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 Centenares de personas han abandonado Ucrania huyendo de la guerra, pero el camino para muchos pinta más difícil de lo esperado.
Centenares de personas han abandonado Ucrania huyendo de la guerra, pero en Mariúpol, muchos se vieron obligados a ir hacia Rusia. | Foto: ap

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“¿Cómo puedes ir a un país que quiere matarte?”: el drama de ucranianos refugiados en Rusia

Las autoridades ucranianas acusan a Moscú de “trasladar ilegalmente” a más de un millón de ucranianos a Rusia o a la parte oriental de Ucrania controlada por los separatistas prorrusos, y utilizaron incluso el término “deportaciones”.

7 de junio de 2022

“No tuvimos elección”. Los ucranianos que abandonaron Mariúpol, puerto estratégico tomado por los rusos tras semanas de asedio, contaron a la AFP cómo fueron obligados a ir a Rusia en lugar de a otra región de Ucrania, una política que Kiev compara con las “deportaciones”.

Sin red de telefonía móvil y sin medios de comunicación, aprovechó una pausa en los bombardeos para ir a un punto de reunión designado por las autoridades e informarse sobre la posibilidad de salir de la ciudad. Los funcionarios encargados de la evacuación, designados por las autoridades prorrusas, le dijeron entonces que solo sería posible ir a Rusia.

“Estábamos en shock, no queríamos ir a Rusia”, contó Tetiana por teléfono desde Riga, Letonia, donde ella y su familia están ahora refugiados. “¿Cómo puedes ir a un país que quiere matarte?”.

Las autoridades ucranianas acusan a Moscú de “trasladar ilegalmente” a más de un millón de ucranianos a Rusia o a la parte oriental de Ucrania controlada por los separatistas prorrusos, y utilizaron incluso el término “deportaciones”.

Algunos civiles se ven obligados a ser evacuados a Rusia porque los combates les impiden cruzar la línea del frente. Ielyzaveta, procedente de Izum ―ciudad de la región de Járkov ocupada por Rusia―, llegó a Estonia a través de Rusia porque “era imposible ir a Ucrania”, dijo a la AFP.

La situación de miles de refugiados a las afueras de Mariúpol es difícil, mientras el asedio de las tropas rusas continúa.
La situación de miles de refugiados de Mariúpol fue caótica por el trato que recibieron de parte de las tropas del ejército ruso. | Foto: AFP

“Filtración” obligatoria

Pero para Tetiana y otras dos familias de Mariúpol ―donde casi tres meses de bombardeos han dejado al menos 20.000 muertos según Kiev― las fuerzas rusas eligieron por ellos. Svitlana también estaba escondida en un sótano con su marido y sus suegros en Mariúpol cuando soldados rusos les ordenaron ir hacia una zona controlada por las fuerzas de Moscú.

“Cuando te lo dice un hombre armado, no puedes decir no”, dice esta ucraniana de 46 años, que desde entonces pudo regresar a Ucrania. Su familia fue trasladada primero a Novoazovsk, una pequeña ciudad en manos de los separatistas prorrusos a unos 40 km al este de Mariúpol, donde permanecieron cuatro días en una escuela, y luego a Starobesheve, a 80 kilómetros al norte, en la zona separatista.

Acabaron en un centro cultural abarrotado “donde la gente dormía en el suelo”, dice Svitlana. “Lo peor era el olor a pies sucios, a cuerpos sucios, se quedaba en nuestras prendas pese a lavarlas varias veces”. Tres días después, la familia fue interrogada como parte de una etapa de “filtración” obligatoria.

En un edificio de la policía separatista prorrusa tuvieron que responder a preguntas escritas sobre si tenían familiares en el ejército ucraniano, dar sus huellas dactilares y sus celulares para que sean verificados.

En una sala separada, los hombres tuvieron que desnudarse para comprobar si tenían tatuajes patrióticos o heridas de combate. “Mi marido tuvo que quitarse todo menos la ropa interior y los calcetines”, dice Svitlana. “También borramos todas las fotos y redes sociales de nuestros teléfonos” por miedo a represalias por su “postura proucraniana”, añade.

Un militar ucraniano toma una fotografía de una iglesia dañada tras un bombardeo en un barrio residencial de Mariúpol, Ucrania, el 10 de marzo de 2022. (Foto: AP /Evgeniy Maloletka, Archivo).
Un militar ucraniano toma una fotografía de una iglesia dañada tras un bombardeo en un barrio residencial de Mariúpol, Ucrania. | Foto: Foto: AP /Evgeniy Maloletka

“Ilegal”

Cuando llegó a la frontera rusa tuvo que desnudarse y responder a preguntas sobre mensajes en ucraniano con su tía. “Me preguntaron por qué me escribía en ucraniano” y “querían comprobar que no era un nazi”, dice. “Todo lo que hacían era ilegal”, añade Svitlana. “Pero no puedes decir no”.

Una vez en Rusia, las familias de Tetiana e Ivan fueron enviadas a Taganrog, a unos 100 kilómetros de Mariúpol. Apenas llegaron allí, los funcionarios rusos les dijeron que fueran en tren a Vladimir, a más de 1.000 kilómetros al norte.

Desde allí, Ivan y su hermano tuvieron que partir de nuevo, esta vez hacia Murom, a 130 kilómetros al sureste, para llegar finalmente a un hotel para refugiados. “Querían enviarnos a lugares remotos de su país para que no podamos contar la verdad” sobre el “genocidio” organizado por Rusia en Mariúpol, acusa Tetiana.

Gracias a amigos rusos, las familias de Ivan, Tetiana y Svitlana pudieron viajar a Moscú. Desde allí, tomaron autobuses hacia Letonia o Estonia, donde sabían que los refugiados ucranianos eran bienvenidos. “Una vez en Letonia, nos sentimos libres”, dice Tetiana.

Con información de AFP.