Reino Unido
La novela y los escándalos que impulsaron la salida de Boris Johnson en el Reino Unido
La era de Boris Johnson como primer ministro del Reino Unido llegó a su fin en medio de varios escándalos. La figura del mandatario quedó totalmente desdibujada con el pasar de los meses.
Boris Johnson llegó al poder en 2018, en una elección sorprendente en el Reino Unido que les dio el poder a los conservadores, después del atropellado proceso del bréxit en manos de Teresa May. Nunca fue un político convencional, siendo alguien con un temperamento particular y un look desaliñado.
Pero más allá de las polémicas que tuvo por las leyes y las políticas que adelantó en su mandato, su periodo en Downing Street finalizó por escándalos personales, que terminaron debilitando la figura de Johnson, hasta dejarlo solo en un Gobierno que ya era inviable. Eso lo forzó a renunciar, una decisión que no tenía entre sus cálculos, pues quería seguir en el cargo.
El pico de la crisis comenzó hace poco más de una semana, cuando el diario The Sun reveló que Chris Pincher, subjefe del Partido Conservador y hombre de confianza de Boris Johnson, había manoseado a dos hombres en un club privado de Londres. El funcionario del Gobierno llevaba en el cargo desde febrero y después de arrancado el escándalo, renunció.
Pero lejos de terminar la novela ahí, poco después se supo que Pincher tenía otras seis acusaciones por conducta sexual inadecuada, lo cual terminó de ponerle leña sobre el fuego. La defensa de Johnson fue que él nunca supo que el conservador tenía dichas denuncias en su contra; sin embargo, hace un par de días se supo que el primer ministro sí sabía.
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Primero, un portavoz del Gobierno dijo que Johnson sí tenía conocimiento de al menos un caso, pero que, según ellos, nunca fue una queja formal; posteriormente, la BBC reveló que el primer ministro tenía total conocimiento de que Pincher tenía un proceso disciplinario por dichas actuaciones, por lo cual el rechazo hacia el mandatario fue inmediato e inició una tormenta política en su contra.
“Hubo una queja que me hicieron llegar a mí específicamente… Fue hace mucho tiempo y me la presentaron de forma oral. Pero eso no es excusa, yo debí haber actuado a partir de ella”, dijo posteriormente Boris Johnson en una entrevista en la BBC, ofreciendo disculpas por haber nombrado a Pincher y a las personas afectadas por los hechos.
Al final, el debate se centró en una sola cosa: en la sinceridad de Boris Johnson. Había quedado en evidencia que había mentido flagrantemente al decir que no había quejas formales contra Pincher, y que sabía de dichas acusaciones cuando lo nombró en el cargo en febrero de este año. Por esto, la confianza en el mandatario había quedado totalmente destruida.
Lo que llegó después fue la consecuencia inmediata de la pérdida de credibilidad, y fue una oleada de renuncias de sus funcionarios de Gobierno. Dimitieron más de 60 servidores públicos, no solo porque habían dejado de creer en Johnson, sino porque durante varios días tuvieron que comunicar información falsa sobre qué tanto sabía el primer ministro sobre el caso.
Entre las renuncias estuvo la de ministros claves como Rishi Sunak y Sajid Javid, cabezas de los ministerios del Tesoro y Salud, respectivamente. Este último dijo que había perdido la confianza en el primer ministro. “No podemos seguir así”, dijo Sunak, quien es uno de los favoritos para suceder a Johnson.
A pesar de haberse quedado prácticamente solo en Downing Street, Boris Johnson parecía reacio a dejar el cargo. El pasado miércoles fue interrogado por un comité de la Cámara de los Comunes, de inmediato descartó su renuncia y la posibilidad de hacer elecciones anticipadas, pero esta crisis tiene un antecedente que fue la que puso el primer clavo en la tumba del mandato de Johnson.
El famoso escándalo del partygate fue lo primero que empezó a poner a Johnson en contra del pueblo británico y de su propio partido. Todo comenzó cuando en febrero se conoció que el primer ministro había autorizado y participado en una serie de reuniones ilegales en Downing Street durante las épocas del confinamiento por covid-19.
Hubo fotos, documentos y testimonios que probaron que Johnson y sus funcionarios estuvieron varias veces de fiesta, mientras todo el país estaba encerrado por cuenta de la pandemia que cobraba cientos de vidas a diario en el Reino Unido. Sin embargo, nunca fue suficiente para sacar al primer ministro de su cargo.
Inclusive, hubo un intento de destitución por parte de la Cámara de los Comunes, pero se salvó por un corto margen. La retórica de ese escándalo fue la misma, negar todo hasta que ya fuera imposible de negar y luego ofrecer disculpas con un pueblo y un gabinete indignado, pero una segunda vez era imposible usar la misma estrategia. De hecho, algunos analistas dicen que el primer ministro iba a ser sacado del cargo, pero la guerra en Ucrania le dio una segunda oportunidad.
Ahora, totalmente acorralado y solitario, Boris Johnson se vio forzado a renunciar, eso sí, no será de inmediato, ya que solo dejará el cargo una vez su reemplazo esté listo para sucederlo en Downing Street, se espera que dicho nombramiento llegué en un máximo de un par de meses.
Boris Johnson y su esposa, Carrie, se casaron en 2021 en una ceremonia secreta con 30 invitados debido a las medidas sanitarias por covid, pero para este 30 de julio tenían preparada una fiesta en Chequers, la ostentosa residencia de campo de los primeros ministros del Reino Unido, ubicada en el noroeste de Londres, para la cual hasta las invitaciones ya están enviadas.
Aun así, si las intenciones de Johnson son esas, la oposición política del primer ministro parece decidida a evitar la reunión. “Y los conservadores decentes (...) no aceptarán una situación en la que busca mantenerse como primer ministro para su beneficio personal, y no por el interés nacional”, dijo a la BBC el alcalde de Londres, Sadiq Khan.
Al momento de la publicación de este artículo, Boris Johnson no ha aceptado dejar el cargo de manera inmediata, lo cual ha suscitado varias voces en contra no solo de sus opositores, sino de su mismo partido, cuyos miembros piden una renovación rápida para poder afrontar los desafíos que tiene la nación, además de no seguir desprestigiando la imagen del Partido Conservador británico, que perdió apoyo a medida que los escándalos iban haciéndose más grandes.
Boris Johnson tuvo un periodo irregular, marcado por muchas salidas en falso, y asimismo termina siendo su final en Downing Street. Agotó el teflón que tenía tras una multitudinaria elección en 2019, cuando ganó con más del 40 por ciento de los votos. Además, los siguientes comicios serán hasta 2025, por lo que el sucesor del primer ministro tendrá aún una larga tarea, al tiempo que deberá renovar un Gobierno que nunca escatimó en escándalos.