NICARAGUA
Daniel Ortega: el nuevo Somoza
En un acto realizado en la plaza de la Revolución en Managua, Ortega se posesionó por tercera vez consecutiva como presidente de Nicaragua al lado de su esposa, Rosario Murillo, a quien nombró vicepresidenta.
De ese modo se acabó de desvanecer la imagen de Ortega como uno de los grandes líderes de la revolución sandinista que dio fin a 40 años del autoritarismo de la familia Somoza. Por el contrario, hoy el líder del país centroamericano aparece como una figura aferrada al poder, dueña de todas las ramas del sector público y capaz de gobernar por sí y ante sí, al estilo de los caudillos latinoamericanos de otras épocas. Así lo demuestran las condiciones de su triunfo en los comicios, en gran parte posible porque el poder judicial excluyó injustificadamente del proceso electoral a Eduardo Montealegre, único candidato viable de la oposición.
Ortega tampoco permitió que observadores independientes vigilaran las votaciones, lo que, sumado a la altísima abstención en las elecciones -alrededor del 70 por ciento-, pone en tela de juicio la legitimidad real de la que dispone el dirigente para iniciar su nuevo periodo de gobierno.