PANDEMIA
¿Cómo vuelve el turismo a las grandes ciudades de Europa y el mundo?
Varios países reabren al superar el momento más crítico de la pandemia, y también lo hacen las capitales turísticas. ¿Cómo enfrentan la nueva normalidad?
A medida que el coronavirus se dispersaba por el mundo hace apenas unos meses, las dinámicas sociales se vieron abruptamente alteradas. Los espacios culturales y de entretenimiento, como los museos, monumentos, playas y parques de diversiones, cerraron sus puertas debido al peligro latente de convertirse en focos de nuevos contagios. El turismo, que incluye además de los espectáculos y espacios culturales a los sectores hotelero y gastronómico, se vio dramáticamente golpeado por la situación.
Ahora, tras meses de confinamiento estricto en las capitales turísticas del mundo, la normalidad vuelve lentamente, y con ello, los visitantes. Con estrictas restricciones y, en la mayoría de los casos, a menos de la mitad de su capacidad, los grandes escenarios del planeta y las playas europeas reciben nuevamente a los viajeros.
Los primeros en volver
China, origen geográfico de la pandemia, fue uno de los primeros países en confinarse para controlar el virus. Debido a esto, el parque Disney de Shanghai, uno de los más extensos del mundo, cerró sus puertas a finales de enero. A pesar de que la amenaza del virus persiste, en abril volvió a abrir y se convirtió en el primer parque de diversiones del planeta en hacerlo desde que empezó la pandemia. Lo hizo en sintonía con otras atracciones turísticas del país asiático, como la Gran Muralla o la Ciudad Prohibida en Beijing.
Dentro de las medidas impuestas en el Shanghai Disneyland Park, los visitantes deben reservar su entrada por internet, llevar mascarilla y verificar en una aplicación que no están contaminados. Por ahora, el parque tiene previsto acoger un máximo de 24.000 personas al día durante varias semanas, en vez de las 80.000 que suele recibir normalmente.
Los parques presentan hoy un aspecto peculiar cuando los visitantes disfrutan las atracciones con distancia social y tapabocas. Algunos restaurantes y playas han reabierto, con medidas que no todos cumplen.
Mediante megáfonos, los encargados del parque les recuerdan a los clientes que deben mantener la distancia interpersonal en las filas, marcada mediante líneas amarillas en el suelo.
El grupo Walt Disney ha perdido unos 1.400 millones de dólares, cifra que representa un ejemplo del impacto de la covid-19 en el sector turístico. Del total, 1.000 millones corresponderían a sus parques de atracciones.
En Florida, la gran capital de los parques de diversiones, Universal Orlando se lanzó al agua el 5 de junio, luego de casi tres meses de inactividad. Los turistas se pusieron las mascarillas en las atracciones, a medida que se acostumbran a la nueva normalidad: controles de temperatura en la entrada, uso obligatorio de tapabocas, marcas en el piso para mantener distancias y carteles que agradecen al público su colaboración “en estos tiempos sin precedentes”. Universal Orlando y los demás parques temáticos del centro de Florida habían cerrado el 15 de marzo.
Por el momento, Universal Orlando solo admite el 35 por ciento de su capacidad normal, por medio de un sistema de “filas virtuales” que permite reservar en las atracciones mediante una aplicación para evitar las aglomeraciones. A Universal lo siguieron Legoland Florida y el parque acuático SeaWorld. Disney World abrirá el 11 de julio, y junto con él comenzarán a operar los parques Magic Kingdom y Animal Kingdom, mientras que Epcot y los estudios Hollywood seguirán los pasos el 15 de julio.
Regresa la cultura
Después de meses cerrados por la pandemia, los grandes museos de Europa comienzan lentamente a recibir visitantes. Es el caso del Museo del Prado, en Madrid, que reabrió sus puertas el 6 de junio a un número reducido de personas. Ahora ofrece la oportunidad única de contemplar piezas pivotales de la historia del arte, como Las meninas, de Velázquez, en una quietud casi absoluta. Para levantarse de las enormes pérdidas por la falta de turistas, los museos más emblemáticos apuestan por exposiciones para grupos selectos, que permiten apreciar de cerca y sin apuros grandes obras, lo que era imposible antes de la crisis.
En su inmensa galería central, el museo más grande de España exhibe de manera excepcional, hasta el 13 de septiembre, más de 200 pinturas de sus colecciones en una exposición denominada Reencuentro. En ella, los visitantes están casi a solas con obras normalmente expuestas en las salas más visitadas. Solo pueden entrar 1.800 personas diarias, frente a las 15.000 que inundaban sus salas en los días de gran afluencia el año pasado. No estarán autorizados los grupos, y los turistas extranjeros permanecerán ausentes hasta que España reabra sus fronteras, el primero de julio.
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Los grandes museos y espacios arquitectónicos siguen los pasos de los parques de diversiones, y abren con estrictas restricciones sanitarias y de aforo.
Al condensar las mejores obras en un recorrido más pequeño que el habitual, los visitantes tienen la fortuna de detallar, sin límite de tiempo, creaciones como el tríptico de la Adoración de los magos, de El Bosco, o las dos representaciones de Saturno devorando a su hijo, firmadas respectivamente por Rubens en el siglo XVII, y Goya, en el XIX. Para entrar hay que reservar una visita con 24 horas de antelación, someterse a un test de temperatura en la entrada y llevar mascarilla todo el tiempo. Junto a El Prado, Madrid también reabrió los museos Reina Sofía y Thyssen-Bornemisza.
En París, el Louvre abrirá el 6 de julio, mientras que el Museo de Orsay lo hará el 23 de junio y el Centro Pompidou, el primero de julio. Por otra parte, la ciudad ya empieza a reabrir algunos lugares emblemáticos, entre ellos el Palacio de Versalles, uno de los sitios más visitados del mundo.
Francia no admite extranjeros, que constituyen el 80 por ciento de las visitas anuales, pero los nacionales ya recorren el palacio que habitó el rey Luis XIV. Solo 500 individuos lo pueden visitar por hora, y en los tiquetes figura la hora de entrada para regular el flujo de personas. Apenas tienen acceso 4.500 visitantes por día, un dramático contraste con las 27.000 visitas diarias que recibía en junio de 2019.
En Italia, el Coliseo de Roma también comienza a recibir turistas. Solo algunas decenas recorren por estos días el monumento, saturado en circunstancias normales. Unas 300 personas reservaron sus entradas en línea, muy lejos de las 20.000 que se aglomeraban diariamente en el Anfiteatro Flavio.
Los funcionarios del Coliseo han establecido itinerarios seguros y reservas obligatorias. Aprovechando el escaso público, algunos obreros adelantan obras en las paredes milenarias del recinto.
La salvación de Europa
Tras el duro golpe de la pandemia a la economía, la comunidad europea busca alternativas para amortiguar la crisis durante las vacaciones de verano. En España e Italia, las playas abren bajo estrictos controles de distanciamiento.
Así mismo, ambos países han optado por reabrir sus fronteras a los turistas europeos. En Madrid y Barcelona, la fase dos del plan de desconfinamiento permitió que los comercios abrieran, pero solo en un 40 por ciento de su capacidad. Por su parte, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, reconoció que “la fase aguda de la emergencia sanitaria ha quedado atrás, pero ahora tenemos que lidiar con la emergencia económica”, asegurando que los italianos “nos merecemos la sonrisa y la alegría después de meses de sacrificio”.
El Gobierno italiano autorizó viajar por toda la península y abrió los aeropuertos de Roma, Milán y Nápoles para los vuelos internacionales, entre ellos a Madrid, Barcelona y Nueva York.
Atestados de turistas durante todo el año, los grandes monumentos de la antigüedad brindan por estos días una experiencia única a los pocos visitantes que logran llegar.
Gracias a la apertura, las góndolas pueden surcar los canales de Venecia, y el Vaticano recibe de nuevo visitantes. Sin embargo, el sector hotelero teme que los turistas no lleguen este año. Según el diario romano Corriere della Sera, solo 40 de los 1.200 hoteles de la ciudad han abierto, ya que los propietarios consideran demasiado caro abrirlos para que permanezcan vacíos.
Con el fin de activar el turismo en Italia, el jefe de la diplomacia, Luigi Di Maio, viajó a Alemania, Eslovenia y Grecia para convencerlos de que Italia es un país seguro para los turistas. “Italia está preparada para recibir extranjeros, con seguridad y con la máxima transparencia sobre las cifras”, dijo Di Maio.
Las personas que llegan a Italia desde otras partes de Europa no tendrán que aislarse, pero sí quienes hayan llegado recientemente desde otro continente. Las medidas de confinamiento tuvieron un efecto devastador en el turismo italiano, que representa casi el 13 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Grecia también le apuesta a revivir la economía con el turismo extranjero. Luego de su exitosa batalla contra el coronavirus, quiere reconquistar a los turistas a pesar de la coyuntura incierta. Bajo el lema “Hemos abierto y los esperamos”, este país comenzó la temporada el 15 de junio, dos meses más tarde de lo habitual pero antes que sus vecinos europeos.
Bajo la presión de los profesionales del turismo, el Gobierno griego busca asegurar la recuperación del principal sector de la economía del país, que genera cerca del 20 por ciento del PIB. En todo caso, la principal preocupación de las autoridades es que el virus se propague con la llegada de turistas. Solo prevén hacer pruebas aleatorias a los visitantes, a excepción de los procedentes de las regiones más afectadas por la pandemia, que deberán someterse a estrictas medidas de cuarentena. Pero los temores son evidentes en un país de casi 11 millones de habitantes que cada verano acoge a millones de turistas.
Aún no están preparados
Reino Unido, que sufrió tardíamente el impacto de la pandemia, se ceñirá a estrategias menos optimistas para salvar el turismo. El primer ministro, Boris Johnson, puso en vigor una polémica cuarentena para los visitantes extranjeros, según la cual cualquier persona que llegue al Reino Unido tiene que mantenerse aislado durante 14 días.
La medida, acompañada por controles aleatorios y duras multas, golpeó al sector turístico. El líder de la oposición laborista, Keir Starmer, la criticó duramente, al denunciar que “hace semanas otros países impusieron la cuarentena y nosotros no. Ahora, cuando todo el mundo la está levantando, la ponemos nosotros”.
El consejero científico del Gobierno, Patrick Vallance, admitió que la decisión de aplicar esta cuarentena es más política que científica. La controversia promete escalar. Las aerolíneas British Airways, EasyJet y Ryanair denunciaron el domingo, en un comunicado común, un dispositivo “desproporcionado e injusto”. Las tres firmaron una carta oficial dirigida el Ejecutivo el viernes, etapa preliminar a la eventual apertura de una acción judicial. Otros países, como Francia, anunciaron que harían lo propio con los viajeros procedentes del Reino Unido como estrategia de reciprocidad.
Al otro lado del charco, Nueva York comienza a reabrir, pero está lejos de retomar su lugar como la capital del mundo. El epicentro de la pandemia de coronavirus en Estados Unidos permaneció en confinamiento por tres meses. Hoy, unos 400.000 neoyorquinos regresaron a sus empleos, y las tiendas pueden hacer entregas en la calzada o dentro del comercio a clientes que hayan hecho compras en línea.
Algunos de los sitios emblemáticos de Nueva York abrieron esta semana; no obstante, la ausencia de extranjeros hace improbable que se reactive el turismo en los próximos días. La fase dos prevé la reapertura de restaurantes y peluquerías si los casos no aumentan. Bares y restaurantes podrán abrir en la fase tres, pero teatros y museos solo en la última fase, posiblemente a fines de julio, y con capacidad reducida. Además, cientos de tiendas permanecen con tablas en sus escaparates debido a los saqueos durante las recientes protestas contra el racismo y la brutalidad policial. Por eso la ciudad aún tiene por delante una crisis social que podría prolongar el hiato turístico.