VACUNACIÓN
Confían la vacunación en Filadelfia a un universitario de 22 años, que terminó inmunizando a sus amigos
Un universitario con una ‘start-up’ convenció a las autoridades de Filadelfia de que podría vacunar a 10.000 personas al día. El experimento resultó un desastre y varios ancianos no recibieron sus vacunas.
Un escándalo explotó en Filadelfia (Estados Unidos) cuando se conoció que las autoridades recurrieron a un emprendimiento llamado Philly Fighting COVID para establecer uno de los sitios más grandes de vacunación.
Esto pese a que la start-up Philly Fighting COVID fue creada por un grupo de universitarios sin ningún conocimiento en medicina ni en atención médica.
La cabeza de esta compañía es un joven universitario de 22 años llamado Andrei Doroshin, quien antes de meterse en este lío fue destacado en varios programas de televisión y medios de comunicación por haber utilizado impresoras 3D y regalarlas al personal hospitalario en primera línea al inicio de la pandemia.
Sin embargo, las dudas empezaron a surgir cuando la revista Philadelfia reveló que el grupo de directivos de la empresa no contaban con títulos médicos, ni con conocimientos en salud pública.
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De hecho, revelaron que en la hoja de vida de Dorishin aparecía experiencia como productor de videos de algunos deportes extremos, profesor de cine en una escuela y como fundador de una organización sin fines de lucro.
Por supuesto que el resultado no pudo ser otro. Cientos de personas mayores se sorprendieron cuando luego de diligenciar un formulario en línea y solicitar la cita, al llegar al sitio no se respetó la priorización y muchos se quedaron sin su vacuna. Incluso medios locales cuentan que muchos adultos mayores rompieron en llanto.
The Washington Post citó las declaraciones de la enfermera Katrina Lipinsky, quien trabajó como voluntaria con el equipo de Dorishin. La profesional aseguró que nunca le pidieron sus credenciales antes de empezar a colaborar y que se dio cuenta que dejaron de suministrar vacunas a personas mayores que fueron rechazadas al llegar. Denunció que unas 15 de estas dosis sobrantes fueron metidas en una maleta por Doroshin y este presuntamente se las llevó.
Otro de los voluntarios le dijo al medio de comunicación público Whyy que jóvenes entre los 18 y 19 años se vacunaron entre sí sin la supervisión de profesionales e incluso colgaron fotos en redes sociales.
En una declaración a NBC, Doroshin admitió que se apoderó de 4 vacunas, pero aseguró que sobraron luego de una jornada de vacunación y que estas estaban a punto de expirar, por lo que vacunó él mismo a tres amigos y a su novia.
Pero este no es el único delito que habría cometido Doroshin y los directivos de Philly Fighting COVID, pues medios de Filadelfia aseguraron que recopilaron datos de miles de personas sin contar con políticas de protección y que luego publicaron una norma de privacidad en su sitio web en la que se permitía vender la información personal de los usuarios a terceros. Además de esto, la empresa, que al iniciar el proceso era sin ánimo de lucro, cambió hace pocos días su razón social.
También surgieron denuncias de racismo, pues solo el 12 % de las vacunas suministradas se destinaron a afrodescendientes, a pesar de que estos componen el 44% de la población de Filadelfia.
En una declaración la compañía Philly Fighting COVID ofreció disculpas por los errores, y Doroshin, quien es el director ejecutivo, le dijo a la revista Philadelfia que las afirmaciones de las dosis sustraídas eran infundadas.
Tras enterarse de estas irregularidades, la ciudad cortó el acuerdo con la compañía de Doroshin y las autoridades ya abrieron las investigaciones correspondientes. Estas buscan determinar por qué le confiaron esta crucial tarea a un grupo de universitarios sin experiencia en vacunación, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de asociaciones médicas de gran recorrido en la zona.