Concluye el paro del campo en Argentina
Con una serie de actos en todo el país y amenazas de intensificar la protesta, terminó este viernes en Argentina un nuevo paro de los trabajadores del campo contra el gobierno de Cristina Fernández.
Los ruralistas dejaron de comercializar granos y ganado por ocho días y se manifestaron a la vera de las rutas en contra de la política agraria de la mandataria, en particular por las llamadas retenciones a la exportación, que gravan la venta al exterior de granos.
Se trató de la séptima huelga que llevan a cabo los productores agropecuarios, desde que comenzaron su protesta en marzo de 2008 en contra del proyecto de aumentar los aranceles a la exportación.
Tras la última jornada de protesta, los principales referentes del campo, agrupados en la llamada Mesa de Enlace, consideraron un éxito la medida de fuerza.
"El campo va a continuar de pie", prometió el presidente de la Federación Agraria Argentina (FAA), Eduardo Buzzi, durante el acto central de cierre del paro en la localidad de Villa María, provincia de Córdoba.
El dirigente agrario advirtió al gobierno que seguirán las movilizaciones.
¿Protesta efectiva?
Sin embargo, algunos analistas cuestionan la efectividad del método de protesta que utilizan los trabajadores del campo.
El sociólogo Heriberto Muraro le dijo a BBC Mundo que, por lo visto hasta ahora, la seguidilla de paros no parece haber logrado avances en las demandas de los ruralistas.
"El riesgo es que con la reiteración se va desgastando el reclamo en los ojos de la opinión pública", dijo el experto.
El politólogo Atilio Borón coincidió con esa postura y señaló que la protesta del campo podría perder legitimidad, tal como -en su opinión- ocurrió con el prolongado bloqueo que llevan a cabo ambientalistas en la provincia de Entre Ríos, en contra de la instalación de la papelera Botnia en Uruguay.
Como un sindicato
Sin embargo, para Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas (CIPOL), las protestas del campo son una importante muestra de poder del sector agropecuario.
"Mantienen el asedio: el gobierno no logra quebrarlos en la medida en que ellos puedan mostrar que siguen en condiciones de movilizar y hacer cumplir el paro", le dijo a BBC Mundo.
Para este sociólogo e historiador, las movilizaciones del campo son un mensaje de reafirmación no sólo apuntado al actual gobierno, sino también al próximo.
"Ellos saben que el gobierno llegará a su fin en algún momento y quieren mostrar que son una voz a tener en cuenta en el futuro", dijo el experto.
Tanto Novaro como Muraro creen que el campo funciona como un sindicato, que –al no ver cumplidas sus demandas- no tiene otra alternativa que seguir convocando a la huelga.
Los analistas observan que las medidas de fuerza también han ayudado a la dirigencia del campo a contener el enojo de las bases, y han servido para mantener unido a un sector históricamente dividido entre los productores más pequeños y los grandes propietarios.
Un largo conflicto
La más reciente protesta del campo surgió en respuesta al veto de la presidenta Fernández a una parte de la Ley de Emergencia Agropecuaria, que preveía la eliminación de las retenciones en algunos de los distritos de Buenos Aires más golpeados por la fuerte sequía que ha azotado a la región.
Las primeras movilizaciones, a comienzos de 2008, fueron las más combativas, e incluyeron cortes de ruta que generaron desabastecimiento en algunas de las principales ciudades del país.
Las medidas que le siguieron utilizaron métodos de protesta menos hostiles, aunque el tono duro del conflicto se mantuvo.
A pesar de que en julio de 2008 el Congreso rechazó la iniciativa oficialista de aumentar las retenciones, los ruralistas han continuado con su lucha, y exigen que se reduzcan los gravámenes –que en el caso de la soja alcanzan el 35%- y se ponga fin a las injerencias del gobierno en el mercado agropecuario.