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COP16 | Paula Caballero, creadora de los ODS, habla fuerte y sin tapujos: “El 2030 es ahora, debemos actuar urgente”
Paula Caballero, creadora de los ODS, aborda las principales preocupaciones sobre el cambio climático y la urgencia de replantear los modelos de producción en territorios clave.
En la Conferencia de las Partes sobre Biodiversidad (COP16), Paula Caballero, directora regional para América Latina en The Nature Conservancy (TNC), colombiana y creadora del concepto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, ofreció una charla enfocada en los desafíos que enfrenta la región para la sostenibilidad.
SEMANA: En su intervención habló sobre la urgencia de una transformación sistémica en los mercados. ¿En qué consiste este concepto?
PAULA CABALLERO: Enfrentamos múltiples crisis entrelazadas, como son la ambiental, la social y la económica. Por ello, se requieren respuestas sistémicas para impulsar transformaciones en sectores críticos, como el agropecuario y el energético. Los mercados juegan un papel decisivo para incidir tanto en las modalidades de producción como de consumo. Los mercados pueden dar señales claves a los sectores para reconocer y recompensar prácticas sostenibles y equitativas, contribuyendo de manera contundente a cambiar normas y modelos económicos.
SEMANA: Mencionó dos regiones estratégicas, en su conferencia: Pará, en Brasil, y la Orinoquía, en Colombia. ¿Por qué seleccionó estos ejemplos?
P.C.: TNC trabaja a nivel de ecosistemas estratégicos en América Latina. Pará y la Orinoquía son de gran importancia para la región y evidencian la necesidad de un cambio en la interacción entre desarrollo económico y conservación de ecosistemas. Pará, en Brasil, abarca el 20 por ciento de la cuenca de Amazonas, e históricamente ha sido un foco de deforestación, y el principal motor de este fenómeno ha sido el sector ganadero. En los últimos años, ha habido notables logros en revertir estos patrones, pero la ganadería sigue siendo un motor de deforestación en la región.
La apuesta para eliminar la deforestación de la cadena ganadera tiene como punto de entrada mejorar tanto la productividad como la competitividad de la cadena de valor. Las aproximaciones efectivas y duraderas incorporan y conjugan los intereses de los actores en terreno. La Orinoquía, con sus sabanas y humedales, alberga una biodiversidad asombrosa y es fundamental para Colombia y el mundo.
Sin embargo, esta región enfrenta una grave amenaza: la conversión de sus tierras para la agricultura y la energía. Es crucial promover un modelo de desarrollo sostenible que equilibre el crecimiento económico con la protección de estos ecosistemas vitales. Los humedales, en particular, son los ecosistemas más amenazados del planeta y están desapareciendo a un ritmo alarmante. Por ello, debemos actuar con urgencia para evitar su degradación y pérdida.
SEMANA: ¿Cuál es la propuesta de TNC para lograr ese equilibrio en la cadena ganadera de Pará?
P.C.: En Pará, TNC trabaja hace más de una década de la mano del gobierno regional, sector ganadero, pueblos originarios y comunidades locales para implementar acciones con una visión holística. Uno de los ejes claves de este programa es la trazabilidad y, gracias a este trabajo, se identificó este eje como un mecanismo crítico y se demostró que es viable. En este contexto, el gobierno regional exige que, para 2026, las 24 millones de cabezas de ganado en el estado de Pará cuenten con trazabilidad individual.
Esta medida no solo eliminará la deforestación de la cadena de valor, sino que también permitirá a los productores acceder al mercado europeo, donde se implementará una regulación que prohíbe la importación de productos básicos vinculados a la deforestación. Aunque alcanzar este objetivo es un desafío, el programa ha demostrado ser viable y representa un verdadero cambio de paradigma con beneficios ambientales.
SEMANA: Además de la trazabilidad, mencionó que en la Orinoquía debemos preguntarnos si el uso actual del territorio es sostenible a largo plazo. ¿A qué se refiere?
P.C.: La Orinoquía tiene una riqueza natural deslumbrante y se perfila como un territorio de gran potencial agropecuario y energético. Pero la realidad es que es una riqueza natural muy frágil. Desde hace años hemos visto las secuelas de los impactos climáticos con sequías prolongadas que afectan la producción, incrementan los costos y reducen la competitividad. Es imperativo cambiar el paradigma de interacción con el territorio, empezando por una planificación integral temprana que conjugue las dimensiones económicas, sociales y ambientales con perspectiva de largo plazo.
El desarrollo sostenible se puede entender, sencillamente, como aquel que mantiene oportunidades y opciones abiertas o viables a futuro. La sobreexplotación del recurso hídrico en esta compleja región, excediendo la capacidad de carga y de regeneración hídrica, resultará inevitablemente en la escasez de este recurso para las poblaciones y afectará el desarrollo de las mismas. Además, cabe recordar que es la segunda cuenca más biodiversa del planeta y un puente ecológico vital entre los Andes y la Amazonía.
SEMANA: ¿Cuáles serían los pasos para proteger el futuro de la Orinoquía?
P.C.: Ante todo, se necesita una aproximación holística al territorio que articule las políticas públicas para impulsar un ordenamiento a corto y largo plazo para un manejo del suelo y del recurso hídrico, que proteja por igual los capitales económico, social y ambiental.
La gobernanza debe ser inclusiva, buscando articular una visión compartida que recoja los intereses de todos los actores, incluyendo de manera especial las poblaciones originarias, locales y campesinas. De igual importancia es transformar el sector agropecuario, impulsando prácticas que garanticen competitividad y productividad a largo plazo, lo que solo se logra a través de modelos regenerativos. Para hacer esto una realidad se deben movilizar recursos financieros, tanto públicos como privados.
SEMANA: Ha dicho que estamos en un “lustro decisivo” para alcanzar las metas de sostenibilidad. ¿Qué implica esto?
P.C.: El ser humano está dándose cuenta de los impactos inmediatos y a mayor plazo del cambio climático, de la extinción masiva de biodiversidad, que ya es una realidad con profundas huellas en la crisis de equidad que también es planetaria. Para hacer frente a estas crisis que se refuerzan mutuamente, se necesita transformar sistemas completos a través de cambios profundos en marcos de política, financiamiento, mercados, comportamiento, consumo. Esto requiere tiempo. No tenemos “hasta” 2030 o 2050. El 2030 es ahora. Ya. La urgencia es real. Hoy tenemos que garantizar que hemos gestado los derroteros de transformación necesarios para revertir la crisis planetaria.
Los ODS –que fueron hechos en Colombia– nos invitan a cuestionar los supuestos que subyacen en nuestras maneras de pensar, consumir, producir; a repensar cómo cambiamos de raíz los sistemas actuales. Los ODS nos llaman a entender el desarrollo y la ‘prosperidad’ de una manera completamente diferente. Durante la COP16 pude constatar la creciente convicción con la que las empresas y los sectores asumen su responsabilidad frente a la pérdida de biodiversidad, entendiendo que, además, esto es esencial para manejar sus propios perfiles de riesgo y sus proyecciones de crecimiento.
El sector privado ha jugado un papel decisivo en la construcción del mundo actual. Ahora contamos con el sector privado y financiero para generar las transformaciones necesarias de manera audaz. Como dijo Nelson Mandela: “Es imposible hasta que ocurre”. Juntos, hagamos una nueva realidad posible.