pero lo que yo quería principalmente era una respuesta sobre todas las demás: ¿qué le ocurrió al niño del video?
Puede sonar extraño, pero la mujer que me envió el video era una de las mamás que te encuentras en las puertas de la escuela. Algunas de nosotras habíamos abierto un grupo en WhatsApp para discutir las fechas escolares, uniformes y enfermedades.
Entonces una mañana, de la nada, una de estas mamás envió un video al grupo, acompañado de dos emoticones de caras llorando. Era solo una caja negra, no tenía imagen en miniatura. Y todas lo reprodujimos sin pensar.
Quizás era un meme o una noticia. Quizás uno de esos videos de “peligros extraños” que algunas de las mamás habíamos compartido.
"Mi teléfono estaba sonando con los mensajes de las turbadas miembros del grupo". Foto: BBC/ HELLO EMMA.
Arresto
La policía se quedó con mi teléfono durante dos semanas. Al día siguiente supe que habían arrestado a la mujer que envió el video y habían visitado a otros miembros del grupo. Después no volví a escuchar más del asunto.
Pero me quedó una duda. ¿Qué ocurrió con el niño del video? Así que unos meses más tarde, cuando ya logré leerles a mis hijos un cuento por la noche sin pensar en él, comencé a buscar respuestas.
Empecé tratando de hablar con el agente de policía que estaba investigando el video con mi teléfono. Pero cada vez que llamaba al estación para hablar con él, me decían que acababa de salir. No quería saber nada de mi.
Llamé a Alan Collins, un abogado que se especializa en abuso sexual infantil, para ver si las cosas que normalmente haría para rastrear a una persona podrían funcionar. Por ejemplo, ¿podría enviar el video a policías retirados para ver si lo reconocían?
“Te podrías enfrentar a una sentencia de 10 años en prisión”, me dijo. La misma condena que se da si tomas una imagen y la envías. Sólo la posesión de imágenes como las que estaban en mi teléfono podrían enviarme a la cárcel.
Así que llamé al amigo de un amigo que solía trabajar para la policía. Me dijo que la estación de policía donde llevé el teléfono seguramente lo habían enviado a uno de los laboratorios forenses digitales de la ciudad.
Los laboratorios enumeran todo el contenido ilegal y cuando se trata de abuso sexual infantil lo clasifican: Categoría A para los más graves, Categoría B, Categoría C. El video en WhatsApp era Categoría A.
Después, el archivo se envía a identificación de víctimas y mi caso fue enviado a la Unidad de Explotación y Abuso Sexual Infantil en Internet de la Policía Metropolitana.
Lo más leído
"La policía se quedó con mi teléfono durante dos semanas". Foto: BBC/ HELLO EMMA.
Pequeños indicios
Un agente allí, el detective sargento Lindsay Dick, aceptó hablar conmigo, pero no quiso decirme mucho sobre las técnicas utilizadas porque esto podría ayudar a los criminales a buscar formas de evadir la captura.
Sí me contó sobre un caso en el que un agente encontró un teléfono que tenía imágenes de un niño abusado, junto con imágenes del mismo niño donde no está siendo abusado.
En una, está en una parada de autobús con su uniforme escolar. Un agente reconoció la parada de autobús por una señal del transporte de Merseyside (Inglaterra) y llamó al equipo allí.
Ellos reconocieron el uniforme escolar. El niño fue identificado, sus padres arrestados, y los servicios sociales se hicieron cargo del caso. La policía que identifica víctimas en todo el mundo depende de indicios como éste.
Lindsay Dick no quiso discutir los detalles de lo que yo había enviado, a pesar de que él había investigado el caso. Después, cuando le pregunté sobre la sugerencia de un editor de tomar una imagen del video de la cara del perpetrador, para ayudar a identificar a la víctima, las cosas se complicaron.
“¿Todavía tienes una copia de ese video?”, me preguntó con severidad. “No”, contesté. Pero todavía está en algún lugar del servidor de WhatsApp y debido a que todavía era parte del grupo, todavía aparecía en mi teléfono. A pesar de que yo no había hecho nada malo, me di cuenta de la seriedad con que la policía toma este tipo de cosas.
La Policía Metropolitana se rehusó a ayudarme en mi búsqueda del niño en el video. Incluso les dijeron a agentes en otra parte del país, incorrectamente, que yo había recibido una advertencia por compartir el video.
Después supe, por la mujer que me había enviado el video, que ella había sido colocada en el registro de delincuentes sexuales durante tres años.
Pero los agentes que investigaban el caso en la estación de Wembley no siguieron adelante. No arrestaron al amigo que le había enviado el video a la mujer, y ni siquiera trataron de descubrir quién se lo había enviado a su amigo.
Más adelante en la cadena de personas que compartieron el video debe haber sujetos peligrosos, quizás un abusador. Pero no se hizo nada para seguir el rastro.
Casos en aumento
La Policía Metropolitana dice: “El nivel de crímenes de abuso y explotación sexual infantil en internet ha aumentado en años recientes”.
“Esto ha incrementado la demanda de la policía y, combinado con la necesidad de mantenerse al día con los avances en la tecnología y adaptar nuestros métodos para detectar e identificar a criminales, ha significado que esta sea un área compleja para la Policía Metropolitana y para las fuerzas de policía nacionales”.
“Sin embargo, seguimos comprometidos a llevar a la justicia a los que cometen delitos de abuso sexual infantil en internet y salvaguardar a las víctimas y a los jóvenes en riesgo”.
“Instamos a que cualquier persona preocupada por un niño en riesgo de abuso o una posible víctima, contacte de inmediato a la policía. Cualquiera que reciba un mensaje no solicitado que muestre abuso infantil debe reportarlo a la policía de inmediato para que puedan tomarse medidas”.
“Las imágenes de esta naturaleza no deben ser compartidas bajo ninguna circunstancia”. Necesitaba que alguien que no estuviera involucrado con el caso me diera algún indicio sobre el origen de ese archivo que me habían enviado.
Así que comencé a buscar y encontré artículos en los medios sobre un equipo en Queensland, Australia, conocido por haberse infiltrado en sitios en internet que comparten videos de abuso infantil.
Su jefe de identificación de víctimas, un ex detective de la policía de Manchester, Inglaterra, Paul Griffiths, me dijo que el archivo que me habían enviado probablemente había surgido de uno de estos sitios.
“Lo que suele ocurrir es que cuando un archivo se produce así, por lo general comienza encubierto, circulan en una red relativamente pequeña y cerrada”, dijo. “Muy pocas personas que se conocen y saben que necesitan mantenerlo seguro y no distribuirlo extensamente”.
Estas redes de pedófilos utilizan la internet oscura, una parte de la red que no está categorizada en los motores de búsqueda como Google.
Estos tienen acceso a sitios por medio de una conexión llamada TOR, (The onion router). Y utilizan direcciones IP falsas, conectadas a varios otros servidores esparcidos por el mundo, lo cual hace que su ubicación no pueda rastrearse.
"Coleccionistas de estampillas degeneradas"
Los miembros de estos sitios de la red oscura son como coleccionistas de estampillas degeneradas. Colocan en un foro de internet imágenes miniatura de lo que tienen y buscan completar su serie, a menudo de un niño específico. Algunos son “productores”: abusan a los niños o los filman siendo abusados.
Hace un par de años el equipo de Paul Griffiths estaba mirando un sitio llamado “Juego de Niños”. Tenían información de que dos de los líderes del sitio se iban a reunir en Estados Unidos.
Los agentes los interceptaron, los arrestaron y consiguieron sus contraseñas. Así pudieron ver todos y cada uno de los videos y pudieron empezar el trabajo de encontrar a los niños y los perpetradores. Hicieron cientos de arrestos en todo el mundo y hasta ahora han sido salvados 200 niños.
“Es algo como de Sherlock Holmes, seguir pequeños indicios y ver cómo puedes construir algo para tratar de encontrar una aguja en un pajar”, dice Griffiths.
La mayor preocupación ahora son las transmisiones en vivo en internet, en las que los adultos pueden pagar para ver a niños que están siendo abusados en tiempo real.
Estas son aún más difíciles de detectar porque no hay archivos que contengan indicios en circulación, y las plataformas están todas encriptadas.
Justo cuando la policía y la tecnología estaba mejorando para poder encontrar víctimas en imágenes o videos, surge otra amenaza.
“Hay una famosa historia y a menudo se cuenta en relación a esta área de crimen. Trata de una niña que camina en la playa. Hay estrellas de mar esparcidas por toda la playa y la niña recoge una estrella de mar y la coloca en el mar. Entonces un hombre le dice: ‘Niñita, ¿qué estás haciendo? Nunca vas a poder salvar a todas esas estrellas de mar‘. Y ella le contesta: ‘No, pero sí podré salvar a esta‘”, cuenta Griffiths.
“Esto es lo que realmente estamos haciendo nosotros”, afirma.
“Sabes, estamos salvando a los que podemos salvar. Y si aparece alguna solución mágica en el algún lugar en el futuro con la que se podrá salvar a todos, que podrá lograr que esto deje de ocurrir, eso será maravillo”.
“Pero mientras tanto, no podemos quedarnos sentados e ignorar lo que sabemos que está ocurriendo”.
Paul Griffiths forma parte de una pequeña red de personas que viajan por el mundo para participar en reuniones y conferencias sobre qué hacer sobre los enormes números de videos e imágenes que circulan en internet.
Me dijo que contactara a Maggie Brennan, profesora de psicología clínica forense de la Universidad de Plymouth, quien ha estado estudiando material de abuso sexual infantil durante años.
Patrón "escalofriante"
Entre 2016 y 2018 revisó imágenes de abuso infantil en una base de datos de Interpol para establecer un perfil de las víctimas.
Brennan encontró un escalofriante patrón que sugiere que la edad del niños en el video que yo vi no es tan inusual. “Lo más preocupante es que hay una proporción sustancial, pequeña pero importante, de estas imágenes que muestran a bebés”, dice.
“Y encontramos un resultado significativo en términos de la asociación entre formas muy extremas de violencia sexual y niños muy pequeños”. Igual que el niño del video que recibí, la mayoría de los niños en la base de datos son blancos.
Lo más probable es que esto sea un reflejo del hecho de que las fuerzas de policía que contribuyen a la base de datos son principalmente de países de mayoría blanca.
Hay una presión constante, dice Brennan, para cuantificar el número de víctimas que están siendo sexualmente explotadas. Pero eso es imposible.
Las bases de datos sólo mantienen las imágenes que son encontradas en incursiones o reportes policailes. Nadie sabe cuántas más estarán circulando.
Paul Griffiths afirma que basta con que una persona saque un video de las profundidades de la red oscura para que éste quede libre entre la población general.
“Tarde o temprano este queda en manos de alguien que o no sabe cómo mantenerlo seguro y escondido o realmente no le importa. Y lo propagan más. Esto puede tomar unas pocas horas y entonces está disponible en todo internet”.
Hablé con un infractor que estuvo siete meses en prisión por ver imagen es de abuso infantil. Le ofrecieron los archivos en Skype durante una reunión sexual de adultos en internet.
Abrió el primer archivo, vio que era un niño, y siguió abriendo los otros 20. Entonces trató de compartirlos con alguien más. Al final, el hombre que le envió los archivos se los envió a alguien más que lo reportó a la policía.
Este es un ejemplo de lo fácil que es que los archivos como el que me enviaron se propaguen desde las profundidades de la red oscura hasta las plataformas como Skype o los teléfonos de la gente.
A pesar de que en mi caso no se tomaron medidas, la respuesta de la policía británica a las imágenes de abuso sexual infantil es una de las más robustas del mundo. La Base de Datos de Imágenes de Abuso Infantil (CAID, por sus siglas en inglés) ha recibido una enorme inversión en los últimos cinco años.
Cuando los detectives reciben el teléfono o laptop de un sospechoso, pueden analizar las imágenes con un software de última generación que revisa si éstas son nuevas, o ya son conocidas por la policía.
Todas las fuerzas de policía están vinculadas, y las bases de datos se comunican entre sí en todo el mundo.
Proliferación
En 1990, el Ministerio del Interior británico llevó a cabo un estudio de la proliferación de imágenes indecentes de niños. Entonces había menos de 10.000 imágenes en circulación. Ahora hay casi 14 millones de imágenes en la base de datos de Reino Unido. Los niveles de depravación en los videos e imágenes son cada vez peores, me dice el jefe de policía Simon Bailey.
Él fue líder del Principal Consejo Nacional de la Policía para la protección infantil e investigaciones de abuso durante los últimos cinco años. “Eso sigue creciendo y creciendo y creciendo”, me dice. “Y existe un elemento de que ‘estas cifras son tan grandes que no se pueden creer’. Pero créeme, son correctas”.
“Y si hay algo que lamento sobre mi liderazgo y nuestra respuesta a esto, es que no hemos logrado que el público se de cuenta de la verdadera escala del problema que enfrentamos, los horrores que enfrentamos”.
“La mayoría de la gente, quiero pensar, se vería mortificada al conocer que este tipo de abuso tiene lugar”.
El año pasado, Simon Bailey pidió un boicot a las compañías tecnológicas, como Google y Facebook, hasta que éstas inviertan en tecnología para filtrar y bloquear estas imágenes. Pero el público, incluida yo, no nos enteramos.
El año pasado los robots que Facebook despliega para examinar su servicio Messenger reportaron 12 millones de publicaciones que contenían imágenes de abuso infantil al Centro Nacional de Niños Desaparecidos y Explotados, que dirige la base de datos en Estados Unidos.
Así que los activistas de protección infantil están horrorizados por la decisión de Facebook de comenzar a encriptar Messenger en los próximos meses, porque esto significará que la plataforma en efecto se vuelve “oscura” y los abusadores podrán compartir material con impunidad.
Se volverá más parecido a WhatsApp, donde la encriptación de extremo a extremo significa que nadie, excepto el que envía el mensaje y el que lo recibe, conoce su contenido.
El cifrado de WhatsApp funciona porque tu teléfono y el teléfono de la persona a quien le envías mensajes genera códigos y claves de encriptado.
Cuando el mensaje sale de tu teléfono viaja por los servidores de WhatsApp pero éstos no tienen las claves para descifrarlo.
La única forma de que los robots o la inteligencia artificial puedan escanear el mensaje es si éste es encriptado después de salir de tu teléfono. Pero esto le daría a ciertos regímenes, a las agencias de ley y orden y a las propias compañías tecnológicas la posibilidad de ver tus mensajes.
WhatsApp cree que perdería clientes como resultado.
La solución es hacer el escaneo en nuestros teléfonos. Una forma de hacerlo sería que todos bajaran un software con una lista de códigos únicos de todas las imágenes y videos de abuso conocidos.
Pero esto también supondría que haya temores sobre la privacidad. Las firmas tecnológicas podrían intervenir la lista de códigos para incluir imágenes que no son de abuso. En otras palabras, sería censura.
Así que sería mejor si los teléfonos tuvieran un algoritmo para generar por sí mismos los códigos, lo cual sería totalmente independiente de cualquier gobierno o empresa tecnológica.
Pero esto tiene una complicación. Nadie ha inventado ese algoritmo todavía. Un experto con el que hablé me dijo: “No diría que es imposible, diría que todavía no se sabe cómo hacerlo”. Tomaría una gran cantidad de investigación y desarrollo, pero probablemente podría hacerse.
Fracaso de las empresas tecnológicas
El fracaso de las grandes empresas tecnológicas para invertir en esto indigna a Simon Bailey. “Ellos tienen la clave para resolver mucho de esta situación. Pienso que tienen un deber y responsabilidad para cuidad a los niños, pero se han abstenido totalmente de eso”.
“La reacción es siempre, ‘bueno, estamos haciendo lo posible’. No, no lo están haciendo. Necesitan hacer más. Están obteniendo miles de millones de dólares en ganancias. Deben invertir”.
Por ahora las firmas tecnológicas eligen qué responder. Nadie sabe, por ejemplo, cuánto gastan Facebook o WhatsApp en protección infantil.
Facebook dice que tiene la mejor inteligencia artificial del mercado para tratar de bloquear y filtrar mensajes. Pero la compañía no revela cómo funciona o cuánto cuesta.
John Carr, quien asesora a gobiernos sobre seguridad infantil en internet, dice que esta falta de transparencia debe terminar. “Todo el tiempo trabajo con personas en estas compañías y ellos están de acuerdo conmigo en gran parte de las cosas, les preocupa mucho la protección de los niños pero ellos no toman las decisiones”.
“Son sus jefes, típicamente en California, los que deciden lo que ocurre. La gente en los puestos altos de estas compañías necesita sentir la presión, necesitan sentir que están parados sobre fuego”. Por supuesto, pedí hablar con WhatsApp pero dijeron que no.
"Revictimización"
Un radiante día de verano, finalmente logré un avance en mi búsqueda del niño en el video.
El asistente de Simon Bailey me puso en contacto con un alto e influyente agente de policía, y recibí una llamada. Me dijeron que el niño está vivo. Es uno entre una poca minoría que ha sido identificado y rescatado.
El video que me enviaron es viejo, y proviene de Estados Unidos. Ya hay tres versiones de éste en la base de datos británica de CAID. El mío es la cuarta versión.
La policía no me puede decir dónde está el niño, ni cuál es su nombre. Pero sí me dijeron que su abusador está cumpliendo una larga condena en la cárcel.
Es la noticia que estaba esperando. Y me siento satisfecha dejando aquí el asunto. Pero hay una palabra que se me ha quedado en la mente durante todos los meses que he estado tratando de saber más sobre este caso: “revictimización”.
Cada vez que alguien mira o comparte un video de un niño que está siendo abusado, ese niño es revictimizado.
Y a medida que me acerco a encontrar a ese niño, me doy cuenta de que puedo acabar llamándole por teléfono para decirle que he visto el video en el que él aparece. Entonces le recordaré el horror. Volverá a sentirse humillado.
Legislación
Debo dejarlo en paz. Pero conocí un grupo activista en Estados Unidos formado por víctimas, gente que ha sido filmada por abusadores, que desea ser descubierta y escuchada.
James Marsh es un abogado que durante 14 años ha representado a víctimas de abuso sexual infantil y ha estado haciendo campaña por ellas,.
Recientemente encabezó un esfuerzo para cambiar la ley en Estados Unidos que le otorga a las víctimas el derecho a un mínimo de US$3.000 de compensación por cada sujeto condenado por ver o compartir un video de su abuso. La bautizaron Ley Amy y Vicky y Andy por tres víctimas de abusos.
“Sólo recientemente las víctimas se sienten más empoderadas para reclamar ese espacio, para realmente tratar de demostrar que no es un crimen sin víctimas, que estas no son imágenes inofensivas, y que ellos tienen voces que merecen ser escuchadas”, me dice Marsh.
Recientemente una experimentada periodista le llamó para pedirle detalles sobre lo que le había ocurrido a una de sus clientas.
La periodista esperaba escuchar que el abuso involucraba fotografías de desnudos. Cuando se le dijo cuál era la realidad del contenido de esos videos -la violación de un niño pequeño- ella quedó horrorizada, y no publicó los detalles.
“Creo que como periodista, alejas a tus lectores al incluir estas descripciones gráficas. Pero, ¿de qué otra forma puedes informar con precisión sobre lo que ocurre para poder propiciar cambios importantes?”
Marsh dice que sus clientes, cuando se convierten en adultos, se frustran por este tipo de aprensiones. “(Las víctimas) dicen:‘Esta es la experiencia que vivimos‘, ‘tienes que enfrentarlo’”.
Le pregunté si pensaba que el joven Andy, de la Ley Amy y Vicky y Andy, hablaría conmigo. El abogado aceptó conectarnos en el Messenger de Facebook. Para mi, fue como haber encontrado al niño de un video. Uno que había sufrido el mismo destino terrible del niño del video que me enviaron.
Lo que quería preguntarle a ese niño, ahora podía preguntárselo a Andy. ¿Tenía un lugar seguro para dormir en las noches? ¿Pudo mantenerse seguro? Andy tiene una voz cálida. Está dispuesto a hablar, y es muy agradable. Es raro pero nuestra conversación no fue triste.
Me dice que está en sus 20 años. Hace seis meses salió de prisión, el período más largo que ha logrado estar libre desde que era niño.
Ha estado encarcelado principalmente por pelear, y por robo. Cuando era más joven se involucró con drogas: metanfetamina, heroína y marihuana. Y tiene dos niños, que adora. Pero vive en una especie de prisión.
“Soy una persona algo aburrida. En realidad no salgo mucho, vivo casi solo para mis hijos, y eso es todo”. Andy vive en constante temor de que alguien pueda reconocerlo por alguno de los videos que su abusador hizo con él, ya que el abuso continuó hasta que cumplió 13 años.
Basta con que alguien lo mire en la calle para que él inmediatamente se preocupe.
Su historia comienza con el divorcio de sus padres. Su madre quería que Andy tuviera una figura masculina en su vida así que cuando el niño tenía unos 7 años, ella lo envió a un programa juvenil.
El “mentor” que le asignaron en la organización estableció, antes de abusar de él, un vínculo emocional con Andy y su familia durante unos meses y se llevó al niño de viaje a Las Vegas.
Andy no le contó a nadie que había comenzado el abuso sexual, porque no quería molestar a su madre.
“No sabía cómo actuaría mi madre cuando supiera. No quería que ella se sintiera avergonzada porque algo así me había ocurrido. No sabía si eso era algo normal. Así es como él hizo que pareciera”.
Cuando Andy creció lo suficiente confrontó a su abusador, quien poco después huyó a México.
Entonces, un día, el FBI llegó a la secundaria de Andy y tocó en la puerta de su salón de clases. El abusador se descuidó, envió un video a alguien que no conocía y que lo reportó. “Y entonces me dijeron que había cientos de miles de videos e imágenes mías en la web”.
Hasta ese momento Andy no tenía idea de que su abuso había sido compartido, y mucho menos que había sido compartido con miles de personas. Pero a pesar de esta traumática noticia, y de la dificultad de contarle a su madre la verdad, Andy estuvo de acuerdo en ayudar al FBI para que el hombre regresara al país.
“Lo engañamos para que regresara para una fiesta de cumpleaños para mi”.
“Tardamos tres meses. Hablé con él por teléfono, como si nada estuviera mal. Me envió unos cuantos paquetes”.
Los agentes del FBI arreglaron la operación encubierta. Le mostraron a Andy la ruta que pensaban que el abusador seguiría y la ubicación del arresto planeado. “Fue bastante genial. Lo atraparon a un par de calles de la casa de mi abuela, lo detuvieron y lo arrestaron”.
Fue uno de los mejores momentos de la vida de Andy.
Igual que otras víctimas identificadas en Estados Unidos, Andy recibe una carta cada vez que alguien es condenado por ver o compartir un video en el que él aparece. Tiene miles de ellas.
Ahora está haciendo todo lo posible para reconstruir su vida. Cuando pueda pagar terapia, las cosas mejoran. Sus abogados están trabajando en casos grandes que podrían llevar a que obtenga más compensación. Pero es difícil.
“Trabajar es duro para mi. Y no se debe a que sea flojo o nada de eso. Es principalmente la mentalidad de no poder confiar en los demás. Así que realmente soy antisocial”.
Andy, como todas las víctimas, fue increíblemente desafortunado al caer en manos de un abusador. Si no hubiera sido así, él piensa que ahora sería el presidente ejecutivo de la empresa de su padre.
Involucrarse en la Ley de Amy, Vicky y Andy le ha dado un propósito. Los tres jóvenes activistas esperan conocerse en persona pronto.
En el futuro, Andy quiere renunciar a su anonimato e ir a los colegios para enseñarles a los niños a cuidarse y permanecer seguros y cómo contarle a alguien cuando no lo están. Dice que siente que hacer eso es una obligación. “Sabes, quiero que las personas conozcan mi historia”.
Nunca logré hablar con el otro niño del video. Espero que esté bien. Espero que haya podido reconstruir su vida -aunque haya sido de forma lenta e imperfecta- como Andy.
La buena noticia es que tanto Andy como el niño pequeño en el video que me enviaron han sido identificados y sus abusadores están en prisión. Pero esto, sin embargo, puede malinterpretarse.
La mayoría de los niños y niñas de los videos no serán rescatados. Y sin una reforma radical de la forma como manejamos la tecnología y la privacidad, los videos como el que vi seguirán circulando, y otros niños serán abusados para seguir alimentando la demanda.
Ilustraciones de Hello Emma