PANDEMIA
Coronavirus: ¿Qué pasa en Ecuador?
La pandemia se ensañó con Guayaquil, en donde al día recogen cientos de cadáveres de personas que mueren sin atención médica. La situación socioeconómica, la insuficiencia de pruebas y la falta de coordinación de los gobernantes desencadenó una pesadilla.
En medio de los dramas que viven tantos países, pocos han puesto el foco de atención en Ecuador, después de Brasil, el segundo con más contagios en la región.
El coronavirus llegó puntualmente por la ciudad de Guayaquil, la segunda de la nación, que vive un calvario por cuenta de la covid-19. Los índices de pobreza, desigualdad, desempleo y deserción escolar son bastante altos, y mezclados con la pandemia provocaron una bomba atómica. En otras metrópolis como Quito, la capital, donde la realidad social es distinta, el panorama es mucho menos desolador.
El 14 de febrero, una mujer ecuatoriana radicada en España regresó a su casa, en Guayaquil, y se convirtió en el paciente cero. Portaba el virus y sentía los síntomas, pero aun así celebró una fiesta de bienvenida con unos 30 familiares. Aproximadamente, 12 de los invitados se contagiaron, y ella murió a las pocas semanas.
A partir de ese momento el virus se propagó sin freno, y el Gobierno tardó bastante en tomar medidas. Solo el 12 de marzo, casi un mes después de reportado el primer caso, decretaron cuarentena obligatoria en el país y cerraron los comercios no esenciales. María Paula Romo, ministra de Gobierno, advirtió que habría cárcel para quien incumpliera el aislamiento. Pero para la ciudad portuaria era demasiado tarde.
Los hospitales y el sistema sanitario colapsaron en cuestión de días. Los ciudadanos reportan los síntomas al 171, el número destinado para atender casos de coronavirus; sin embargo, no les dan atención médica en ningún momento, ni siquiera para hacer la prueba y descartar la enfermedad. Como no reciben atención médica y las morgues también están repletas, las personas se mueren en las puertas de los hospitales, en las calles y en sus casas. Las autoridades piden a los habitantes de Guayaquil permanecer aislados en sus viviendas si presentan síntomas y solo ir al hospital en caso de complicaciones, como dificultad para respirar, o cuando, en otras palabras, la enfermedad se vuelve insoportable.
“Tenía los síntomas y entonces llamé 33 veces al 171 y cuando finalmente me contestaron me dijeron que iban a mandar un doctor a mi casa. Nunca llegó y ya ha pasado una semana y media. Yo vivo sola y si me hubiera muerto, ¿quién descubre el cadáver? ¿Mis vecinos por el olor?”, le dijo a SEMANA Elisa Plaza, una ciudadana de Guayaquil.
Las autoridades tardan entre dos, cuatro o incluso más días en recoger los cadáveres. En este tiempo empiezan a descomponerse, por lo que muchas personas que no tienen carro para transportarlos se ven obligados a sacarlos a las calles.
Por el colapso en los hospitales y la poca atención médica, miles de personas mueren en las salas de urgencias o en sus casas, y los familiares se ven obligados a sacar los cadáveres a la calle, pues pueden tardar más de cuatro días en recogerlos.
Los ataúdes, además, rondan los 1.500 dólares, así que muchos cuerpos terminan en bolsas. La Municipalidad de Guayaquil donó ataúdes de cartón, que por obvias razones no cumplían los estándares sanitarios y tuvieron que devolverlos. Ante esta situación, las madereras unificaron los precios de los cajones entre 130 y 150 dólares. Esto, sumado al dolor de sacar los cuerpos de sus familiares a la calle o incinerarlos, implica un daño psicológico a los deudos que podría ser irreparable.
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Solo quienes pueden acceder a una prueba de un laboratorio privado, que las hace por 140 o 300 dólares, logran saber si tienen o no la covid-19. Sin embargo, la mayoría de la población no cuenta con los ingresos para pagarlo, mucho menos en estos momentos que toda actividad económica está paralizada.
El ECU 91, una de las líneas de emergencia de la nación, reportó que entre el 17 de marzo y el 4 de abril han recibido 7.330 solicitudes de levantamiento de cadáveres. Un 89 por ciento corresponde a la provincia de Guayas, que al cierre de esta edición registraba 5.551 casos de los 7.858 en total, y 185 de los 388 decesos en el país.
“Mientras no hagan pruebas no podremos saber en realidad cuántas de las personas que mueren por estos días tenían el coronavirus”.
Los choques de poder han agravado la crisis. El presidente Lenín Moreno comparece pocas veces ante la opinión pública, que ni siquiera sabe dónde está. Ha justificado su ausencia por ser un “hombre de la tercera edad con discapacidad física”, y esto lo pone en una situación de riesgo en caso de contraer el virus.
Por esta razón, el vicepresidente Otto Sonnenholzner tomó el mando durante la crisis. Ha visitado diversos lugares de la nación, especialmente en Guayaquil, incluidos sitios de alto riesgo de contagio como los hospitales. Una acción que muchos han calificado como una manera de hacer campaña política, pues su nombre suena bastante para las próximas elecciones. De hecho, Sonnenholzner ha reconocido la tardanza del Gobierno frente a la pandemia: “Hemos visto imágenes que nunca debieron haber sucedido, y como servidor público les pido excusas por ello”.
El vicepresidente, no obstante, ha mostrado poca coordinación y empatía con la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, quien ya tuvo el coronavirus junto con su marido y su hijo. Ya recuperada volvió al ruedo y cuestionó varias veces la demora del Gobierno en actuar. Recientemente, afirmó que no han recibido apoyo para trasladar y cremar los cuerpos. Sonnenholzner, por su parte, respondió: “Le voy a recomendar que haga más y hable menos. Ella recién se reincorpora a la crisis; yo llevo 30 días en la lucha”. La falta de trabajo en equipo y comunicación entre los líderes en tiempos de pandemia solo incrementa los problemas.
Con el fin de coordinar el levantamiento de los cadáveres, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) creó la Fuerza de Tarea Conjunta, al mando de Jorge Wated, presidente del directorio de BanEcuador. El jueves, Wated afirmó que en lo que lleva del mes han registrado 6.703 fallecidos en esta ciudad. La cifra, que incluye todas las causas de muerte, representa unos 4.700 decesos de más que el promedio mensual de Guayas, de 2.000 personas.
Muchos, por supuesto, atribuyen este aumento de más de la mitad a la covid-19. En el país hay un serio problema de pruebas, que son insuficientes. “Sin pruebas no puedes tener un análisis fidedigno. Las cifras oficiales no es que sean falsas, sino que es lo único que puedes registrar con lo que hay. Muchos registros de muertes son por ‘neumonías’ u otras enfermedades respiratorias, mas no por covid-19; y mientras no hagan pruebas no podremos saber en realidad cuántas de las personas que mueren por estos días lo hacen a causa del coronavirus”, le explicó a SEMANA Maximiliano Delgado, exdirector de Seguridad de la provincia del Guayas.
La economía también agrava la situación. Ecuador heredó una inmensa deuda de la era de Rafael Correa, y la mayoría cuestiona el manejo actual de las finanzas. Hace un par de semanas, el Gobierno pagó 324 millones de dólares en deuda externa, a pesar de que algunos pidieron no hacerlo para invertirlo en la emergencia sanitaria. La situación socioeconómica de Guayaquil ha complicado aún más la crisis. Muchos incumplen la cuarentena, pues “prefieren morirse de covid-19 que de hambre”, y hay familias que les dan de comer a sus hijos lo que encuentran en la basura porque las ayudas del Gobierno no dan abasto.
La situación es crítica, y es indispensable que los gobernantes coordinen su labor y trabajen en equipo para hacerle frente a esta pandemia que se ensañó con la ciudad de Guayaquil. Así mismo, es necesario solucionar cuanto antes la insuficiencia de pruebas para poder medir el impacto real del virus, tomar las medidas necesarias y evitar así llegar a un punto en el que sea imposible contener la crisis.