Desde que se inició la epidemia en febrero, la iglesia italiana ha pagado un alto precio con más de un centenar de sacerdotes y monjas que han perdido la vida por asistir a enfermos en los hospitales y casas de reposo para ancianos. | Foto: Conferencia Episcopal de Italia

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La batalla por la misa en Italia puede debilitar al Gobierno en plena emergencia

La decisión del Gobierno de autorizar la apertura en mayo de fábricas, tiendas y museos y mantener la prohibición de celebrar misas por los riesgos "inevitables" que implican las manifestaciones masivas, suscitó la cólera de la Iglesia católica.

AFP
28 de abril de 2020

La batalla de los obispos italianos por celebrar misa tras casi dos meses de confinamiento, alimentó las críticas contra el primer ministro Giuseppe Conte tras el anuncio de las nuevas medidas para impedir que la curva epidemiológica del covid-19 vuelva a subir.

La decisión del Gobierno de autorizar la apertura en mayo de fábricas, tiendas y museos y mantener la prohibición de celebrar misas por los riesgos "inevitables" que implican las manifestaciones masivas, suscitó la cólera de la iglesia católica.

"Los obispos italianos no pueden aceptar ver comprometido el ejercicio de la libertad de culto", protestó la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) en un comunicado de prensa que resultaba ante todo un grito de guerra.

Conte, católico practicante y con relaciones privilegiadas con el Vaticano, ha contado durante toda la crisis con el apoyo abierto del papa Francisco, quien inclusive lo recibió en su biblioteca para una audiencia privada y ha acatado todas sus disposiciones, celebrando en solitario una insólita Semana Santa en la basílica de San Pedro, sin fieles ni procesiones.

La CEI por su parte presiona para que el gobierno apruebe un "paquete de propuestas" con el objetivo de permitir la reanudación de la vida eclesial después del 3 de mayo y que incluye la celebración de misas respetando las medidas previstas, como la distancia de seguridad entre los fieles, uso de mascarillas y ningún contacto entre las personas.

Ante la fuerte reacción por parte de la iglesia, Conte, fiel a su estilo moderado, hizo saber inmediatamente que el Ejecutivo estudiará los protocolos de seguridad propuestos por los obispos para volver a celebrar misas, pese al parecer del grupo de expertos y científicos que lo asesoran y que han equiparado la misa a un partido de fútbol por el nivel de propagación del virus.

Francisco invita a la prudencia

De cara al enfrentamiento, que alimenta duras crítica a Conte, sobre todo por parte de la ultraderechista y xenófoba Liga, que suele poner inclusive en cuestión la autoridad del papa argentino, Francisco lanzó este martes una señal de apaciguamiento desde su tradicional misa matutina.   

"En este tiempo, cuando empezamos a tener disposiciones para salir de la cuarentena, le pedimos al Señor que le dé a su pueblo, a todos nosotros, la gracia de la prudencia y la obediencia a las disposiciones, para que la pandemia no vuelva", pidió el pontífice.

Desde que se inició la epidemia en febrero, la Iglesia italiana ha pagado un alto precio con más de un centenar de sacerdotes y monjas que han perdido la vida por asistir a enfermos en los hospitales y casas de reposo para ancianos.

La intervención del papa para evitar rupturas y bajar el tono ocurre en un momento particular dado que el catolicismo en Italia, que dejó de ser religión estatal en 1984, está perdiendo adeptos pero sigue siendo "importante", según explicó a la AFP Franco Garelli, sociólogo de religiones de la Universidad de Turín.

"De todos modos la Iglesia italiana tiene hoy en día menos influencia a nivel político", subrayó.  

Según Garelli el 22% de los creyentes en Italia van a misa todos los domingos, más que en Alemania o Francia, señala.

"La Iglesia, por lo tanto, sigue siendo un punto de referencia y sus posiciones no pueden ser ignoradas", advirtió el sociólogo.

Conte, que admitió que ha tenido que ser "rígido" por el temor de que el brote se propague de nuevo, cometió "un error político" para algunos observadores, lo que sus rivales quieren aprovechar debido a la alta popularidad alcanzada por la gestión de la emergencia.

"El descontento por la prohibición de las misas ha aumentado en las últimas semanas entre los creyentes más conservadores, pero también entre los intelectuales católicos", explicó a la AFP el vaticanista Iacopo Scaramuzzi.

"Los obispos han tenido que romper el silencio para no dejar el campo abierto a los líderes políticos ultraderechistas que instrumentalizan la imagen de las iglesias vacías, como Matteo Salvini y Giorgia Meloni en Italia. Por eso han reaccionado tan duramente", asegura Scaramuzzi, autor de un libro sobre populismo y cristianismo (¿Dios? ¿Básicamente correcto?).

Una batalla que para muchos curas no es el momento de dar. "¡Este no es el momento de mostrar los dientes, sino de colaborar!", instó el obispo de Piamonte (norte) Derio Olivero en el diario La Repubblica, quien estuvo a punto de morir por coronavirus.

Catherine Marciano / AFP