URUGUAY
Con un abrazo y un emotivo discurso, Pepe Mujica y su histórico rival político se despidieron del Senado
Ambos, desde trincheras opuestas, dedicaron su vida a los asuntos públicos y la cuestión social. Ya a sus ochenta años decidieron dejar las labores parlamentarias, pero antes sellaron su carrera con un gesto de reconciliación que será recordado.
Dos veteranos octogenarios de la política uruguaya, unos de sus principales protagonistas desde mitades del siglo XX, decidieron renunciar a sus sillas en el Congreso esta semana. Son el expresidente José Mujica, más conocido como Pepe, y Julio María Sanguinetti, también expresidente y su rival por muchos años.
Ambos lo anunciaron en una sesión extraordinaria del Senado solo un año después de haber tomado posesión de sus escaños. Mujica afirmó que la pandemia precipitó su renuncia, pues tiene 85 años y, además, sufre una enfermedad autoinmune. Antes de entrar al recinto dijo a los periodistas que le preguntaron por su salida: “Me encanta la política, pero más me encanta no morirme”.
Mujica ha dicho que la labor de senador implica moverse y estar con la gente, y que la actual crisis sanitaria hace muy peligrosas esas actividades para él. “Esta situación me obliga, con mucho pesar por mi honda vocación política, a solicitar que gestione mi renuncia a la banca que me otorgó la ciudadanía”, escribió en una carta que leyó en la sesión del pasado martes.
Por su parte, Sanguinetti afirmó que había meditado su renuncia a las labores parlamentarias incluso antes de las elecciones nacionales de 2019 que le dieron el escaño. “Me motiva principalmente la necesidad de atender la secretaría general del Partido Colorado, mis actividades periodísticas y corresponsalías editoriales”, escribió en una carta que también presentó el día de su renuncia formal.
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Mujica dio unas últimas palabras en el recinto dignas de las intervenciones grandilocuentes a las que tiene acostumbrado a su país y al mundo entero. “Hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse en la vida”, dijo.
“En política no hay sucesión, hay causas. Todos pasamos, algunas causas sobreviven y se tienen que transformar y lo único permanente es el cambio. La biología impone cambios, pero también tiene que haber una actitud de dar oportunidad a nuevas generaciones”.
El expresidente señaló en varias ocasiones que los tiempos de hoy son diferentes a aquellos en los que inició a involucrarse en la política y la cuestión social, por lo que son importantes las nuevas figuras y la renovación. Mujica ejerció como presidente de Uruguay entre 2010 y 2015. Años después se negó a presentarse de nuevo a la Presidencia porque, según el mandatario, generaría polarización y este es “el peor veneno del país”.
También destacó la importancia del diálogo y la reconciliación en la política, y compartió algunos de los aprendizajes que le ha dejado su larga carrera en la arena pública. “En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio. Aprendí una dura lección que me puso la vida. El odio termina ‘estupidizando’ porque nos hace perder objetividad. El odio es ciego como el amor. Pero el amor es creador y el odio nos destruye”, afirmó.
Mujica recordó sus años en la cárcel cuando militaba en el Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, un grupo guerrillero de izquierda fundado en los sesenta y que actuó hasta 1985 cuando decidió volcarse a la actividad política en el marco legal.
“He pasado de todo en la vida. Estar seis meses con las manos atadas a la espalda con alambre. Irme del cuerpo por no poder aguantar (…). Estar dos años sin que me llevaran a bañar. Bañarme con una taza y un pañuelo. He pasado de todo, pero no le tengo odio a nadie”.
En medio de aplausos y elogios, el que ha sido llamado ‘el presidente más pobre del mundo’ por su sencillez y austeridad sentenció: “Triunfar en la vida no es ganar, es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”.
Sanguinetti, presidente en dos periodos, de 1985 a 1990 y luego de 1995 a 2000, tampoco dejó su curul sin antes dar un discurso. Señaló que siente una profunda responsabilidad con su partido y que estas agrupaciones son las que encausan y articulan la arena política.
“Vivimos tiempos complejos. El ciudadano se siente representado por sí mismo. El concepto de representación política hoy está en crisis. El ciudadano hace un Facebook y con eso cree que es partícipe de un diálogo universal. Más que nunca debemos aferrarnos a las ideas. Si los sentimientos y pasiones articulan la lealtad a lo largo del tiempo, son las ideas que siguen moviendo”, añadió.
El político de 84 años también destacó la importancia de retirarse en la política. “En la democracia es más importante salir que entrar, bajar que subir, porque la democracia se basa, como dice mi amigo Felipe González, en una ética de la derrota, en asumir en lo interior la verdad del voto popular”.
Por último, resaltó la importancia de la reconciliación y el diálogo entre los bandos opuestos, y ello lo ejemplificó en su relación con Mujica. Ambos actuaron en la política desde trincheras diferentes por años. Pepe Mujica desde el Frente Amplio, en la izquierda, y Sanguinetti en el Partido Colorado, liberal de centro. También, sus trayectorias fueron radicalmente diferentes inicialmente. Mientras Mujica militaba en Tupamaros, Sanguinetti se movía en cargos políticos. Sus vidas se unieron en 1985, cuando después de la dictadura, el político colorado tomó las riendas del país y otorgó una amnistía a guerrilleros presos, entre ellos Mujica.
“Habiendo estado tan enfrentados como pudimos estar en un momento con Mujica hoy podemos decir como Octavio Paz que 'la inteligencia al fin encarga, se reconcilian las dos mitades enemigas y la conciencia espejo se licúa y vuelve a ser fuente manantial de fábulas: hombre, árbol de imágenes, palabras que son flores, que son frutos, que son actos”, dijo Sanguinetti.
La renuncia conjunta, que acodaron ambos, ha sido calificada por políticos y personalidades uruguayas y del mundo como un acto cívico y un gesto democrático. Esto especialmente en tiempos en los que la polarización domina el mundo y muchos de los escenarios nacionales.
Finalmente, Mujica y Sanguinetti decidieron sellar el momento con un abrazo que será recordado por mucho tiempo en la historia uruguaya y latinoamericana.